Bajo izquierda se entiende, en forma amplia y sencilla, un pensamiento que mueve a preocuparse por la situación de clases, pueblos, personas, que viven en condiciones económicas despiadadas, culturalmente oprimidos, soportando las injusticias sociales: racismo, marginalidad, menosprecio, por esto es inapropiado desacreditar a una orientación universalista repitiendo las palabras de un taxista: “ser de izquierda es ser ladrón”.
Desde luego que es imposible o por lo menos muy difícil, encontrar a la verdadera izquierda en los gobiernos de turno o en los partidos políticos, está en otros lados, está ahí donde la gente no se encoge de hombros ni aparta la vista frente a las desigualdades sociales y globales.
Se cumplen ahora 30 años de la muerte de Monseñor Leonidas Proaño, pero su presencia continua viva, alentando las causas más rectas. Sus seguidores seguirán apoyándose en sus ideas contra las características negativas de la concepción conservadora que los ecuatorianos mantienen aún. Se recuerda a monseñor Proaño caminando por los estrechos chaquiñanes que surcan las montañas de Chimborazo para visitar las humildes chozas: se sentaba en silencio a la salida de las humildes viviendas para escuchar voces desoídas por siglos, sentir soledades mantenidas por muchos años. Por medio de sus Escuelas Radiofónicas multiplicó esas voces con su Centro de Estudios y acción social, sin embrago, terminó con el aislamiento político de los indígenas.
Al mismo tiempo se celebran los 50 años de la Conferencia de Medellín, que adoptó la realidad de la iglesia latinoamericana a los cambios que impulsó el Concilio Vaticano II. Invitados por la Fundación Pueblo Indio llegarán a Quito para conmemorar las fechas, líderes indígenas e intelectuales de izquierda del mundo. La religión se vuelve capaz de aliviar la tribulación de los desposeídos.
Vienen muchos con sendos mensajes desde territorios urbanos y tierras de las selvas indomables, vienen con anhelos de sobrevivencia de pueblos enteros, con urgencia de paz, necesidad de superar el hambre, abolir la explotación, decir la esperanza de los pobres, porque aunque hay quienes declaran que ahora “el mundo ya no es de ricos y pobres”. El Grupo Banco Mundial atestigua que “pese a los avances en la reducción de la pobreza, la cantidad de personas que viven en condiciones de pobreza extrema en el mundo sigue siendo inaceptablemente alta”.
Naturalmente, los análisis que se harán juzgarán los acontecimientos de nuestros días sobre una base crítica, una comprensión más profunda del papel de la izquierda actual y una sensibilidad despierta para entender las causas del hambre en Latinoamérica, ahora cuando las clases sociales son solo una de las formas históricas de desigualdad social, ahora que ha aumentado la disparidad en el ámbito nacional y transnacional.