Para autodestruirse, un gran error es no ver los hechos y refugiarse en simplificadoras verdades que encantan, no obligan a pensar y nos convencen de nuestras posiciones, sino prejuicios. Es lo que hacen las izquierdas en relación a Venezuela. EE.UU. viene en ayuda de las simplificaciones y aumenta en provocación con una torpe medida, de invocar “amenazas extraordinarias” a su “seguridad” para sancionar a 7 funcionarios venezolanos. Si bien es una radical respuesta a reiterados desplantes de Maduro, primero contenta a la extrema derecha de EE.UU. que se ve gobernante, luego de la pérdida electoral legislativa demócrata. Obama está acorralado por los “halcones” para hacer demostraciones de poderío. Estos, encerrados en su pasado imperialista, no captan que eso lleva a mayores rechazos sino a la ley de la venganza, tal los islamistas “radicales”.
Pero las posiciones de América Latina, en particular de la Unasur o de Ecuador y Bolivia, no dejan de ser simples adhesiones a Maduro. Es indispensable desde luego continuar con la afirmación de América Latina, ante un pasado imperial y tendencias chauvinistas en EE.UU., pero no con una posición de simple complicidad con un gobierno incompetente como el de Maduro, que hace de la represión y otros actos antidemocráticos la salida por la tangente ante su no-política económica.
Recordemos que el inicial descenso de la pobreza con el aumento de los servicios públicos, se estancó y subió con la inflación y recesión crecientes. El boicot de producción que harían los empresarios, les perjudica en sus beneficios, puede ser comprensible por un tiempo, pero no al punto de volverse norma en años. ¿Cómo no ver la disputa por el poder entre facciones chavistas que empujan a que Maduro falle y se cuelgue a sí mismo?
La compleja realidad venezolana no es para reducirla a fruto de complots y de los malos que hacen y deshacen; eso es solazarse guardando sus posiciones cuando se requiere redefiniciones de fondo.
Una posición mínima de América Latina puede ser el afirmar que resuelve sus problemas por sí misma, casa adentro, para lo cual asume una real tarea de mediación de las partes en conflicto en Venezuela. Esto implica no asumir a una parte sino ser pluralistas para dar cabida a la oposición. Si no, seguirá el conflicto que, con la represión y el desabastecimiento, deslegitimará más al Gobierno y podría llevar a un enfrentamiento violento en que todos pierden, incluido lo que el chavismo tuvo de positivo.
Si Unasur sigue solo apoyando a Maduro perderá credibilidad, se paralizará y creará bases para una reacción contra sus posiciones actuales. Las izquierdas se autoderrotan con primarias posiciones antiimperialistas y en pretender que apoyar a un Gobierno que se reclama de la izquierda es anular el elemental sentido de crítica y hacerse cómplices de la incompetencia o abuso.
Fuente: http://www.elcomercio.com/opinion/columna-jorgeleon-izquierda-unasur-venezuela.html.
Pueblos con gobiernos inquisidores, de pensamiento único, incompetentes, corruptos, se vuelven débiles, le hacen el juego y son presa fácil de los intereses afines al sometimiento, al sufrimiento extremo y a la muerte al fin.
Considero que la parte positiva de la agresión imperialista radica en que a los pueblos presiona a despertar, superarse, unirse, a ser honestos, productivos, a la participación ciudadana en los destinos sociales, método con el que cualquier pueblo de volvería fuerte, talentoso, innovador, diverso, aportador de bienestar a la comunidad mundial. Saludos,