En general, es notable la poca cobertura en Ecuador, y especialmente antes de las elecciones, de los principales medios de comunicación sobre sus vecinos inmediatos. Colombia, por ejemplo, ha sido aniquilada en una de las guerras más sangrientas en la historia de la humanidad durante más de 65 años, como es bien sabido. Lo que es menos conocido es que esta guerra, que se ha reavivado desde la rescisión unilateral del acuerdo de protección por parte del gobierno de Ivan Duque en agosto de 2018, está claramente relacionada con el modelo de desarrollo que los terratenientes conservadores, las élites empresariales y los políticos mafiosos están impulsando bajo la consigna de, supuestamente, no tener alternativa.
El ex presidente Álvaro Uribe, quien está profundamente involucrado en los clanes de la droga[1], y sobre quien Washington todavía tiene una mano protectora hasta el día de hoy, jugó en esto un papel importante. Por cierto, el “modelo colombiano” se fermentó en su momento en clubes de las clases altas de la capital, donde aquellas élites legales e ilícitas se reunían en secreto. Desde entonces, en asociación con los evangélicos cofinanciados por Washington y el sector educativo privatizado, han ahogado al país en el proselitismo de una narrativa hegemónica del desarrollo económico, sin considerar aspectos humanos o ambientales: más minería, productividad, emprendimiento, privatizaciones, estado vigilante nocturno supuestamente “eficiente”, “flexibilización” de los derechos laborales y desmantelamiento de estándares ambientales para facilitar inversiones en agroindustria y extractivismo. En 2020, como resultado de estas políticas completamente equivocadas contamos más de 230 defensores del medio ambiente y de los derechos humanos asesinados, triste récord global, y la más reciente amenaza de muerte contra un activista ambiental de solo 11 años.
En el caso de Perú, la situación pareciera menos sangrienta, pero no es menos corrupta, socialmente destructiva y, sobre todo, muy ligada al ascenso de los conservadores de derecha que dominan el país desde los años 80. Antes del actual presidente interino Francisco Sagasti, fue Manuel Merino quien reemplazó a Martín Vizcarrra, también de ala conservadora. Vizcarra llegó a la jefatura del Estado dos años antes, luego de que el escándalo de corrupción relacionado a Odebrecht llevara a la renuncia al exfuncionario del Banco Mundial, Pablo Kuczynski. También de la derecha estaban antecesores como Ollanta Humala (2011-2016), Alan García (2006-2011), quien se suicidó frente a la persecución por actos de corrupción, y Alejandro Toledo (2001-2006). Pero, ¿cómo fue que la derecha neoclásica y conservadora logró desarrollar tal hegemonía que ni siquiera fue muy sacudida por el escándalo de Odebrecht? A diferencia del correísmo, por ejemplo.
Tiene que ver con el fujimorismo, por supuesto, así como con la guerra contra el Sendero Luminoso, en el curso de la cual murieron o desaparecieron más de 69.000 personas. Fujimori llegó al poder con una retórica antisistema, prometió contar con expertos supuestamente bien “preparados” y, con el apoyo del FMI, le aplicó al país una terapia de choque neoliberal que sigue teniendo impacto en la actualidad. En particular, el Instituto Peruano de Economía (IPE), fundado en 1994, con el apoyo financiero del Banco Mundial y grandes corporaciones locales, es un verdadero think tank neoliberal. Este fue el inicio de una mediación ideológica hegemónica entre empresas, universidades y funcionarios públicos, así como la puerta giratoria entre estos sectores. Se institucionalizó la promoción de la élite empresarial, al mismo tiempo que se disolvió la frontera entre la esfera pública y el lobby privado, caldo de cultivo de todos los escándalos de corrupción que sacuden al Perú hasta el día de hoy.
Con la posibilidad real de una victoria electoral del millonario banquero Guillermo Lasso, otrora integrante de la planificación del “feriado bancario” y exitoso evasor de impuestos, Ecuador probablemente cambiaría por completo hacia el rumbo de Colombia y Perú, incluidas semejantes consecuencias devastadoras para el medio ambiente, la polarización de la sociedad, la explotación, los derechos laborales, derechos humanos, ambientales y derechos de la mujer. También sería muy probable un aumento de la violencia en el país, ya sea por la probada proximidad de gobiernos de derecha y extrema derecha a los cárteles de la droga y del tráfico, o por la mayor presencia de militares estadounidenses en territorio ecuatoriano.
