La salvación de las culturas, las lenguas, las historias de los pueblos originarios necesita de programas oficiales de institucionalización especializada. Ahora hay profesores indígenas en todas las lenguas, ellos son al mismo tiempo, investigadores y promotores que podrían llevar adelante su autonomía en el campo de la interculturalidad. También hay especialistas, que sin ser indígenas, comparten sus ideales, han estudiado sus idiomas, sus logros, su visión ecologista y su lucha política y que podrían cooperar en un exitoso programa lingüístico y educativo donde aflore la riqueza del pensamiento indígena.
esde el Primer Levantamiento de las Nacionalidades y Pueblos en 1990, la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) ha sido objeto de reiterados intentos de división impulsados por sectores sociales que ven en ella una amenaza al orden establecido.
Algunos cronistas llamaron “país de los yumbos” al territorio situado en las laderas occidentales del volcán Pichicha. El nombre yumbo consta en el diccionario quichua-español de L. Stark y P. Muysken con el significado de brujo, pero es posible que se refiera al personaje que guiaba la conciencia comunal hacia la interpretación del modelo del mundo. En Tulipe, centro ritual de este pueblo, se representa el mundo con formas geométricas: patios hundidos para indicar el paso al inframundo, tolas para acercarse al mundo superior y la figura de un jaguar, símbolo del mundo de aquí.
En esta campaña electoral, Yaku Pérez, candidato a la Presidencia por Pachakutik (PK) y todo el movimiento indígena y popular, tuvimos que enfrentar a varios “enemigos”, y decimos “enemigos” porque las elecciones se convierten en una guerra electoral, donde se gana o se pierde. En esta guerra política, nuestros “enemigos” eran principalmente la derecha y el correísmo (progresismo conservador), en la que los combatientes se unían a nosotros contra ellos o simplemente eran otros más que nos atacaban y a quienes también teníamos que resistir.
Sorprende encontrar afirmaciones tanto de la candidatura de Pachakutik –Floresmilo Simbaña, incluida la izquierda radical, Alejandra Santillán- cuanto de las filas del “progresismo” –Andrés Arauz- que proclaman los resultados de las elecciones del 7 de Febrero de 2021 como una contundente derrota del neoliberalismo –refiriéndose a Guillermo Lasso y Lenín Moreno-, y un triunfo de ambas tendencias que sumadas sobrepasan el 50 %, tal como ocurrió en las elecciones bolivianas donde la candidatura de Luis Arce del MAS, integró los votos de movimientos indígenas y progresistas y alcanzó el 55 % del total.
Cuando nos desprecian nos llaman indígenas, indios, cholos, mitayos, oscuros, tiznados; cuando quieren tributos o votos, ciudadanos.
Cuando el indígena tenía sus cabellos largos, le rapaban en las escuelas (años sesenta, setenta, ochenta, noventa y hasta los dos mil), con tijeras, cuchillo, a jalones, llamándoles piojosos, sucios, pilisientos. A la mujer le jalaban las trenzas y se le impedía entrar en la escuela.Cuando el hacendado violaba a las sirvientas, campesinas, indias huasipungueras, a veces se arriesgaba a ponerle su apellido en el bautizo, o le sugería al cura o al juez del registro civil un apellido blanco, mestizo, que haga juego con su sangre.
Cuando al guagua se le ponía nombre indígena, “ese no es nombre cristiano”, decían, “le has de poner uno del evangelio”. Cuando se hablaba en kichwa, en shuar, achuar... los blancos escupían: “esas son lenguas del diablo”, y se prohibía su enseñanza.
Y ahora, a los años, cuando se presentan con los cabellos cortados, con nuevo nombre, con la lengua ancestral olvidada a fuerza del látigo, se les grita: “¡tú no eres indígena!”.
La fiesta de bautizo, confirmación, matrimonio servía para endeudar a los taitas, para quitarles las tierras y sus propiedades.Los trapiches y ventas de alcohol de los hacendados cumplían y cumplen la función de idiotizar a los trabajadores. Los vendedores se ríen: “el fin de semana el shunsho deja devolviendo todo el sueldo por unos cuantos litros de trago”.Cuando se rebelan los indígenas, los arrastran, les patean, les matan y vuelven a nacer mil veces. Sin zapatos, caminan; sin libros, leen; y, sin esferos, escriben sus propias páginas. Sin universidades, se gradúan; y, sin dinero, conservan su riqueza. Sin teléfonos y sin internet, se comunican. Sin vacunas, viven. Sin lentes, ven. Sin lágrimas, lloran. Con cadenas, piensan en la emancipación del futuro. La belleza de las luchas se derrama como gotas de pintura por los abriles, como el parto de las mujeres que cortan con su propia mano el cordón umbilical y desenvainan la placenta.Cuando los indígenas, indios, indias, mitayos, mitayas, cholos, chagras, quieren ser autoridades, presidentes, se les hiere e injuria de todas las formas posibles: el papel no aguanta tanto insulto. Al indio que quiera ser Presidente de la República, la injusticia del blanqueamiento, de la burguesía engominada, le encaminará por el vía crucis político, se le hará hablar en todas las lenguas, se le tomará exámenes que no se le piden al blanco común, se le detendrán los conteos, se le anularán los votos, se les rayarán los nombres… Al final, en algún año, ganará, y verá desde su escritorio que no tomó la choza presidencial, sino que ésta lo tomó a él. Si recapacita a tiempo, se dará cuenta que solo regresando al camino del pueblo, que solo latiendo con millones de corazones podrá transformar su realidad teñida de sufrimientos y sangre.
