Que Yaku Pérez, indígena cañari, que pasó su infancia en el huasipungo de una hacienda, que sabe lo que es pobreza extrema, que ha sufrido persecuciones políticas, encierros arbitrarios, y que haya logrado convertirse en un político e intelectual, dispuesto a responsabilizarse por el destino de todos los ecuatorianos desde los más altos ideales, es realmente digno de alabanza.
La imagen que la mayoría de los ecuatorianos tiene de los indígenas es ajena y lejana. La palabra indígena apenas se ha pronunciado en los discursos de los presidenciables. Sin embargo, los antepasados de los indígenas han existido en el territorio ecuatoriano durante miles de años y ahora sus descendientes sobreviven con su propia personalidad y problemas. La deteriorada imagen que se ha forjado de ellos se origina en la injusticia de los tiempos coloniales, en la usurpación de tierras, la negación de las culturas y el desconocimiento de las lenguas, y en la explotación económica y ecológica.
Los quichuas amazónicos son clasificados por ciertos rasgos culturales, en Quijos Runa y Canelos Runa. Viven en sus llactas a orillas de los ríos Napo, Arajuno, Curaray, Bobonaza Pindo, Sara Yaku y otras corrientes fluviales. Habitan también en zonas urbanizadas.
Creo que lo más fuerte del año 2020 son las imágenes de la pandemia presentadas crudamente por los medios de comunicación: los mercados chinos con animales enjaulados para ser servidos en los comederos y una mujer sosteniendo de un ala al murciélago que devora; los ancianos de los asilos aterrorizados por un virus invisible y olvidados de sus familiares; los muertos en las calles de Guayaquil, cubiertos con sábanas como sudarios; los indígenas huyendo por los chaquiñanes de las montañas. Pero, como esperanza, la gente vacunándose, por miles, que pronto serán por millones.
El problema del agua empieza a manifestarse como peligro inminente ahora cuando va a tener precio en el mercado, lo que alerta a los científicos, a los ecologistas, a los políticos sinceros y a la gente en general. Por temor a que falte el líquido vital, el agua empieza a ser cotizada en Wall Street como si fuera oro o plata. ¿Pero quién gana con esta inusitada decisión? Indudablemente las empresas trasnacionales que quieren imponer sus intereses económicos y defenderlos con la mecánica de política de clases a escala internacional.
El pueblo caranqui (cara o imbaya), habitaba la zona norte de la Sierra ecuatoriana. Su cohesión se fundaba en la identificación con un territorio, una lengua (posiblemente la cara, del grupo barbacoana), y un modo de vida tradicional que nos habla de su historia. Antes de la llegada de los incas, vivían en aldeas, elemento básico de su organización; varias aldeas conformaban un señorío, dirigido por un jefe que se beneficiaba del trabajo de los campesinos a su cargo. El señor tenía la responsabilidad de la guerra y de la religión. Había varios señoríos, los principales eran los de Cayambi, Otavalo y Caranqui, este último da el nombre al “país caranqui” de que hablan los cronistas españoles. Entre los señores, que ya conformaban una nobleza incipiente, se establecían alianzas matrimoniales y de guerra.
El territorio de la comunidad guambiana ha sido cercenado durante la Colonia y la República. Ahora es un limitado territorio donde sus habitantes conforman una colectividad con conciencia de su pasado y una firme decisión de proyectarlo al futuro. Al aproximarse, lo primero que se admira es el río, de aguas oscuras pero transparentes con reflejos plateados, producidos por los residuos metálicos que arrastran desde las lagunas de la alta montaña. Los pobladores lo llaman doctor Piendamó por las cualidades curativas que tiene. En el cauce han construido diques para formar estanques donde crían truchas de exportación.
Ileana Almeida, ambateña, profesora universitaria e importante teórica ecuatoriana, hace poquito cumplió 81 años, circunstancia que como Línea de Fuego nos sirvió de pretexto para conversar sobre su vida, sus estudios en la Rusia comunista, sus aportes a la filología ecuatoriana y andina, a la lucha de los pueblos y nacionalidades indígenas y, por supuesto, a la Revista que también está de aniversario.
El cronista Fernando de Montesinos escribe sobre los cofanes: “… el inca (¿Tupac Yupanqui?) envió expediciones a la región oriental, entrando por los Cofanes, llamados también Quijos”. Que cofanes y quijos conformaban un solo pueblo es algo que no se sabe con certeza, aunque ambos colindaban en las vertientes andinas y en la selva amazónica. Los incas se “espantaron” con esa naturaleza tan extraña para ellos y poco incursionaron por ahí. Algunos misioneros cristianos pagaron con su vida el intento de establecer enclaves en el territorio cofán, o como ellos se llaman ahora: A´i cofán.
*Filóloga. Profesora universitaria, investigadora, periodista. Nacida en Ambato, Ecuador. Es autora de varios libros, ensayos y artículos de su especialización. Algunos de sus trabajos han sido publicados en México, Perú, Estonia, España, Alemania.
Rumiñahui, el general quiteño a cargo de la retaguardia del ejército inca durante la guerra civil entre Huáscar y Atahualpa. Nació en Píllaro hacia 1482 y se llamó, de origen, Pillahuaso.
En el templo y observatorio de Inga Pirka había especialistas que, a más de conocer la desarrollada técnica de la construcción, debían dominar los movimientos del Sol, la Luna y otros astros. La orden para construir el templo fue dada por Huayna Cápac, y aún ahora podemos admirar su hermosa forma y esmerada edificación.
La pandemia del coronavirus se extiende entre toda la población y, como siempre, los indígenas son los más afectados porque soportan las peores condiciones de vida y salubridad.