Nos estamos acostumbrando a la sistemática y cotidiana muerte provocada por la violencia del Estado o por la violencia contra el ciudadano, esta banalización se está interiorizando en la conciencia colectiva, como conciencia pasiva que lo justifica o lo asume todo, hasta lo inverosímil, con susto y si no es así, lo asume con buena dosis de indiferencia.
El mundo se tambalea, los equilibrios sanitarios espantan, los equilibrios ecológicos nos estremecen y a ellos se suman los que atañen a la sociedad y sus injusticias. Llegamos al límite de lo insoportable pues ahora nos aprestamos a cambiar la esencia biológica de todas las especies vivas (manipulaciones genéticas, clonación, suicidios asistidos y otras peregrinaciones).
El marxismo vive un resurgimiento global, el repliegue temporal que sufrió fue dado por la debacle del marxismo europeo, hoy Marx retorna entre teorías que presumieron superarlo. El modelo estalinista en derrota fue quien dio paso a la presencia de una amalgama de alternativas: eurocomunismo, socialdemocracia, populismo y algunas anarquías que se sumaron a revisionistas de vieja usanza, acoplados a académicos discursos que edulcoraron pensamientos peregrinos.
Luego de una primera vuelta electoral dudosa y fraudulenta, “dos de los tres finalistas”, Yaku y Arauz, se proclamaron de izquierda. Ni siquiera el empresario Guillermo Lasso jamás se expuso como un hombre de derecha sino de centro. En esa mirada la votación de la izquierda llega al 55% a la que podría agregarse la votación de la Izquierda Democrática con su 16%; el partido socialista y Paúl Carrasco, también definido como de centro izquierda, que suma una votación de “izquierda” a un aproximado de 78% de votantes, porcentaje que envidiaría cualquier país de América y Europa. Sin embargo, en la segunda vuelta electoral gana Lasso que bien se sabe es de extrema derecha.
Flora Tristán fue la primera mujer comunista, la gran iniciadora del feminismo militante y del movimiento obrero. Es la mujer que precede a las teorías del comunismo científico de Carlos Marx y Federico Engels.
A lo largo de la historia del pensamiento reconocemos nuestra levedad y en un rito anual deseamos buena suerte a todo el mundo, pero el deseo prolífico empieza a estrellarse al día siguiente. Con el pasar de los siglos, el discurso de la historia, es el del tiempo. Sus siluetas marcan el paso sutil de la dimensión fundamental del existir humano.
Los 14 años del Movimiento Al Socialismo (MAS) en el poder fueron un sueño para su pueblo y para su necia izquierda centenaria, vieja y consecuente escuadra revolucionaria americana. Sueño que solo se interrumpió con una pesadilla criminal que duro menos que la pandemia y que ya terminó.
La pandemia cuestiona con severidad los pilares de la democracia occidental y cristiana. Las heridas que la epidemia deja en el cuerpo político y social exponen la incapacidad de recuperación económica del mundo capitalista, por pérdida de la confianza en los gobernantes y por su extravío descomunal para enfrentar los desafíos de la reciente realidad. Los andamiajes del Estado sufren descomposición pandémica con alaridos liberales en retirada, repliegue casi criminal que no salva vidas. Pero los partidos comunistas gobernantes, manejan el momento con su buena práctica social disciplinaria.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la pandemia el 11 de marzo del 2020; China fue el escenario primario con un indicador relativo de 81 181 casos con 3 277 fallecidos y una tasa de mortalidad de 4,04 %; en Italia y España colapsaron los sistemas de salud y superaron el número de fallecidos de la China; luego EE.UU. registró irrefrenablemente el primer lugar en número de infectados y muertes a nivel global; en Ecuador, el primer caso fue el 29 de febrero del 2020, el 13 de marzo se notificó su deceso y hoy tenemos una de las tasas de mortalidad más altas.
Por Tomás Rodríguez León*
Se comprende mejor la situación pandémica si se reconoce la relación de los sistemas locales con las agencias internacionales de salud,...
La pandemia golpea y más estupor causa la conducta humana que transita sin piedad ante el dolor, se confabulan prácticas inmorales y quehaceres políticos.
La pésima gestión epidemiológica y la falta de ética, caracterizan nuestra realidad pandémica, epidémica y endémica. Lideramos casos de muertos e infectados por habitantes y sin embargo el centro de la crisis pasa de la rapacidad política a la podredumbre moral.
El sistema de salud del Ecuador es autoritario monopólico, desplaza todo constructivismo crítico y no admite alternativas al diseño central. Autoritarismo endógeno de débil rectoría frente a un universo atomizado, que hacen que el país no tenga Sistema de Salud y que supervivan microsistemas no integrados.
La administración de Donald Trump a diario presenta reportes de sus fracasos en la lucha contra el covid-19, hecho que contrasta con la realidad de sus colegas de Alemania, Japón y Corea del Sur donde la alta morbilidad expresa al mismo tiempo una baja mortalidad, un indicador de rechazo a la tesis fatalista de ciertos gobernantes que anticipan certificados mortuorios o establecen aritmética preconcebida con tasas de muerte admisibles.