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lunes, marzo 17, 2025

Una nueva forma de agresión capitalista: el tecnofeudalismo

La Línea de FuegoPor César R. Espín León 

Cuando pensamos en el feudalismo, se nos viene a la mente imágenes de señores medievales gobernando grandes territorios y propiedades con siervos trabajando bajo su poder. Pero si reemplazáramos a esos señores con los actuales gigantes tecnológicos y a esos siervos con usuarios cotidianos de tecnología, veríamos cómo el escritor, Yanis Varoufakis, plantea e ilustra esta analogía a través de lo que él denomina: el tecnofeudalismo.

Cuando trataba de entender esta potente irrupción tecnológica en la vida social y económica de la gente, por coincidencia, descubrí un videoclip en YouTube en el que el economista y escritor Yanis Varoufakis menciona el término “Tecnofeudalismo”. En los primeros minutos de este videoclip, supe que estaba escuchando una argumentación notablemente clara de lo que pronto se transformó delante de mis ojos en una observación y teoría socioeconómica importante y sumamente actual.

Yanis Varoufakis es economista, escritor y ex ministro de Finanzas griego. Conocido por su crítica al capitalismo moderno, Varoufakis lleva mucho tiempo trabajando por un mejor futuro económico global. En su libro, El Tecnofeudalismo: lo que mató al capitalismo, Varoufakis sostiene que el capitalismo está siendo reemplazado, no por un sistema similar o más progresista, sino por algo que le hace recordar a sus clases de historia antigua, el feudalismo, pero que ahora viene disfrazado de tecnología.

Para Varoufakis, la idea del tecnofeudalismo, es que no estamos trasladándonos de un sistema viejo y disfuncional hacia una mejor, más rápida y atractiva estructura sistémica, sino que estamos cayendo en un régimen en el que las empresas tecnológicas funcionan como nuevos señores feudales modernos. Varoufakis sostiene que desde la crisis financiera del 2008, nuestro sistema económico ha cambiado fundamentalmente. La nube, el big data y las plataformas digitales se han convertido en la “tierra” de esta nueva era, controlada por gigantes tecnológicos como Google, Amazon y Meta.

Estas empresas, argumenta Varoufakis, influyen en nuestros comportamientos y elecciones de maneras que no son tan voluntarias como podríamos creer. Así como los amos medievales controlaban la tierra y la mano de obra, las empresas tecnológicas ejercen un inmenso poder sobre los datos y el acceso a los espacios digitales. Esta consolidación de poder, sostenida y apoyada por el gran capital y los gobiernos, se asemeja a la estructura feudal de antaño, donde unas pocas élites controlaban todos los recursos de los que dependían los demás.

El capitalismo surgió de los restos del feudalismo europeo, un sistema donde la mayoría de la población vivía bajo el dominio de una pequeña élite. En el siglo XII, la mayoría de los trabajadores calificados trabajaban bajo las órdenes de los señores feudales y recibían favores en lugar de salarios, mientras que los siervos trabajaban para los nobles terratenientes.

La diferencia entre el sistema feudal y el capitalista radica en cómo se extrae el beneficio: los señores feudales ejercían el poder y control mediante el ejercicio de la fuerza directa, mientras que el capitalismo a menudo encubre la explotación bajo la apariencia de la libre elección.

La idea de un tecnofeudalismo nos insta a examinar críticamente la influencia de las empresas tecnológicas en nuestras vidas, especialmente a medida que nos adaptamos a una era dominada por la inteligencia artificial. A medida que nuestras experiencias diarias se digitalizan cada vez más, los gigantes tecnológicos están ganando riqueza y poder sin precedentes al controlar grandes cantidades de datos sobre nosotros. Esta dinámica nos enfrenta a considerar la siguiente información:

Datos como capital: El control de los datos e información personal y comercial se ha convertido en una nueva forma de capital, que impulsa estrategias de obtención de beneficios para las empresas.

Influencia en la sociedad: las empresas de tecnología utilizan su amplio conocimiento de nuestras preferencias para informar decisiones algorítmicas que afectan todo, desde las noticias que vemos hasta los resultados judiciales.

Desequilibrio de poder: Así como los señores medievales dominaban a sus siervos, los gigantes tecnológicos de hoy vuelven vulnerables a las personas y a las pequeñas empresas, priorizando sus propios intereses sobre la innovación genuina.

Dependencia de las plataformas: las pequeñas empresas dependen cada vez más de plataformas como Amazon y Google para obtener visibilidad y, a menudo, pagan tarifas elevadas solo para llegar a clientes potenciales.

La propiedad colectiva es clave: como afirma Varoufakis: “Para poseer nuestras mentes individualmente, debemos poseer el capital de la nube de forma colectiva”. Sin un enfoque unificado de las plataformas digitales, corremos el riesgo de convertirnos en siervos modernos bajo el control de oligarcas tecnológicos, que darán forma a nuestro futuro sin nuestra participación.

Aunque el tecnofeudalismo plantea preocupaciones válidas sobre el poder que ejercen los gigantes tecnológicos, compararlos con los señores feudales sería simplificar demasiado una compleja realidad capitalista. Las empresas tecnológicas modernas no son sólo amos que controlan todo a su conveniencia y subyugan a sus súbditos; estas también impulsan la innovación y el desarrollo y encarnan los principios mismos del capitalismo: competencia, crecimiento y progreso incesante. Si bien existen similitudes con el feudalismo en cuestiones de control y dependencia, los motores económicos de hoy reflejan un sistema distinto y dinámico.

El concepto de tecnofeudalismo de Yanis Varoufakis ha despertado mucho interés, consiguiendo cierta polémica. Si bien el aumento de la influencia de la tecnología en la economía y la sociedad en general es muy real y demuestra un cambio en la forma en que monetizamos nuestro comportamiento, todavía no estamos inaugurando un sistema económico completamente nuevo.

Un modelo tecnofeudal implicaría establecer un gran monopolio y utilizar una técnica de extracción de datos sofisticada para asegurarla y manipularla para uso exclusivo de los señores tecnofeudales. El sector tecnológico actual no se ajusta al estereotipo clásico de una economía neofeudal (aún cuando existe mucho interés de las grandes empresas tecnológicas para crear monopolios tecnológicos globales). De esta manera, la consolidación del poder por parte de las grandes corporaciones es un sello distintivo del capitalismo, no una señal de su fin. Lo que estamos viendo, no es más que una forma más agresiva de capitalismo y no un giro hacia una nueva forma de feudalismo.

“Para poseer nuestras mentes individualmente, debemos poseer el capital de la nube de forma colectiva”

–VaroufaKis


Imagen principal: Gerd Altmann/Pixabay

 


 

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