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jueves, noviembre 21, 2024

EE.UU. – Irán: Terrorismo a gran escala

Por Tomas Rodríguez León*

Qasem Soleimani, a quien Ali Khamenei llamó una vez “mártir vivo de la revolución”, fue el ejecutado por órdenes directas del presidente Donald Trump, quien enfrenta un inminente juicio que le puede llevar a la destitución. 

Irán  ya inició la  “venganza divina”, en tanto que Arabia Saudita de mayoría sunita y aliado incondicional de EE.UU. ordena preventivamente la ejecución de numerosos sunitas acusados de terrorismo.

“El Islam dice: ¡mata al servicio de Allah a aquellos que quieran matarte!”

Ruhollah-Jomeini

“Tenemos en la mira 52 sitios iraníes, algunos de muy alto nivel e importantes para Irán y la cultura iraní.”

Donald Trump

Los crímenes de Arabia Saudí contra el pueblo Yemení jamás entraron en la lógica de Estados Unidos o Europa, se disimuló siempre el hecho de que los sunitas fueron la base ideológica religiosa de ISIS y Al Qaeda.

Chiitas y sunitas  comparten  prácticas y sostienen antagónicas  diferencias en materia de doctrina, rituales, leyes, teologías y organización. Siendo la principal motivación de conflicto actual el grado de dependencia frente al bloque imperial occidental liderado por los Estados Unidos.

Los sunitas, salvo el episodio de Saddam Hussein que era sostenido tanto por el partido Baaz Árabe Socialista, han sido más del agrado de los norteamericanos, mientras los chiítas “Shiat Ali” (o “el partido de Ali”) herederos del yerno del profeta Mahoma desde la revolución islámica, son la eterna preocupación de la política exterior del mundo occidental.

Así las cosas, las contradicciones por la supremacía hegemónica-religiosa entre las dos grandes ramas del islam son solo la expresión de un conflicto en donde siempre los EE.UU. e Israel son la fuente  real del conflicto con historia trágica y sospechosa. Se ha develizado acontecimientos funestos como la elaboración por parte de la CIA de Al Qaeda y la participación de la inteligencia judíos en la construcción de ISIS, curiosamente está jamás ha atacado a intereses judíos en su práctica terrorista. Tampoco se desmiente la fuerte alianza de EE.UU. con Arabia Saudita y su complicidad con la guerra genocida que lleva adelante la camarilla sunita en contra del pueblo Yemení.

En el pasado EE.UU. apoyó a Saddam Hussein en su guerra contra Irán, para luego liquidar a su incómodo aliado.

Estados Unidos tiene una larga presencia ambiciosa en el golfo pérsico. Tumbó al gobierno laico nacionalista de Mohammed Mossadegh en 1953 y puso en el trono al leal y brutal Mohammad Reza Pahleví quien sucumbió ante la revolución de 1979.

La revolución iraní contravino los intereses de las potencias europeas para explotar los enormes recursos petroleros. Hasta el demócrata y democrático presidente Jimmy Carter en diciembre de 1977, brindó por el Sha de Irán y dijo que el país era una “isla de estabilidad” en un mar turbulento. Inmediatamente la realidad demostraría ser otra.

La Revolución Islámica fue un acontecimiento determinante para la política exterior iraní e internacional con consecuencias directas en la formulación de cuestionamientos a las potencias y su hegemonía en la región. A partir de 1979, con la instauración del nuevo régimen islámico se desarrolló una política que respondió a las causas revolucionarias y se caracterizó por estar orientada a la independencia y el no alineamiento. Moscú, que recibió en época soviética con cautela la revolución iraní, no rechazaría los frutos de una revolución que fortalecería su poder en el Mediterráneo, Oriente Medio y el Golfo Pérsico.

Cuando se debilita la economía de EE.UU. y no se concreta la rehabilitación del bloque capitalista europeo, pero sobre todo cuando el mundo observa la expansión del mega desarrollismo chino, el tema de Irán es gravitante en la política mundial. Lo de Trump asoma como la ira de Nerón ante el destructor incendio por él mismo provocado en el Imperio Romano.

“La Revolución Islámica fue un acontecimiento determinante para la política exterior iraní e internacional con consecuencias directas en la formulación de cuestionamientos a las potencias y su hegemonía en la región. A partir de 1979, con la instauración del nuevo régimen islámico se desarrolló una política que respondió a las causas revolucionarias y se caracterizó por estar orientada a la independencia y el no alineamiento”.


*Por Tomás Rodríguez León, epidemiólogo, profesor de bioética y epistemología.


La Línea de FuegoFotografía: EFE.

 

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