TRAS LA MARCHA DEL 22 DE MARZO
Edgar Isch L.
El éxito de la Marcha por el Agua, la Vida y la Dignidad, tiene muchas aristas que no solo permiten calificarle como una victoria sino comprender también que no ha sido el punto de llegada de un proceso que viene desde atrás y que continuará hacia adelante. Los miles y miles que salieron a las carreteras y plazas en cada ciudad del país que era visitada por la marcha, los miles que volvieron a salir el 22 de marzo y a brindar su apoyo a los 19 puntos del manifiesto de la marcha, plantean que algo ha cambiado en el país y no se trata de algo pequeño.
Vamos con el ámbito político primero. El gobierno perdió la iniciativa política y por el contrario, demostró su carácter reaccionario dedicándose a dar respuesta agrersiva a las acciones populares: contramarchas que fueron en un proceso de debilitamiento a pesar del uso de todo el aparato estatal; contrapropaganda que repetitiva no logró atraer la atención; contrapropuestas disimuladas a través de la presencia de ministros en las provincias por donde la marcha pasaba.
La posición defensiva del gobierno y las mentiras dichas respecto al número de participantes en las marchas y sus características, ratifica su doble discurso respecto a los derechos ciudadanos. Hizo gala de ataque a esos derechos cuando se trata de sectores críticos al gobierno, incluso usando expresiones que han sido señaladas por su carácter racista.
El debilitamiento del gobierno en los sectores populares es evidente, pero no definitivo. Eso es necesario decirlo. Pero ello le genera temor y ante ello lo que el gobierno hace es “huir hacia adelante” y al hacerlo, quien huye hacia adelante arrasa con todo lo que encuentra a su paso. Allí está el hostigamiento a los marchistas, el impedir el uso de buses e incluso de las carreteras obligando a realizar la caminata por chaquiñanes, el policía armado y de civil infiltrado hasta que fue descubierto, los ataques con falsedades plenas como el intento golpista, que los de poncho y plumas solo se mueven si no les entregan trago y más insultos a “los cuatro pelagatos” (que ahora dicen no dijeron) y sobre todo la negativa a reconsiderar un modelo económico que reprimariza la economía la economía del país colocándolo al servicio del mercado internacional.
En lo ideológico, hay otros cambios que deben ser considerarse. Lo primero, es que en los hechos se validó un proceso unitario histórico entre el movimiento indígena, los trabajadores y otros sectores populares. Hay una amplia comprensión de que el eje de esa unidad está en la CONAIE y el Frente Popular y que la base de su acercamiento está en planteamientos que identifican a esas columnas del movimiento social y popular con la izquierda. Que en el Ecuador la oposición de izquierda y popular es una y que nada tiene que ver con la derecha que se ubica en la oposición oligárquica pero también en el gobierno, es algo claro para la inmensa mayoría y ese es un paso destacado en este proceso de acción popular independiente.
La pérdida de la iniciativa política del gobierno vino precisamente del hecho que desde los movimientos populares se dio más importancia a una plataforma de lucha propia, a un programa con múltiples aspectos que dejaron de ser solo respuesta a las iniciativas gubernamentales que golpean cotidianamente los derechos fundamentales constantes en la Constitución, para pasar a ser banderas a largo plazo, unificadoras y determinantes para lo que vendrá en los próximos meses.
La validez de la lucha y su utilidad fue también ratificada. El gobierno debió enviar a sus ministros con cheques y fórmulas para responder las demandas sociales. Aunque los cuestionaba, al hacerlo demostraba la validez de esas demandas. También a nivel nacional se buscó responder con medidas concretas y hasta con ofrecimientos que todo el dinero de las regalías mineras quedará en los cantones a ser afectados por las transnacionales que explotaran los minerales a través de mega minería. Por último, tuvieron que recibir a los dirigentes de la marcha en la Asamblea, tapándose los mismos gobiernistas las acusaciones de golpistas, desestabilizadores y violentos.
La marcha no ha sido un punto final. Vendrán las asambleas comunitarias y unitarias, la clarificación sobre el programa popular, la lucha por la liberación de los presos políticos e incluso la preparación de una campaña electoral que debe ser otro punto de encuentro de las fuerzas sociales y la izquierda política, legalizada o no. El gobierno lo sabe y prepara todo su aparataje.
Lo inmediato y fundamental estará en las luchas por el justo reparto del agua y la tierra, con equidad y para favorecer la soberanía alimentaria, porque allí se pone en cuestión la propiedad privada y la distribución de la riqueza. Algo de principio distinto a redistribuir el ingreso mediante bonos que ofrecen también los gobiernos neoliberales y que permite diferencia a la Patria Nueva de este gobierno que retorna al pasado. Recordemos que el mismo Presidente señalaría: “Básicamente estamos haciendo mejor las cosas con el mismo modelo de acumulación, antes que cambiarlo, porque no es nuestro deseo perjudicar a los ricos, pero sí es nuestra intención tener una sociedad más justa y equitativa” (El Telégrafo, 15 de enero de 2012). Lo que los trabajadores y los pueblos del Ecuador han dejado claro es que ese modelo de acumulación es el que debe terminar, que no se quedarán quietos mientras se despoja a la mayoría para fortalecer la acumulación de pocos, que no se trata de reformas sino de cambios trascendentes.