Cuando se sueña con una revolución feminista, se sueña también con una revolución económica, y mientras ese día llega, a fin de salir de la espiral económica en descenso dejada por la pandemia de la covid-19 es primordial que las medidas económicas que los gobiernos tomen incluyan la perspectiva de género y busquen empoderar a las niñas y mujeres. No hacerlo solo ahondará los problemas.
Muero hijáa, lo que dijo la primera dama, ¿si le escuchó? Yo si me persigné setenta veces siete. ¡Jesús! ¿Usted, no? No es por nada, pero en medio discurso de la señora, pequé. Ojalá dios me perdone. No va a creer que se me salió: “diosito, ¿por qué no te llevas a la señora bien lejos, allá donde la estupidez es permitida”.
Tomar partido por un bando acribillando al otro es anular la posibilidad de conversar, escoger un lado de la batalla es darle la espalda a la grieta que la posibilita, la que construye el sentido de la lucha y por donde se ve el camino que no se ha de repetir. ¿Cerramos todo, quemamos como nos quemaron, jugamos el juego que nos censura, o re inventamos el de la discusión y el debate?