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CORREA HA CONVERTIDO SU VOLUNTAD EN LEY. por Ileana Almeida

 30 junio 2014

El tema del agua puede ser abordado desde distintos puntos de vista: desde lo cultural, lo económico, lo ecológico, lo político, lo ético, con la particularidad que desde cualquier punto de vista que se adopte, atañe a las comunidades y pueblos indígenas en aspectos esenciales para su existencia. La concepción de la Yaku Mama no es un pensamiento atrasado, sino una metáfora de las sutiles relaciones del hombre con la naturaleza y de las normas reguladoras sociales como medio de comunicación y negociación.

Garcilaso de la Vega, escribe en su Crónica sobre cómo se manejaba y controlaba el agua en el tiempo de los Incas: “Medían el agua y por experiencia sabían que espacio de tiempo era menester para regar una fanega de tierra. El agua se repartía de manera estricta, sin preferencia para los nobles o jefes. La repartición se hacía en vista de la tierra por cultivar y por turnos inflexiblemente señalados”.

En los tiempos actuales, las autoridades indígenas que controlan comunitariamente el agua son los “señores del agua” y representan lo viejo y lo sabio. Calculan y pronostican, utilizando símbolos míticos y manejando conocimientos concretos sobre situaciones meteorológicas. Son jueces que operan con normas y reglamentos ancestrales fundados en experiencia de las comunidades. Se trata de elaborados rituales que permiten entrever algo de los que en su origen reflejaban las relaciones de la cultura con las medidas económicas de la reciprocidad y redistribución. En algunas comunidades se arrojan cruces de flores a las acequias para propiciar la fertilidad. En otras hay baños nocturnos de efectos vigorizantes destinados a potenciar los poderes espirituales.

El agua no es difícil de encontrar en medio de los páramos y las laderas de las montañas, pero hay que saber manejarla para asegurar su justa distribución. Los indígenas de altura, que viven muy cerca de las fuentes, saben hacerlo, siguiendo las técnicas hidráulicas y los preceptos ético-políticos heredados de sus antecesores, orientados, ahora como antes, a beneficiar a todas las comunidades y, por añadidura, a los asentamientos humanos ubicados en los valles, al pie de los montes.

Acaba de ser aprobada en la Asamblea Nacional la Ley de Recursos Hídricos. El presidente Correa una vez más ha convertido su voluntad en ley. Hubiera sido beneficioso para todos los implicados en el problema llegar acuerdos equitativos propios de una interculturalidad bien entendida. Pero los legisladores del régimen, una vez más, han votado una ley incompatible con la realidad de las comunidades y del país.

Habría sido loable que los asambleístas, en ejercicio de una libertad de conciencia que hace rato han dejado de demostrar, hubieran vuelto por sus fueros para normar la vida democrática dl Estado. El manejo del agua ahí donde brota es para los pueblos indígenas parte inalienable de sus derechos colectivos. La función del gobierno consiste en garantizar práctica de esos derechos.

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