16 Abril 2014
Luego de las veladas en favor del Yasuní, realizadas en agosto de 2013, el grupo denominado Yasunidos efectuó un trabajo silencioso en las distintas regiones del país para conseguir el objetivo trazado: las más 600 mil firmas que viabilicen el llamado a Consulta Popular para evitar la explotación de esta importante zona ecológica. Desde el Gobierno, la estrategia fue bajar el tono sobre el Yasuní en los últimos meses del año pasado, el tiempo era propicio para que Alianza PAÍS se organice para el proceso electoral del 23 de febrero de 2014.
Desde esta óptica, los intereses electorales a corto plazo eran claves para el Presidente Correa, con una “amplia victoria” y la retención de ciudades como Quito y Cuenca, pueda afrontar temas álgidos como la campaña de recolección de firmas para un posible llamado a Consulta Popular en favor de la no explotación del Yasuní, o la enmienda a la Constitución para la reelección presidencial. Sin embargo, para el grupo de activistas Yasunidos, este fue el tiempo propicio para recolectar la mayor cantidad de firmas. En plazas, avenidas, universidades, y eventos artístico-culturales, los jóvenes activistas hacían una campaña silenciosa, a tal punto que en los últimos meses de 2013 y los dos primeros de 2014, desaparecieron prácticamente de la agenda de los medios públicos, privados e incautados.
En ese mismo periodo, el Presidente Correa intentaba demostrar que su constante presencia en los medios de comunicación sumada a las carreteras, hospitales, y escuelas del milenio le otorgaba a los electores una óptica distinta a las persecuciones políticas, la descalificación de los otros (la oposición de izquierda y derecha), la represión y la censura solapada bajo el slogan de la regulación y el cumplimiento de la ley. A pesar de ello, las respuestas de los ciudadanos, convertidos por el Gobierno en meros electores, fueron contundentes el 23f: una cosa es gobernar con autoridad y otra muy distinta es gobernar con autoritarismo; una cosa es expresar una opinión en ejercicio del derecho a la libertad de expresión, y otra muy diferente es convertir esa opinión en verdad absoluta o dogma de fe.
Bajo este criterio, la presencia de los Yasunidos en el escenario político del 2014, sobre todo, después de la entrega de firmas al Consejo Nacional Electoral para que convoque a Consulta Popular y evitar la explotación del Yasuní, pone de manifiesto dos consideraciones: En primer lugar, la movilización del pasado 12 de abril permitió la re-apropiación de los espacios simbólicos de lucha y socialización de la izquierda, como el parque de El Arbolito y la misma calle, donde no solo se genera la opinión pública, sino también, a través del activismo y las movilizaciones, se expresa un tipo distinto de participación ciudadana ligada al proceso de construcción del sujeto político . Ambos espacios públicos permitieron el re-encuentro entre los ciudadanos, los movimientos, y las organizaciones sociales.
Un segundo aspecto gira en torno a la siguiente premisa: si en los 90 – como mencionaba Erika Silva – se dio el paso de la centralidad del movimiento obrero al indígena, en la segunda década del siglo XXI, esta centralidad se traslada a las organizaciones sociales y grupos de activistas- en su mayoría integrados por jóvenes sin militancia política- cuyos discursos plantean la defensa de la naturaleza y el respeto de sus derechos consagrados en la Constitución, por fuera del modelo primario exportador rentista del Estado y los intereses de las transnacionales petroleras y mineras. Bajo este principio, se puede entender el cambio de rol en los partidos y movimientos políticos de izquierda , que fueron actores proponentes de cambio- antes de los 90-, y que ahora son, únicamente, actores adherentes al cambio.
Finalmente, la presentación de las 756.291 firmas para mantener el crudo del Yasuní bajo tierra fue la mejor respuesta que los activistas le dieron al Primer Mandatario, quien los increpó en el pasado 17 de agosto de 2013 en su acostumbrado Enlace Ciudadano. “Si quieren una consulta, de acuerdo, vamos a la consulta. Pero no sean vagos, recojan las firmas si tienen tanto apoyo” . Esto marcó la primera derrota del Gobierno del Presidente Correa frente a las organizaciones sociales y grupos de activistas, y la segunda después del 23 de febrero.
Lamentablemente, el Presidente Correa está curándose en salud. Afirma saber que entre los activistas están falsificadores de firmas. Y añade que la oposición, ante la descalificación de firmas que haga el CNE, afirmarán que es jugada de Correa, quien manda en ese organismo. Lo que muestra la necesidad de una presencia cuidadosa y permanente de los activistas en el control de esa revisión. Cuidar de que no se anulen firmas por asuntos absolutamente baladíes, pretextos, en el fondo, para que las anulaciones sean lo suficientemente altas como para decir NO a la consulta. Si el presidente afirma tener seguridad de volver a ganar en esta consulta, ¿Qué le impide hacerlo, desde su propia iniciativa, y sin la necesidad de que los “vagos” se movilicen en la recolección de las firmas? Pienso que es el anuncio de una consulta frustrada. Mejor si yerro.