A lo largo de la cordillera de los Andes, en el sur de Colombia y norte del Ecuador, desde tiempos preincásicos, ciertos pueblos indígenas fueron conformando enclaves.
Hablaron o hablan lenguas de la familia barbacoana. En el límite norte del macro territorio vive aún en la reserva de Silvia, cercana a Popayán, el pueblo guambiano de lengua barbacoana, la guambiana o misak.
A la llegada de los españoles, en esa zona se había conformado ya la confederación Guambiano-Coconuco, que compartía además de la lengua, un territorio y una cultura.
En el relato de los guambianos hay sucesos mítico-históricos que dan cuenta de su temprana organización: gobernaban el territorio dos hermanos gemelos (de acuerdo a la concepción dual del mundo). En las alturas de la cordillera, Kalambás era el encargado de los asuntos políticos y militares, en cambio en el valle, mandaba Pupayán. Su territorio era extenso y se llamaba Pupen. Hay que notar que en el departamento de Nariño, cerca de la frontera con Ecuador, hay una población llamada Pupeales, palabra que deriva del guambiano Pupen.
En la actualidad, en el resguardo guambiano sigue vigente la clasificación simbólica dual “alto y bajo”, asimismo el símbolo mito-poético de la espiral. El pigmento del achiote se usa como protectora de males físicos.
Un poco más al sur, en Nariño y Carchi, estaban los pastos. Hay evidencias que su lengua (pasta awá) pertenece a las barbacoanas y es muy cercana al awá que todavía se habla en Ecuador. En las cerámica pasto se reiteran una y otra vez imágenes de clasificación simbólica dual y el símbolo de la espiral, además se sabe que los pastos elaboraron sus tejidos con algodón.
En Ecuador se hablaba otra lengua barbacoana, la caranqui o cara, difundida hasta el norte de Quito. Carapungo significa en quichua límite del pueblo cara. La toponimia y onomástica del cara es similar a la de los pastos. Desplazados de la región andina, su antiguo asentamiento cerca de Ibarra, los chachi o cayapas se ubicaron en los bosques tropicales del Pacífico. Ahora habitan en la provincia de Esmeraldas a lo largo de los ríos navegables. La creencia en los dos gemelos antepasados, aún se conserva en el imaginario colectivo. Su lengua el chápalaa, guarda el sonido ts, transcrito al español como ch, que es propio de las lenguas barbacoanas. Comparte palabras con el guambiano y el awá.
Los tsachi (chachi o cayapa) y los tsáchila (colorado) fueron un solo pueblo; comparten el mismo nombre tsachi (gente) y sus lenguas son muy próximas. En algún momento (300-400 años atrás), el grupo se escindió, siguiendo la tradición de subdivisión bimembre. Asimismo es evidente que los tsáchila conservan el uso y el simbolismo del algodón y conocen las virtudes medicinales del achiote, como los pastos y los guambianos.
Los ecuatorianos y su Estado no pueden olvidar estas raíces históricas y culturales.
“Los tsachi (chachi o cayapa) y los tsáchila (colorado) fueron un solo pueblo; comparten el mismo nombre tsachi (gente) y sus lenguas son muy próximas. En algún momento (300-400 años atrás), el grupo se escindió, siguiendo la tradición de subdivisión bimembre. Asimismo es evidente que los tsáchila conservan el uso y el simbolismo del algodón y conocen las virtudes medicinales del achiote, como los pastos y los guambianos”.
*Filóloga. Profesora universitaria, investigadora, periodista. Nacida en Ambato, Ecuador. Es autora de varios libros, ensayos y artículos de su especialización. Algunos de sus trabajos han sido publicados en México, Perú, Estonia, España, Alemania.