19-09-2017
La corrupción se manifiesta en el mundo político como contrabando, venta ilícita, negociación torcida de bienes públicos, ganancia personal o coima. La ejercen sólo los que administran poder, porque corrupción sin poder o poder sin corrupción resultan excepcionalidades. Siempre tiene carácter económico y denota la moralidad alicaída del estado. La corrupción es un cúmulo de oportunidades para los conectados en las esferas de decisión y reporta beneficio para sobornadores y sobornados.
Rafael Correa llamó a esto “negociación entre privados”. Un economista que desconoce un factor clave: la corrupción no es un agente de producción sino daño al ciclo de generación productiva, no crea valor sino hurto, es por tanto decrecimiento.
El robo o malversación de la propiedad pública al ser dinero no productivo traslada sus costes a la estructura social y el valor sustraído contrae la economía, deforma lo producido e infesta de parásitos el vientre de la sociedad. Si este es el efecto del soborno, y además los dineros reciben otros destinos distintos de las arcas fiscales, la plata que se llevan los corruptos no es dinero del Estado a secas, sino dinero que ha sido reducido de los potenciales valores presupuestados para el ámbito social.
El dinero corrupto enriquece sin pagar impuestos. El gobierno que encumbró la cultura tributaria resultó el más corrupto.
En la apropiación de bienes en la llamada época neoliberal se conjuntaron las porquerías públicas y privadas, no siendo en estricto de carácter liberal o neoliberal aquellas fechorías, porque la adquisición de bienes públicos a precios ínfimos tenían como destino inflar el capital especulativo que terminó consolidando no una burguesia neoliberal sino una lumpen burguesía. Es verdad que el cambio de época, se ha intentado desde la burocracia corrupta una nueva lumpen burguesía
Una contundencia más; La sepsis moral está en relación directa y proporcional al catecismo ético del poder, los gobiernos más escatológicos son los que hablan de manos limpias y son los más propiciadores o facilitadores para que ocurra el suceso corrupto.
Ellos dan estructura e incentivos a negociaciones políticas calculadas. En el caso ecuatoriano es evidente que se ubicó en zona de robo a los actores de la derecha económica a los cuales se delegó responsabilidades empresariales; esto no pudo nunca ser un comportamiento ingenuo de los gobernantes.
Otro factor facilitador es el hipercentralismo y el autoritarismo maniqueo que observa a los otros sin dejarse observar. El estilo Correa es un gran propiciador de la corrupción.
Los funcionarios públicos corruptos asumen riesgos, pero estos riesgos no disuaden su práctica que fácilmente se funcionaliza y se articula a las rutinas administrativas, si se tiene garantías mínimas para su realización discreta, la maquinaria estatal por lo general exige generosidad y buen reparto, racionalidad ejecutiva dirigida a aumentar beneficios y saldos de oportunidad en equidad distributiva entre pillos
Los corruptos no tienen patria y siempre la lógica mayor de la corrupción es transnacional y forma parte de un proceso acumulativo ligado al beneficio de empresas multinacionales que actúan como socios mayores, Odebrecht es un ejemplo típico que explica la expansión de la empresa capitalista, que aporta al atraso económico de los países subordinados
En conclusión, los ingresos derivados de la corrupción son rendimientos financieros mezquinos que no aumentan la riqueza colectiva y los hechos de corrupción omiten el bienestar comunitario. Bajo ciertas circunstancias el dinero sucio de la corrupción entra en el ciclo de realización del capital, es cuando podría considerarse como inicial acumulación originaria, ahí el corrupto hace empresas productivas con una parte de lo robado pero esto es muy improbable, es mucho altruismo que extrema el riesgo porque estas cuentas no caben en las cifras vigiladas y el dinero no cae del cielo ni de lluvia de boletos de la lotería
Finalmente, en el Ecuador la corrupción, creció mientras decrecía la participación ciudadana; el régimen correista al tiempo que hacía su década ganada, desmovilizaba al pueblo, nombraba contralor y fiscal del gremio y reprimía las veedurías. Así se iban acorazando los bandidos en el más completo desafuero
Algo huele a podrido en el reino de Dinamarca decía Shakespeare, mientras en nuestro Tahuantinsuyo la podredumbre pestilente corroe e infecta el ambiente, lesionando el conjunto de la maquinaria administrativa.
Bajo sospecha subyacen las enfatizadas directrices estratégicas con sus predicas de excelencia y efectividad. Las agendas progresistas pierden credibilidad y embarran el imaginario histórico de una izquierda con antecedentes de entregar su vida por los oprimidos. .No hay corruptos de izquierda lo que hay es izquierdazos e izquierdosos ambidiestros.