Sin embargo, esto se debe solo en pequeña medida a la persona de Lasso, no precisamente carismática, quien, por ejemplo, nunca visitó las ciudades y comunidades afectadas después del terremoto del 2016. Más bien, detrás de él hay un sofisticado sistema de élites blancas ideologizadas y mentalmente colonizadas muchas veces en el exterior, o aquellos que se consideran blancos, así como un fuerte apoyo financiero internacional, que, sin embargo, está debidamente oculto. Varios institutos dudosos operan en las cercanías del partido CREO, como, por ejemplo, “Ecuador Libre“, el “Instituto Ecuatoriano de Economía Política“, o la “Fundación Ciudadanía y Desarrollo”, todos los cuales forman parte de la red global ultra-libertaria y conservadora Atlas y también son accesibles a través de su sitio web. Reciben fondos y cooperan con instituciones como el Instituto Hayek, la Ayn Rand Corporation o la chilena “Fundación para el progreso”, bajo el liderazgo del radical derechista descendiente de la nobleza alemana, Alex Kaiser, cuyos provocativos escritos elitistas, de poca calidad intelectual,[2]probablemente sean conocidos.
Durante años estos institutos han adoctrinado a la población y a los estudiantes guayaquileños en particular, aunque el lazo nacional se ha apretado en los dos últimos años. Por ejemplo, durante el 2020 el director del think tank ultraliberal “Ecuador Libre” asumió el directorio del recién creado Centro de Economía, Política y Filosofía en mi universidad, en asociación con la Universidad de Arizona. Si bien su director está constantemente promocionando a Lasso directamente en las redes sociales, igual a otros colegas economistas de las universidades privadas, tampoco transparenta información sobre las redes y fondos internacionales detrás de su instituto. Además, varios académicos de la UDLA y la USFQ publican regularmente en el medio conservador de propaganda “4Pelagatos”, que claramente se posiciona en favor de Lasso y su partido, y mantienen una cercanía amistosa e ideológica, y probablemente financiera, con la embajada de Estados Unidos. Por cierto, el editor en jefe es un periodista colombiano que, según se dice, es simpatizante de Uribe.
En la actualidad, y con la infiltración en el gobierno de Moreno por parte de las élites económicas, mediáticas y académicas del sector educativo privado, la mesa servida está a la toma de gran escala del país y sus recursos, su infraestructura y Banco Central, por parte de las élites de Samborondón, en asociación con los católicos y evangélicos del movimiento “pro vida” y, por supuesto, con el respaldo de Washington. Al menos todo parecía estar arreglado hasta que Trump fue expulsado del cargo. El modelo reduccionista de desarrollo que incansablemente predican los Chicago Boys libertarios en nuestros tres países – por no hablar de Chile – ya estaba completamente obsoleto en los 80, y en tiempos de cambio climático acelerado, migraciones globales y pandemias, ni siquiera aborda los problemas reales de nuestro país ni reconoce su relevancia. No hay vuelta atrás en un mundo posterior al covid-19. Ahora se trata de reconocer los signos de los tiempos y de votar por el futuro, más allá de los Correas, Lassos y otros instrumentos suicidas que se utilizan para nada más que ahorcarse.
“Se institucionalizó la promoción de la élite empresarial, al mismo tiempo que se disolvió la frontera entre la esfera pública y el lobby privado, caldo de cultivo de todos los escándalos de corrupción que sacuden al Perú hasta el día de hoy”.
*Johannes M. Waldmüller es docente-Investigador, Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, UDLA
[1] Se sugiere ver la serie investigativa «Matarife», disponible en Yotube.
[2] Véase, por ej. Axel Kaiser Barents-von Hohenhagen, “La tiranía de la igualdad. Por qué el igualitarismo es inmoral y socava el progreso de nuestra sociedad”.
“Además, varios académicos de la UDLA y la USFQ publican regularmente en el medio conservador de propaganda “4Pelagatos”, que claramente se posiciona en favor de Lasso y su partido, y mantienen una cercanía amistosa e ideológica, y probablemente financiera, con la embajada de Estados Unidos. Por cierto, el editor en jefe es un periodista colombiano que, según se dice, es simpatizante de Uribe.” Aqui repite chismes, pesima accion de un columnista.