Leer este año que termina desde la prudente distancia de la sociología o la política no solo me parece una hipocresía académica, sino que me resulta imposible hacerlo. Este año, como aquel 1986, he sufrido de forma directa el peso de la injusticia y la violencia del poder del Estado en mi vida.
Por Natalia Sierra*
El 19 de mayo de 2022, en tres provincias del país, diez casas fueron violentamente allanadas por equipos de élite, fuertemente armados,...
Tratar de comprender el conflicto bélico desatado en Ucrania exige dejar de lado maniqueísmos político-ideológicos que no vienen al caso en ningún sentido, y que solo echan más bruma sobre un escenario profundamente complejo. Es irresponsable seguir por este camino que se impone tanto en los grandes medios de comunicación como en las redes sociales.
Una sociedad sometida a la crueldad del sistema de la acumulación y la ganancia ilimitada de un grupúsculo de sujetos que condenan a la miseria a millones de personas privadas de alimento, salud, educación, vivienda y trabajo, tiene un Estado que ha declarado el “estado excepción” como norma.
En el contexto de la pandemia, la mayoría de la población mundial se ha convertido en superviviente-homo sacer respecto a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la red de instituciones globales que tienen eco en los poderes nacionales. En este momento de la historia, parece como si la humanidad tuviera que pagar su participación en el decadente proyecto moderno con una sujeción incondicionada al biopoder. El planeta se encuentra en un estado de excepción, que ya se aplicaba de una u otra manera con el argumento de “la guerra contra el terrorismo”, hoy se amplía y profundiza con el discurso médico de “la guerra contra el virus”.
Llegaron los conquistadores europeos trayendo su culpa judeo-cristiana y marcaron con ella al “indio” y, más aún, a la “india”, que era doblemente culpable por ser “india” y mujer. Culpables de habitar la tierra prometida para los blancos, culpables de ser “indios”, culpables de existir. Convertidos en el mal ontológico fueron instrumentalizados como chivos expiatorios, para que la universitas moderna colonice el planeta. Han sufrido el peso de esa culpa durante 529 años. Esa maldita culpa impuesta ha sido el argumento, primero de los blancos colonizadores luego de los mestizos colonizados y colonizadores, para justificar el despojo sistemático que han hecho y siguen haciendo de los territorios, las culturas y los saberes de los pueblos originarios. Esa maldita culpa ha sido el argumento para el etnocidio de la conquista y la colonización perpetua, de dimensiones mayores que el holocausto nazi, que cometieron y cometen contra los pueblos del Abya-Yala. Esa maldita culpa ha sido el argumento para esclavizarles, explotarles, someterles y humillares, con todo el derecho colonial y neocolonial.
Salimos agotados de un proceso electoral plagado de irregularidades y con serias sospechas de fraude en la primera vuelta. De los dos candidatos nominados por un Consejo Nacional Electoral incompetente, el de la derecha neoliberal obtuvo el mayor número de votos. El correísmo -el progresismo conservador- fue derrotado. El voto nulo consolidó la dignidad y la resistencia, herencia histórica de los movimientos sociales y, en especial, de la reserva moral y ética del país, la Conaie.
Ecuador enfrenta la segunda vuelta entre Andrés Arauz, candidato del progresismo conservador auspiciado por Rafael Correa y Guillermo Lasso, de la derecha liberal. En ese trance político, PACHAKUTIK, la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, CONAIE, el Frente Unitario de los Trabajadores, FUT, el movimiento de mujeres y un gran número de organizaciones sociales y políticas de la izquierda ecuatoriana llamamos a VOTAR NULO. Esto motivó un escrito de Boaventura de Souza Santos donde señalaba su “perplejidad” por esta decisión: ¿por qué no votar por Andrés Arauz? “Si Arauz es de izquierda, al menos en comparación con Lasso, sería de esperar que las energías se canalizaran para derrotar al candidato de la derecha”. Boaventura dice que el debate debería centrarse en el programa y no en “la integridad de los candidatos”. Y, desde el punto de vista del programa, Arauz está a la izquierda de Lasso.
Hay dos tipos de conductas psíquicas de manipulación, que el dominador utiliza con la víctima para justificar su opresión y atraparla en el ciclo de la violencia.
Mientras observaba la toma de posesión del nuevo gobierno estadounidense, recordé las tesis desarrolladas por Theodoro Adorno y Marx Horkheimer en su Dialéctica de la Ilustración. Un espectáculo al mejor estilo de la industria cultural hollywoodense tuvo lugar el día de la toma de funciones de Joe Biden y Kamala Harris. Más que un acto político de cambio de mando gubernamental parecía un show artístico, al estilo de los premios Oscar. La presencia nada inocente de Lady Gaga, Jennifer López y Garth Brooks, estrellas de la cultura de masas del pop gringo, del pop latino y del country pop, fue fundamental para convertir un acto político en un show mediático, con el cual creo se esperaba afirmar la democracia del espectáculo, la democracia de las masas mediatizadas, y con ello intentar suturar la fractura de la sociedad norteamericana.
El debate presidencial fue una repetición más de esta práctica de violencia propia del mundo dominado por la masculinidad patriarcal. Un grupo de hombres que competían por mostrar quién es el más apto para dirigir el Estado (léase el más macho, el más dominante, el que tiene derecho a llevarse el privilegio del poder político). La sociedad a la que aludían de manera retórica es la muñeca inflable, un pretexto para realizar su ritual de poder y violencia política. Sentí que, en ese ritual masculino de la política estatal, la sociedad realmente no importa, está allí para que los machos candidatos desplieguen su violencia y poder, para que ostenten su fuerza entre ellos mismos y así, más allá de sus peleas y confrontaciones, afirmen la dominación masculina del Estado frente a la sociedad. Cuando acabó el debate presidencial, nítidamente un ritual masculino, como parte de la sociedad me sentí como la muñeca inflable golpeada, burlada, estafada, violada en nuestras necesidades, quereres, aspiraciones, esperanzas, angustias y dolores.
Por Natalia Sierra*
El 6 de enero de 2021, el planeta observó el asalto al Capitolio, sede del Congreso, por grupos de estadounidenses partidarios del...
En las últimas semanas, la ministra de Gobierno, María Paula Romo, ha dado entrevistas en espacios de la denominada prensa rosa, la Revista Mariela, Expresiones y otro en TC Televisión. Fruto de ese cambio de agendas posó con una camiseta cuyo estampado corresponde a una acuarela de un rostro de mujer con un ojo oculto, lastimado. Esa portada generó la reacción de quienes sufrieron la represión de octubre.
EL UMBRAL
Estimado Orlando Después de leer tu editorial del domingo 12 de enero, “¿La izquierda en el umbral de su inmovilidad?” http://www.telegrafo.com.ec/opinion/columnistas/item/la-izquierda-en-el-umbral-de-su-inmovilidad.html y...
Estáis muertos no habiendo vivido jamás. Quienquiera diría que, no siendo ahora, en otro tiempo fuisteis. Pero, en verdad, vosotros sois los cadáveres de...