Abril de 2014
¿Cuál era el sueño? Aquél al que se refirió el Presidente Correa, traduciendo la voluntad de los pueblos ancestrales de defender su hábitat; el clamor de los pueblos del planeta por salvar la Naturaleza, salvar la vida. ¿Cómo? Con un aporte, pequeño y todo, pero que despertó el interés de más de un Estado: Mantener el hidrocarburo de los campos Ishpingo, Tiputini, Tambococha, bajo tierra, y contribuir, de ese modo, a la evitación de más contaminación a la agredida atmósfera terrestre. Iniciativa que en Ecuador tuvo el respaldo entusiasta de los pueblos orientales, de los ciudadanos y ciudadanas de las urbes contaminadas, de los campesinos de la Sierra y la Costa.
¿Cuál la crónica de una muerte anunciada? El aborto, insólito, del empeño por lograr de los Estados, los ricos preferentemente, compensar con dinero el “sacrifico” de mantener el crudo del ITT bajo tierra en forma indefinida.
El aborto fue ya visible cuando el Presidente llama la atención, duramente, a las políticas de Cancillería que, supuestamente, cedían soberanía a las NN UU, al aceptar que el fideicomiso de los fondos recabados, estuviese controlado por el organismo internacional. El resultado: salida de Fánder Falconí de la Cancillería, un académico opuesto al extractivismo y que venía trabajando seriamente con los gobiernos en pos de alcanzar la contribución compensatoria.
A renglón seguido y tras el anuncio presidencial del fracaso del plan A, aparece el plan B, de explotación de los pozos, para lo cual se cambia incluso, en los mapas, la geografía de la Patria. Si antes, el propio Presidente invocaba la presencia de pueblos no contactados en la zona de posible afectación –tagaeri, taromenani- y, por ello, mantenía la tesis de su no explotación, resulta que, ahora, tales pueblos no moran en la zona.
Luego, viene la pregunta desde el gobierno: Si no me permiten la explotación de esos campos, denme la alternativa para cubrir las demandas de salud, escuelas, agua potable, alcantarillado para los pueblos amazónicos ancestralmente desamparados. El primero en dar la respuesta fue el sacerdote Pedro Pierre, columnista del periódico oficial El Telégrafo. Dijo, junto con otros comentaristas entre los que me incluyo, que la alternativa era el Socialismo del Siglo XXI. Esta es la voz del sacerdote:
“El petróleo de la Amazonía no resolverá el problema de la pobreza en esta región ni en Ecuador; la pobreza se vencerá sustituyendo un sistema capitalista por el tan mentado socialismo del siglo 21. El Buen Vivir no se construye a base de dinero acumulado sino por el compartir de nuestras riquezas culturales y el respeto inviolable a los pueblos indígenas, en particular los más desprotegidos. Un nuevo país se edifica no desde los escritorios llenos de licenciados, masterados y doctorados, sino desde las luchas de las pequeñas y grandes organizaciones populares, sean o no de nuestro gusto y agrado: los pobres organizados construyen difícil y lentamente, con equivocaciones, el mejor país para todas y todos”. (21 Ago 2013 Columnistas El fracaso es de todos Pedro Pierre pedro.pierre@telegrafo.com.ec). (El subrayado es nuestro).
Esta voz resume la clara postura de los movimientos ecologistas que claman por el abandono de la reprimarización de la economía. Reprimarización que, respondiendo a la división internacional del trabajo fraguada desde los imperios, sirve básicamente para saciar el hambre de materias primas de los países capitalistas desarrollados y los imperialismos emergentes.
A lo que añado: utilizar las ingentes ganancias de las telefónicas, de los bancos privados, de los agroexportadores, de las gigantescas cadenas de supermercados. De confiscar más “clementinas” a los oligarcas que se enriquecen con el sudor de los trabajadores. Esos enormes capitales –que se acumulan, que engordan los bolsillos de los oligarcas y las acciones de los bancos privados- son inagotables. Todo esto, señor Presidente es verdadera redistribución de la riqueza. No lo es el cambio de matriz productiva. Ella conduce a la modernización del capitalismo, el sistema de oprobio que los pueblos del mundo rechazan, y nada más. El petróleo es perecedero. ¿Qué hará el Presidente cuando se agote el estiércol del diablo de los pozos del ITT? La alternativa, señor Presidente, es, además, el turismo ecológico. El propio Yasuní puede ser fuente de riqueza desde esa vertiente turística, del disfrute de la Naturaleza, sin agredirla.
Vino, después, el llamado del Presidente: “Si quieren consulta, recojan las firmas, no sean vagos”. Nuestra observación: si el Presidente tiene la certeza de triunfar en una nueva consulta; si está seguro que el pueblo ecuatoriano le dirá sí a su afán explotador de esos pozos, prescinda del desgaste de los “vagos” ecologistas y convoque él a la consulta. Tendría, para el efecto, el aval de la Corte Constitucional, de la Asamblea Nacional Legislativa, del Consejo Nacional Electoral.
Mas, como las encuestas –aun de empresas afines al gobierno- arrojan un resultado con más de 70% de aceptación de la consulta a fin de conocer la voluntad popular, el paso siguiente fue la nueva declaración presidencial, curándose en salud. Se sabe, dijo el mandatario, que entre los recolectores de firmas de los Yasunidos, hay “falsificadores”. Y añadió, palabras más palabras menos, que del análisis de las firmas, se encontraría un 30% de no válidas. Entonces, la consulta NO VA.
No contentos con ello y ante las 756 mil firmas recogidas por unos jóvenes convencidos de la justicia de su causa –que alguna vez fue causa del gobierno y el gobernante- se echa mano de la fuerza. En el CNE se rompen las cadenas de resguardo de las cajas conteniendo las firmas y se las lleva a un recinto militar, al cual, por añadidura, se impide el ingreso de los veedores del movimiento Yasunidos. Entonces, una vez más, sabemos que la consulta NO VA.
Con el mismo vigor, con la misma entereza con que defendemos las causas soberanas del Estado Ecuatoriano, la soberanía agredida por el imperio norteamericano en la hermana Venezuela; con la misma convicción con que luchamos por un nuevo orden mundial, sin hegemonías ni económicas ni culturales ni políticas; con igual pasión por la creación de una gran Patria Latinoamericana, libre, soberana y socialista, demandamos del gobierno ecuatoriano el respeto a la voluntad popular. Y ésta sólo es posible, en el tema del Yasuní y los pozos petroleros del ITT, permitiendo la realización transparente de la consulta al pueblo.
Punto final, pues, a los absurdos condicionamientos: copias de cédulas de ciudadanía de los recolectores de firmas, tamaño del formulario conteniendo dichas firmas, etc. Y, puesto que las firmas ya están y de sobra en relación con la exigencia, permita el gobierno la realización de la consulta. Sólo a través de ella podremos todos saber cuál es la voluntad popular, la voluntad soberana.