14 septiembre 2012
Se puede recorrer en bicicleta cualquier tramo de nuestra congestionada ciudad, en la tercera parte del tiempo que nos tomaría desplazarnos en automóvil , a ese punto ha llegado la situación de la proliferación de las máquinas rodantes en Quito.
Cuando en nuestras sociedades suceden situaciones evidentemente absurdas, es porque los intereses creados enrarecen la atmósfera hasta el punto de que los implicados que representan el interés de la comunidad dan la apariencia de carecer de un básico discernimiento. Todo lo contrario, las personas implicadas suelen tener, o aspiran a tener, la más variada gama de títulos. Lo claro se torna obscuro, insalvable. Ese es el caso de la movilidad en Quito. El vehículo particular ha sido elevado a los altares. Son deidades en cuyo nombre se sacrifica toda la vida de la ciudad.
Atrás está un gran negocio que los políticos no han querido afectar : el movilismo. Para satisfacer los apetitos inmobiliarios, los gobernantes municipales se vuelcan a extender los límites urbanos en un crecimiento cancerígeno que devora a la naturaleza. Ya no importa cómo vivimos sino qué se puede obtener de nosotros. Vista así la ciudad, cualquier cosa puede suceder. Las propuestas que no vienen envueltas en millonarias sumas simplemente reciben palizas mediáticas por sicarios intelectuales ó simplemente se ignoran. Ese es justamente el caso del metro.
Todas las ideas y propuestas que personas, colectivos, grupos de gestión ciudadana incubaron y desarrollaron para dar solución a muchos problemas de la urbe, sobre todo en movilidad y contaminación, fueron despreciadas y, en cuestión de pocas semanas, el gran negocio se impuso: el metro para Quito. El sueño hecho realidad. Millones y millones se quedarán en pocas manos. Lo que se gastó para comprar opiniones y posturas es sólo migajas.
Sobre la superficie el aire seguirá enrarecido, millones de damnificados por una lenta pero permanente exposición a gases venenosos. Largas horas en el transporte. Se consigue lo contrario a lo que se persigue, la movilidad se hace lenta y tediosa. El peatón y más los pocos ciclistas, condiciones sutiles, están asediados por cualquier conductor con doble personalidad que puede transgredir su espacio con total impunidad. Frente a este caos perfectamente controlado por vampiros institucionalizados, era ingenuo pensar que en Quito se tomaría un camino diferente al que toman muchas otras ciudades: violencia generalizada, aislamiento, marginación, miseria.
El metro es una solución tecnocrática, arbitraria y abusiva a la movilidad de Quito. Dicen que en la pregunta está la respuesta ¿Por qué lo que dice que se hace por la movilidad, aniquila a esa movilidad? Porque realmente no se desea la movilidad, lo que se quiere es: vender autos, dar plusvalía a grandes negocios inmobiliarios, transportarnos como carga y construir metros. Nos apilan como gavetas como es ahora en todos los sistemas ejes norte sur: trole, ecovía y metrovía. Sistemas que rápidamente han llegado al colapso, porque al no haber vías y sistemas alternativos todo se concentra en estos ejes. El metro no es más que un trole bajo tierra, que reproducirá las contradicciones actuales.
Se ha demostrado que el metro es solo una solución que explica la aberración de llenar de carros a las urbes. Ese tal vez es el caso del metro en Santo Domingo, República Dominicana, un país pobre al que le falta todo, situación de miseria que se refleja en su densa capital que cuenta con un metro, muy pequeño para que sirva para la movilidad pero que fue el sueño cumplido de algún político corrupto y sus secuaces tecnócratas.
Entonces, el argumento a favor de que muchas ciudades deban tener metro solamente esconde el hecho que es una solución absurda a una situación absurda. ¿Se ha tomado alguna medida seria para desestimular la desquiciada circulación de automóviles? De una medida pobre, desarticulada y timorata como el pico y placa, pasan directamente al metro. Arbitrario, en vez de buscar la solución en nuestra propia realidad se busca concentrar gran parte del negocio del transporte en pocas manos. Es abusivo, sólo afianza el modelo existente de movilidad esto es el eje norte sur, consolidando las inversiones inmobiliarias. Si todo está concentrado en sola zona, la congestión es la lógica consecuencia.
