La pandemia del coronavirus se extiende entre toda la población y, como siempre, los indígenas son los más afectados porque soportan las peores condiciones de vida y salubridad.
La suspensión de garantías en un verdadero régimen constitucional es una excepción transitoria a la regla del Estado de derecho que defiende y garantiza los derechos humanos fundamentales y, además, una excepción perfectamente acotada en cuanto a su alcance, anotaba Mauro González Luna, en el semanario mexicano Proceso, a propósito de los límites que deben observar las democracias liberales cuando invocan los estados de excepción.
En 1990 se llevó a cabo el primer gran levantamiento indígena, hoy los hijos de quienes fueron dirigentes, la nueva cara del movimiento, analizan el legado, las razones de lucha y el futuro.
Por Romano Paganini y Ela Zambrano / Trabajo colaborativo entre La Línea de Fuego, Acapana, Radio Periférik y mutantia.ch
Las comunidades indígenas de la Amazonia...
Uno de los signos de estos tiempos es la guerra contra el trabajo. Y, la epidemia, con su secuela de temor, ansiedad y desesperación, les vino “como anillo al dedo” (la frase es de un alto funcionario gubernamental) para lanzar sobre las clases laboriosas los golpes salvajes y despiadados que la resistencia popular contuvo desde 1981.
Estamos ante una sociedad anómica, raquítica, desinstitucionalizada y violentada, atrapada entre el miedo a una pandemia y el terror creciente a un mañana de hambre, pobreza y miseria.
Hemos pasado de una época en la que se intentó transformar a los funcionarios estatales en militantes del partido de gobierno, a otra caracterizada por el desprecio de los ciudadanos –exteriorizado en redes sociales con insultos y generalidades canallescas– que los asocia como los únicos causantes del descalabro económico de la república.
El sistema alimentario de las ciudades, así como de producción agrícola industrial con sus intermediarios, está obsoleto. El futuro viene de la mano de la agroecología, la venta directa y el trueque.
A pocos minutos del informe presidencial del 24 de Mayo, las élites, encerradas en algún sauna de la Cámara de Comercio, decidieron que el Lerdín ya no daba más, que era necesario un cuasi Presidente, que, aunque enano, dé la talla. Y ahí nomás se encargaron de redactar el decreto que le da más poderes al ex rupturita, Roldín.
A estas alturas resulta inevitable asociar la imagen de Lenín Moreno con la de esos reyes debiluchos e improvisados que tienen que dar la cara por unos feudos sobre los que ya no tienen autoridad, y donde cada príncipe hace lo que le da la gana.
El coronavirus ha producido un nuevo cambio en la política ecuatoriana. Si el Paro de Octubre detuvo la implementación de la subida de los combustibles, la coyuntura actual es un shock que profundiza el autoritarismo y la escalada neoliberal.
El escenario del coronavirus y las miles de muertes y contagios están siendo usadas maquiavélicamente por el gobierno de Lenin Moreno para imponer las medidas neoliberales condicionadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI).
El jurista Luis Ávila Linzán, docente universitario e integrante del colectivo Acción Jurídica Popular, nos explica la letra pequeña de la controvertida Ley Orgánica de Apoyo Humanitario
¡Los banqueros unidos jamás serán vencidos! Precarizar el trabajo dicen. Retroceso de derechos de cien años, gritan. ¿Seguridad Social? Ni que esas fantasías sirvieran para algo. Y esperen nomás. Nuestra venganza será implacable con la otra ley urgente.