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jueves, noviembre 21, 2024

NO NACIMOS INDIOS, NOS HICIERON INDIOS. por Ollantay Itzamná

Rebelión <www.rebelion.org>

 

En la Abya Yala actual, permanentemente se recurre a la palabra indio para referirse a las personas originarias en condición de exclusión y de subalternidad. En sociedades fragmentadas como la hondureña o la guatemalteca, los “citadinos” nos llaman “inditos” para no faltar a la caridad cristiana y edulcorar la “tolerancia”.

Para los sectores que monopolizan la construcción y reproducción de prejuicios sociales, “el indio siempre fue indio, y seguirá siendo indio”. Pero no se dan cuenta que el concepto indio es una categoría de dominación sociopolítica intencionalmente construida y “naturalizada” a partir del siglo XVI.

La palabra indio es la materialización más burda del darwinismo sociopolítico y cultural que intencionalmente se aplicó en la colonia y en las repúblicas bicentenerias sobre nosotros los originarios/as, con la finalidad de deshumanizarnos. Es decir, asumirnos como no humanos, complemento (laboral) para las nuevas tierras usurpadas. Por tanto, si tan ni siquiera contamos como humanos, tampoco podemos tener derechos, ni propiedades. Mucho menos podemos ser ciudadanos plenos (sólo votantes, jamás gobernantes).

Por eso, cuando Ud. escucha la palabra indio, automáticamente lo relaciona con lo antiestético (feo, sucio), miserable, vago, desconfiado, bruto, ignorante, inútil, supersticioso, providencialista, resignado, borracho, lujurioso, y un largo etc. En otras palabras, la palabra “indio” no es otra cosa que la materialización de los vicios.

Y lo más triste e irracional. Cuando Ud. se encuentra con un nativo de la América profunda, con idioma, estética, gustos y olores diferentes a las de Ud., casi automáticamente siente repulsa o lástima. Su inconsciente le revela que Ud. está ante un “indio”. Sólo ante un prójimo (un semejante) se siente amor.

Pero, ¿qué es el indio? ¿Los primeros europeos que llegaron a Abya Yala, en el siglo XVI, como Cortés, Pizarro o Alvarado se habrán encontrado con indios? ¿Quiénes y por qué construyeron/establecieron el concepto indio en Abya Yala?

El indio es una construcción sociopolítica y cultural de la colonia, y afianzada por las repúblicas. Los invasores no encontraron en Abya Yala habitantes vagos, brutos, resignados, ignorantes. No encontraron indios. Encontraron nativos del lugar a las que en los primeros documentos los llaman “naturales”. La categoría indio fue una construcción colonial para deshumanizarnos filosóficamente a los nativos, negarnos derechos, apropiarse de nuestras tierras y bienes, y explotarnos sin eliminarnos.

Ahora, Ud. dirá que las montañas y valles de México, Guatemala, Ecuador, Perú, Bolivia y otros, actualmente están habitados por seres sumisos, resignados, desconfiados, sucios, analfabetos, brutos, etc. En parte sí. Pero no somos indios. Somos seres humanos que hemos llegado a corporizar la dominación y las estigmatizaciones impuestas por varios siglos sobre nosotros. Si acaso algunos aún somos “indios” (colonizados), no hemos nacido indios. Nos hicieron indios. Por tanto, no somos una realidad “natural”, innata, ni definitiva. Somos una realidad políticamente configurada, y estamos en proceso de emancipación de esa configuración.

Producto de las nefastas historias irredentas, y de nuestras circunstancias adversas fuimos asumiendo (corporizando), en muchos casos, actitudes, roles, sentimientos e incluso una falsa conciencia de ser indios para siempre. El sistema colonial y republicano nos ha repetido (inoculado) tanto, por activa y por pasiva, nuestra situación de “ignorantes”, “brutos”, “salvajes”, “resignados”, hasta el límite que nos habita el complejo de inferioridad. Pero sólo es eso: un complejo. Y así como fue construido también podemos y debemos deconstruir y liberarnos.

Si los invasores durante la colonia crearon la categoría indio para afianzar la maquinaria colonial del despojo; las repúblicas, algunas, en su intento de construir la “nación”, se empecinaron en asimilarnos y ladinizarlos. Para este objetivo se institucionalizó el racismo y el desprecio del “indio” para justificar la exclusión de los pueblos originarios.