¿Porque es difícil tener un sistema público de manera que tener un vehículo particular resulte anacrónico, sin sentido, violento? ¿Por qué resulta fácil escoger hacer un túnel de $1.500 millones el Kilometro para no solucionar nada? Circular y contar con movilidad no debería ser ir por el mismo sitio un millón de veces en nuestras vidas, sino irnos a donde queremos, tener contacto con la naturaleza, para aprender, relacionarnos con otros humanos en espacios públicos libres de miedo.
estoy de acuerdo en el análisis sobre la falta de voluntad política y eficacia para resolver el tema de la movilidad en quito…
pero me parece que, quienes afirman que se “puede recorrer cualquier tramo… de la ciudad en bicicleta”, no conocen la ciudad.
¿Cómo recorreremos en bici, quienes vivimos en las laderas de la ciudad??, por cierto somos una gran cantidad de la población. Quienes vivimos en Atucucho, en la Jaime Roldós, en la Ferroviaria, en la Colmena, en Guápulo, en la Argelia, en la Lucha de los Pobres, en Toctiuco, por mencionar unos pocos barrios ? ciertamente, es muy fácil pensar en la bici, para quienes viven en los pocos kilómetros que son planos en Quito, pero con frecuencia se olvidan de esas grandes masas que vivimos con una pendiente muy alta, claro está que hagamos deporte extremo no es la solución… no quiero ni pensar ¿cómo subiré una gran cuesta de más de 30 minutos, cargando a mi guagua y cargando la bici?.. esos temas concretos hay que pensarlos también, caso contrario se corre el riesgo de caer en soluciones, que parecen ser globales, pero que solo sirven para grupos chicos.
Es muy malo leer razonamientos válidos, análisis objetivos de lo que acontece en la caótica y violenta ciudad, y no contar con una conclusión que signifique propuesta de solución. Salvo generalidades. Podrá ser todo, pero el metro contamina menos, o no contamina. Habrá muchos ciudadanos de clase media -que hoy por hoy no tienen más remedio que trasladarse en su automóvil- que preferirán en metro, por ser rápido, y esperemos que básicamente cómodo, junto con abaratar, para el usuario, su movilización. De no ser así, por favor, digan ¿cuáles son las alternativas? Saludos, Jaime
Sr. Muñoz
La lógica conclusión que tenemos que sacar es que es que, si existen tantos carros en la ciudad que copan el espacio, destruyen nuestro aire y le convierten en un infierno a la ciudad, debemos eliminarlos en favor de un sistema público eficiente. ¿Que piensa que es más apropiado, hacer un túnel para meter una máquina o solucionar el grave problema que tenemos en la superficie? ¿No sería de elemental conclusión llegar a lo segundo? En un bus donde caben un promedio de 45 personas, significa una utilización del espacio de aprox. 12 mt, mientras que, 45 automóviles usan más de cuatrocientos metros.
¿Ud. cree que el metro, con la ausencia de políticas urbanas serias que están mas que evidenciadas, nos garantizará una mejor movilidad , un viaje más cómodo y barato? Tal vez Ud. no conoce estos sistemas que funcionan en algunos sitios de América Latina, por ejemplo en Caracas., ciudad bastante plana a diferencia de Quito, simplemente los pasajeros van como carga humana y, arriba todo sigue igual. Ciudades como Bogotá, que no tiene metro, ha preferido sistemas muchísimos más baratos como el transmilenium que cambió radicalmente la movilidad junto con una red de ciclovías que, comparado con la de Quito, la nuestra queda ridícula y solo demuestra la triste demagogia en que vivimos.
De todas manera no quisiera comparar con otras realidades ya que nuestra ciudad es única. Propongo una eliminación del carro particular en un 85% y, a cambio ,un sistema público que deje al vehículo como algo anacrónico, abusivo y demencial.
Saludos
Galo Veintemilla
El problema madre de todos los problemas que padecen las sociedades es estructural, un craso defecto en la organización social el hecho de que grupos de poder administren el producto del esfuerzo de millones, los que pasan a condición de minimizados, sin voluntad ni capacidad.
La experiencia de la democracia directa o participativa, que implica el uso de la voluntad y el talento colectivo propende a la superación en masa, del 100% y bien podría ser la solución definitiva a la nutrida variedad de problemas sociales generados con el tradicional sistema de más o menos el 1% al mando. Novedosa experiencia social que, a más de enriquecedora, hasta divertida sería. Cordiales saludos.