Lo único que ha demostrado hasta ahora la izquierda progresista en el poder, es que capaz de administrar mejor el capitalismo que la derecha. Nada de fondo, nada que implique una transición y peor una salida del capitalismo, todo lo contrario hemos sido testigos de su restauración. Si los capitalistas salvajes en su triste y larga noche neoliberal le pusieron en crisis al capitalismo, los socialistas del siglo XXI con “corazones ardientes” y en un corto albor neoliberal le han ido poco a poco rehabilitando al capitalismo con “calidad y calidez”. Hoy se encuentran más rebosantes y trabajan con “más excelencia” las mismas instituciones creadas por el Estado colonial y criollo. Las pocas instituciones creadas por el progresismo son apéndices para el desarrollo del mismo Estado burgués. No existe ninguna descolonización sino por el contrario que la colonialidad y el racismo se ha exacerbado mucho más.
Hay un afán denodado por la izquierda eurocéntrica por acelerar y terminar la colonización iniciada hace 500 años. Por ejemplo, las “escuelas y comunidades del milenio” impulsadas por el correismo en el Ecuador son las modernas instituciones que con eficacia y eficiencia tienen siempre el mismo propósito de profundizar el colonialismo, esto dicho a su manera, de desarrollar y progresar al indio “atrasado” y “pobre”. Cada día hay más mestizos y menos indios, es decir, período a período aumentan los que se avergüenzan de ser indios y que sienten que han dado un paso adelante al convertirse en mestizos, y aquellos que hace algún tiempo ya se convirtieron en mestizos están en etapa de blanqueamiento total. No solo en forma física sino principalmente dentro de un carácter cultural y epistémico.
El racismo ahora es más sutil, los deja con vestidos indígenas pero su pensamiento y su forma de vida es anti-indígena, así aparecen como integrados a la sociedad. La inclusión social consiste en que se excluyan de sus epistemes para que se incluyan en las epistemes del norte. Hoy hay muchos profesionales indígenas y en altos puestos, pero solo tienen de indios sus rostros y sus ropajes exteriores. Los mismos que se han integrado a las instituciones criollas, no para cuestionarlas y desmitificarlas sino para demostrar a los blancos de que también pueden ser buenos y eficientes como ellos.
En este sentido, si realmente hubiera un interés en el progresismo latinoamericano por un verdadero y profundo cambio, habría iniciado un proceso de descolonización que implica ante todo desmantelar paulatinamente al Estado patriarcal, vertical, centralizado, presidencialista, hegemónico, represivo, construido por el colonialismo y la colonialidad. Y paralelamente construir un nuevo y otro diferente Estado, de tipo comunitario, espiral, integral, complementario, armónico. Por el contrario el progresismo ha fortificado el verticalismo con el hiperpresidencialismo, la concentración de poderes, la centralización, la jerarquización extrema, y el estatismo a ultranza, donde el Estado representa los intereses del pueblo y es el garante de sus derechos, es decir, el pueblo es el individuo que dirige el Estado y que impone los derechos que él cree que necesita la sociedad y las comunidades. No es el pueblo el garante de sus propios derechos sino un único personaje llamado presidente (antes monarca) que vela por los intereses de todos.
Un gobierno revolucionario comenzaría desarmando al Estado burgués de Montesquieu y su división en los 3 poderes, a través de dejarlo como algo museográfico o folclórico, como por ejemplo sucede actualmente con los reyes en los Estados monárquicos-republicanos, para ir construyendo un Estado asambleario desde las formas más sectoriales hasta llegar a las generales o totales. Cada pequeño territorio nombra su asamblea que tiene jurisdicción y decisión local, pero que al mismo tiene que conjugar con instancias territoriales más grandes y así sucesivamente hasta el nivel máximo. Las asambleas de cierta región forman una federación y la reunión de federaciones la gran confederación. Cada asamblea tiene acciones legislativas, judiciales y ejecutivas. Algo así funcionan los municipios y las prefecturas actuales donde hay consejales que establecen sus propias ordenanzas (legislativo), toman decisiones sobre la marcha de los distritos
(ejecutivo), y tienen cierto nivel de decisión judicial (habeas corpus).
Mientras más pequeños sean los espacios territoriales asamblearios se asegura la mayor participación directa del pueblo sobre sus propios espacios y realidades. En cada pequeño territorio se constituye un Consejo local, de la unión de Consejos Locales surgen los Consejos Regionales hasta llegar al Gran Consejo Nacional compuesto por un grupo de personas que ejecutan y cumplen las decisiones de los Consejos Locales en forma espiral y de abajo hacia arriba. De esta manera se rompe con el presidencialismo en el que un solo individuo decide el destino de todos y con el verticalismo en que esta persona toma las decisiones por todos los demás de acuerdo a sus visiones particulares del país que quiere construir.
Todo esto implica un sistema de derechos colectivos y no solamente individuales a como el progresismo ha venido empujando en su remozamiento del colonialismo y del capitalismo. Acomodar, reajustar, restaurar al mismo Estado creado por los sectores dominantes para que ahora administre el pueblo -como dicen los progresistas- es el eufemismo para no cambiar nada, para que simplemente cambien los personajes políticos y se mantenga el mismo sistema de dominación, ahora por los nuevos grupos de poder, siendo esa la experiencia de la izquierda en el poder.
El cambio que se produce, es tan solo el montaje de nuevos políticos en el poder para disfrutar de sus ventajas, pero los grupos de poder económico son los mismos, y si cambian o surgen nuevos grupos económicos, solo es cambio de fichas pues se mantiene el mismo sistema de dominación económica. Que es lo que hasta ahora ha logrado el progresismo en América Latina. El discurso de que “ahora manda el pueblo”, administrando al mismo Estado burgués en beneficio del pueblo, es solo darle tiempo a la derecha para que se restaure y recupere nuevamente el poder, que es lo que está sucediendo actualmente. Descolonizar al Estado burgués de dominación política por un Estado comunitario de democracia política es la mejor forma de asegurar un cambio revolucionario profundo, todo lo demás es prolongar al mismo sistema para que el colonialismo se profundice.
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[…] Fuente: lalineadefuego.info […]