En algún momento me preguntaron ¿Cuáles eran las posibilidades reales de Yaku Pérez? Yo respondí que, a pesar de su desafortunada declaración por Lasso, era un gran candidato, pero dadas las condiciones políticas, sus posibilidades se jugaban entre los errores de Arauz y Lasso.
Por Ela Zambrano
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La imagen que la mayoría de los ecuatorianos tiene de los indígenas es ajena y lejana. La palabra indígena apenas se ha pronunciado en los discursos de los presidenciables. Sin embargo, los antepasados de los indígenas han existido en el territorio ecuatoriano durante miles de años y ahora sus descendientes sobreviven con su propia personalidad y problemas. La deteriorada imagen que se ha forjado de ellos se origina en la injusticia de los tiempos coloniales, en la usurpación de tierras, la negación de las culturas y el desconocimiento de las lenguas, y en la explotación económica y ecológica.
El término “felipillo” hace referencia a un personaje que se vendió a los conquistadores monárquicos, y desde ahí se utiliza para hacer relato de quienes traicionan a su cultura y reniegan de sus ancestros.
Los quichuas amazónicos son clasificados por ciertos rasgos culturales, en Quijos Runa y Canelos Runa. Viven en sus llactas a orillas de los ríos Napo, Arajuno, Curaray, Bobonaza Pindo, Sara Yaku y otras corrientes fluviales. Habitan también en zonas urbanizadas.
Creo que lo más fuerte del año 2020 son las imágenes de la pandemia presentadas crudamente por los medios de comunicación: los mercados chinos con animales enjaulados para ser servidos en los comederos y una mujer sosteniendo de un ala al murciélago que devora; los ancianos de los asilos aterrorizados por un virus invisible y olvidados de sus familiares; los muertos en las calles de Guayaquil, cubiertos con sábanas como sudarios; los indígenas huyendo por los chaquiñanes de las montañas. Pero, como esperanza, la gente vacunándose, por miles, que pronto serán por millones.
El pueblo caranqui (cara o imbaya), habitaba la zona norte de la Sierra ecuatoriana. Su cohesión se fundaba en la identificación con un territorio, una lengua (posiblemente la cara, del grupo barbacoana), y un modo de vida tradicional que nos habla de su historia. Antes de la llegada de los incas, vivían en aldeas, elemento básico de su organización; varias aldeas conformaban un señorío, dirigido por un jefe que se beneficiaba del trabajo de los campesinos a su cargo. El señor tenía la responsabilidad de la guerra y de la religión. Había varios señoríos, los principales eran los de Cayambi, Otavalo y Caranqui, este último da el nombre al “país caranqui” de que hablan los cronistas españoles. Entre los señores, que ya conformaban una nobleza incipiente, se establecían alianzas matrimoniales y de guerra.
El territorio de la comunidad guambiana ha sido cercenado durante la Colonia y la República. Ahora es un limitado territorio donde sus habitantes conforman una colectividad con conciencia de su pasado y una firme decisión de proyectarlo al futuro. Al aproximarse, lo primero que se admira es el río, de aguas oscuras pero transparentes con reflejos plateados, producidos por los residuos metálicos que arrastran desde las lagunas de la alta montaña. Los pobladores lo llaman doctor Piendamó por las cualidades curativas que tiene. En el cauce han construido diques para formar estanques donde crían truchas de exportación.
Las comunidades en Cotopaxi celebran a sus muertos de la manera más fiel que pueden. Ha pasado ya mucho tiempo desde que el sincretismo entre el ser indígena y las religiones de occidente se juntaron, con esto las nuevas maneras de vivir la presencia de los muertos a través de la religión, a veces, se divide entre iglesias, pero con una misma idea de conservar lo indígena, y al parecer los alimentos resultan ser parte de la ofrenda más ancestral para los que ya no están en este mundo.