Periódico Opción
El sistema de educación superior ha tenido un retroceso, producto de las políticas públicas. Así piensa Gloria Vizcaíno, directora de Evaluación Interna de la Universidad Técnica de Cotopaxi (UTC), alma mater que pese a no haber bajado de categoría, no se siente satisfecha con los resultados obtenidos, pues se mantiene en la categoría C.
“La concepción, el modelo de evaluación, los métodos y técnicas aplicados, responden a una política que, lejos de contribuir al mejoramiento y cumplimiento de la función social de las universidades como difusoras de la cultura de los pueblos, ha sometido a la universidad ecuatoriana a una suerte de homogenización, sin contemplar las particularidades de las instituciones y menos aún con la intención de potenciarlas a todas, de manera equitativa, independientemente de su categoría”, afirma.
Según la académica, hoy se evidencia un fracaso de la política universitaria aplicada por el gobierno, por cuanto en el 2009, en el Mandato Constituyente 14, las universidades “clase A” alcanzaron cerca del 90% de cumplimiento, y ahora lograron un poco más de 60%. “¿Se puede considerar acaso que esto significa un avance para las universidades?”, se pregunta. “Tomemos en cuenta, además, que de manera injusta a las universidades clase A el gobierno les ha entregado más de 300 millones de dólares. La Universidad Central, por ejemplo, recibió 116 millones , y la Universidad de Cuenca 53 millones. Esta asignación inequitativa de recursos, hoy demuestra que no ha contribuido al desarrollo universitario”.
Y en ello coincide Jorge Lara, docente de la Universidad Central: “Nos ha hecho falta un plan de mejoramiento continuo, porque todos sabíamos cuáles eran las reglas del juego. En el periódico Latitud Central de nuestra universidad, correspondiente a agosto-septiembre, la presidenta de la Comisión de Evaluación Interna, la doctora Walquiria Aguilar, dice que como universidad alcanzábamos el 83,76%, sin considerar que cuando nos autoevaluamos no somos tan rigurosos como cuando vienen los evaluadores externos, osea que de hecho había que esperar que esto fuera a bajar, y una muestra de la sobrevaloración que nos hicimos corresponde a la Investigación: sobre 15 puntos nos autoevaluamos con 13,5, que significaría que en esa materia estamos en un nivel de excelencia y esa no es la realidad de la universidad”.
Según Lara, en esta ocasión hay una mesura en las declaraciones de los funcionarios del CEAACES porque no les conviene que universidades de enorme prestigio, como la Central, tengan una reacción que desestabilice el sistema. “De hecho el CEAACES, y antes el CONEA, han pecado de falta de transparencia en cómo se evalúa, en decir cuál es la escala para la categorización; ¿qué tan cerca o qué tan lejos estamos de la A?”
Por su parte, Fernando Carrillo, también docente de dicha institución, afirma: “Los parámetros de evaluación están establecidos. Donde se le quiere dar un enfoque político al asunto es aquí, en la Universidad Central, específicamente por parte del Movimiento Nueva Universidad, que ha sacado unas hojas volantes diciendo que quienes están en contra del rector Edgar Samaniego fueron al CEAACES a presionar para que se categorice de ese modo a la Universidad, lo cual no tiene sentido, porque si bien se puede cuestionar si la evaluación es perfectible o no, no creo que el CEAACES se pueda prestar para este tipo de cosas”.
Gloria Vizcaíno sostiene que la responsabilidad de esta situación de las universidades es del gobierno. “Como académicos, sabemos que si todo un curso de estudiantes se encuentra con bajo desempeño, no es precisamente el estudiante el responsable. Algo en quien dirige el proceso está fallando. Tal vez su dominio científico, su metodología, sus formas e instrumentos de evaluación y hasta las relaciones interpersonales. Eso ha sucedido hoy, nunca se emitieron los pesos de los indicadores, o sea, saber cuánto alcanza en valor cada pregunta. Hasta hoy, las universidades no contamos con esa información. El procesamiento de los datos se convirtió en sigiloso, nada transparente”.
En Cotopaxi, la UTC tiene un gran respaldo de la población. “Hoy más que nunca nos afirmamos en el compromiso con nuestra provincia. Porque la UTC está acreditada gracias a la unidad de docentes, empleados, estudiantes, autoridades, quienes con su capacidad han defendido a esta institución. Y la mayor acreditación, lograda por nuestra universidad, es la que se encuentra en el corazón de los cotopaxenses, de aquellos estudiantes de bajos recursos económicos que hoy son profesionales de elevado desempeño”.