25 de febrero 2016
Cuando terminé la primaria, mi padre había decidido que continuaría la secundaria en otro colegio católico de renombre de Quito. Cuando me enteré de aquello vinieron a mi mente una serie de pasajes en la escuela católica que terminaba: todos los días lunes con terno y a primera hora a misa, el sermón cansino del cura y principalmente contradictorio a lo que se les veía en las aulas. En la iglesia eran unas “almas de dios” pero en las aulas eran unos diablos.
Así que pegue el grito en el cielo y preparé una jugada maestra. Le dije a mi padre: papá sería bueno que me inscriba en otro colegio, imagine si no paso el examen de ingreso, me quedo sin estudiar. Me respondió: Tienes razón y en cual colegio quieres que te inscriba. Ni corto ni perezoso le contesté: en el Montúfar. Mi padre reaccionó medio molesto y dijo: Estas loco, en ese colegio de revoltosos. Apaciblemente le respondí: Solo es por si acaso, para asegurar nomás.
Le logré convencer y me inscribió. Obviamente el día del examen de ingreso di mal en el colegio católico, por lo que mi padre se vio obligado a matricularme en el “Papa Montúfar”. Como vivía en la Villa Flora, barrio que quedaba muy cerca de este institutito educativo solía ver que los estudiantes salían a protestar, que reclamaban por los embates de los gobiernos contra el pueblo, que eran de los pocos colegios rebeldes que habían en Quito. Mientras la mayoría de mis amigos habían elegido colegios católicos y privados, yo huía despavorido de ellos. Había optado desde niño ser contestario a los curas que me parecían los más falsetas, a los ricos que no entendía porque eran tan desalmados con los indios, a los policías-militares que eran duros y agresivos contra cualquiera, a los gobiernos que atacaban y perjudicaban al pueblo. Prefería ser un joven revoltoso que uno acomodado a las injusticias de este mundo.
En el Montúfar había todo tipo de profesores -políticamente hablando-, unos de derecha y mucho menos de izquierda, pero la gran mayoría no decía nada o se inscribía en algunas de estas tendencias. Salíamos a protestar cada vez que los gobiernos lanzaban sus políticas antipopulares. Los estudiantes lanzaban piedras (yo solo gritos pues no estaba de acuerdo con las piedras) y los policías nos devolvían bombas lacrimógenas. Más dolía las bombas que las piedras. Así se pasaban las manifestaciones, sin que se escuche o se vea fuertes ataques por parte de los estudiantes.
Cuando salí del colegio y hasta antes del correismo nunca oí que algún gobierno haya enjuiciado a estudiante alguno. En el gobierno de Febres Cordero hubo gran represión por la policía pero no se llegó a criminalizar la protesta. El primer gobierno que lo ha hecho en la historia del Ecuador, es el gobierno de “izquierda” de Rafael Correa. Práctica que se ha popularizado en el mundo y hoy muchos gobiernos de derecha han seguido el ejemplo del correato.
Con esto no estoy justificando ni aplaudiendo la violencia de los estudiantes en los últimos episodios de agresión a miembros de la policía. Todo lo contrario, la rechazo categóricamente. Estoy opuesto a todo tipo de violencia, venga de donde venga y en la forma que se exprese. Y si estoy en desacuerdo con la violencia de los estudiantes, estoy mucho más en contra de la violencia de Rafael Vicente Correa Delgado, tratándose de un presidente y de un supuesto líder popular. Si bien no es justificable el ataque físico de los estudiantes con piedras, palos, basureros; tampoco es aceptable la violencia de Correa que casi todos los días lanza piedras verbales, palos difamadores, basureros psicológicos, etc., etc. Los estudiantes del Montúfar y otros manifestantes han exagerado de vez en cuando, pero el correismo viene haciéndolo nueve años. Si señores, 9 años de insultos, de menosprecios, de burlas, de sarcasmos, de persecuciones, de ataques. O acaso eso no es violencia -señor Correa- y si va a cerrar el Montúfar pues el pueblo también tiene derecho a cerrar su violento gobierno. No olvidé que la violencia genera violencia y que lo que está pasando actualmente es que usted está cosechando lo que ha sembrado. No es casual o un azar que en su gobierno se haya visto semejante violencia estudiantil como nunca se lo había visto.
Sin embargo hay algo que llama mucho la atención de la policía. Normalmente la policía reprime y persigue a los estudiantes. Por lo que no entiendo que hacían en la puerta, ahí parados aguantando los proyectiles. Quién les dio la orden de quedarse ahí y no se retiraron inmediatamente. Acaso fue pensado para que se expongan a los estudiantes mientras las cámaras del gobierno filmaban los ataques para que luego aparezca el evangelizador del siglo XXi con su discurso moralista y pacato? Es decir, solo veo dos posibilidades, o el jefe de esa operación era un desalmado y merece una sanción ejemplar por haber dado semejante orden de acercarse y de no ordenar de que se retiren inmediatamente, o es que una vez más el gobierno aplica su táctica de victimizarse como suele criticar a la oposición que eso hace siempre y él ahora hace lo mismo que crítica, algo típico en él? Ojalá alguien pueda explicarme.
Me atrevería a creer en lo último, ahora que está más desesperado ante la crisis económica y su precipitada baja de popularidad. Entonces, señor Correa, si usted continua con uno más de sus atropellos (ahora amenaza a la flacso y la andina, y en la Ley de Educación Intercultural no existe como sanciones la figura de estudios a distancia o en casa) y sin aspavientos dice que “si tenemos que cerrar el Montúfar, lo cerraremos”, pues sepa también que si “tenemos que cerrar Carondelet, lo cerraremos”. O ya se olvidó lo que el pueblo hizo con Mahuad, Bucaram, Lucio, y usted merece ser parte de este grupo. Pero quizás no será antes de que se termine su mandato pero si será en las urnas dónde cerraremos definitivamente su violencia. Váyase no más con su violencia egolátrica a Bélgica –si es que le aceptan-. Estamos cansados de su violencia sempiterna. Que le vaya bonito.
[1] Frase tomada de algún internauta de facebook
* COMUNIDAD ALTERNATIVA SUMAK