Él sí me representa. Él, que forjó su fortuna desde pequeño. Él, que era pobre, pero con esfuerzo y perseverancia logró darse cuenta que pobre es el que quiere; por eso amasó una fortuna que los envidiosos no le perdonan. No todo banquero es rata: él no. Parece, pero no. Sus enemigos no tienen pruebas en su contra. Lo odian porque recuperó la democracia que el correísmo destruyó. Lo detestan por su simpatía, porque los medios lo aman, los periodistas lo idolatran y los caricaturistas lo ensalzan. ¡Envidiosos!
Estoy contigo, Presidente. Contigo y tu sensibilidad ante los pobres, de aquí, de allá, de Guajaló y Guamaní. Te apoyaré hasta que me den las fuerzas, gastaré suela con mis zapatos -también rojos- acompañando tu andar de Quijote en limosina.
La mala fe de los resentidos sociales, perversos ateos y mata bebés ad honorem, no podrán con tu setenta por ciento de aceptación. Ya quisieran una esposa como la de Guillermo, tan padre nuestro y virgen María de siete a siete. Les mata la envidia porque él es el Jaime Roldós del siglo XXI y la Mama Tránsito encorbatada de los nuevos tiempos.
Sabremos defender en la Shyris, en la González Suárez, la Floresta y Cumbayá, tu proyecto político. Hasta ahora no se me olvida cómo Bolsonaro te levantó el brazo derecho en señal de vocé é ótimo. ¡Ah, Bolsonaro!, otro grande como Guillermo. Si hasta se parecen: separados al nacer. ¡Divinos! He llorado tanto al verlos juntos.
Siempre contigo, Presidente. No permitiremos que el castrochavismo se tome el país como sucedió en Perú, donde un campesino ganó las elecciones. ¿Dónde se ha visto que un ignorante con sombrero salido de los matorrales gane la presidencia? Acá eso no pasará. Hay que desbaratar a los anarquistas, a los vándalos. Otro octubre nunca más. Como dice mi Presidente: alguien debe estar detrás de las protestas en Chile, Colombia y Ecuador. Por eso, a armar a nuestra policía y militares, hay que mimarlos para que le den su estate quieto a los revoltosos. Hay que ser más duro que Duque, más firme, más varón.
Yo sí te creo, Presidente. Conviértete en otro Uribe, como lo dijiste hace algunas semanas. Mételes miedo con tu bastón de oro. Y si hay que inventarse falsos positivos como el Álvaro de Colombia, hay que hacerlo. Todo sea por la paz, por el progreso, por la gente de bien. Haz lo que quieras. Tú sabes que los medios te cubrirán. Y ahora que vas a ser tiktoker-instagramero, la cosa se pone emocionante.
No desmayes, presidente. Si el precio de los combustibles debe subir hasta las nubes, que así sea. Si hay que bajar los sueldos de todos los ricos que ganen más de 500 dólares, que se haga. Si los médicos del IESS no tienen medicinas ni equipos, se aguantan, para eso son médicos. Si los bancos cobran intereses usureros, es su razón de ser. Si toca ganar por horas y precarizar el trabajo, también se aguantan. Si hay que vender el Banco del Pacífico y otras empresas rentables del Estado, hay que hacerlo. Todo sea porque el país prospere.
¡Yo sí te creo, presidente!