En el siglo XVI, juntaron a nuestros abuelos/as (quienes vivían esparcidos en territorios), y organizaron los sistemas de pueblos indios (caso de la Audiencia de Guatemala). Y ¿qué era un pueblo indio? Nativos aglomerados en pueblos con la finalidad de organizar, garantizar y repartir mano de obra gratuita para los hacendados que ocupaban las tierras de donde fueron sacados los mimos originarios, y garantizar de manera segura el pago de los tributos al Rey. A cambio nos dejaron el bautismo y la Biblia.

Durante la República, las diferentes revoluciones no significaron cambios sustanciales para nosotros/as. Las revoluciones liberales y las reformas agrarias, en buena medida, sirvieron para legalizar el despojo de las tierras comunales de los pueblos originarios. Sin tierra, sin derechos, sin oportunidades, humillados, en espantoso empobrecimiento, ¿cómo podíamos no convertirnos en indios? Así como la condición de la colonialidad es producto histórico de relaciones de poder, también la condición de “indio” es una construcción histórica colonial para afianzar el sistema de saqueo y de despojo.

Por esta perversa intencionalidad de la categoría indio, construida para deshumanizarnos, no nos llamen indio. Somos hijos/as de la Tierra como tú. Con diferentes estéticas, sentimientos y pensamientos, pero siempre abiertos aprender de las y los demás, si ellas y ellos también están dispuestos a aprender de nosotros. Así como no deberíamos llamar extranjero/a a ningún hijo/a de la Tierra. Después de todo, incluso la categoría de nacionalidad (fronteras) es una construcción política para estabularnos. Dinos indígena, originario, nativo, Tierra que piensa, que siente, que llora, que sueña, pero no nos llames indio, ni extranjero. Sólo unidos/as le haremos frente a este sistema de muerte que, ahora, incluso hasta a la capacidad del metabolismo de la Madre Tierra ya lo está convirtiendo en dólares.

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PENSAMIENTO CRÍTICO
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3 COMENTARIOS

  1. shinapachami kan ñukanchi runakunataka …ahuwankapallami chayamushka kan…..shinapash runakunaka shinchi shinchi purishunchi sumaklla tantanakushpa….kuyayay tukuy runakuna

  2. Me alegra que hayan tocado así el tema, coincide, aunque no totalmente, con una especulación personal respecto la etimología de la palabra indio en base a unos escasos conocimientos del latin que he logrado.
    El caso es que en la roma antigua, la estructura de clases tenía en su último estrato, el de los “indivisos”, gente tan, pero tan pobre, que no tenía nada para dar y por lo tanto, que “no se podían dividir” (entre dar y dividir hay una relación etimológica y semántica). con el tiempo, la palabra evolucionó hasta “individuo” (es una tautología decir “pobre individuo”), cuya prole era “indigeno”, que tenía una condición “indigente”,
    Cuando llegaron los europeos a este continente se dedicaron conciensudamente a despojar a sus ingenuos habitantes no solo de sus tierras y posesiones, sino también de su personalidad, costumbres, sentimientos, etc., y aprovechando la confusión inicial de Colón, siguieron denominandlos, pero ya sin el contenido patronímico, sino con el de su tradición cultural latina: a la raíz “ind”, se le añadió, por comodidad gramatical, la desinencia de género: “o” (“indio”) para el varón, y “a” (“india”) para la mujer, acusando de la desgracia a sus víctimas y no a los que la causaron.
    Así tenemos, entonces, que efectivamente, la palabra “indio” no es propia de ninguna parcialidad ni etnia ni nacionalidad ni nada de los pobladores originarios, fue impuesta por los desaprensivos e hipocritas europeos, que vinieron a esta tierra cargados de un contagioso racismo que lo vivimos tan fuertemente hasta nuestros días.
    No hay, por lo tanto, diferencia en decir indio, indígena, indigente, y tampoco es aceptable el término “aborigen”, que asigna la condición de “fuera de origen” (ab = fuera, extraño) a quien se le caifique de tal, lo que no se comprende sino cuando se considera que los únicos que tienen la condición de “originarios” en la semiología árabe – latina, son los llamados “hijos de Dios”, esto es, los de ascendencia judía, que serían los únicos descendientes de los mitológicos Adán y Eva, pues los demás seríamos “gente”(con la que se habría “mwzclado” Caín, después de matar a su hermano. De ahí, el calificativo de “gentiles” que aquellos dan a quienes no son judíos.
    No somos indios, nos hacen indios, sobre todo, si consideramos que los últimos descubrimientos logrados al analizar el mapa del genoma humano indican que NO HAY RAZAS, que toda diferencia física no pasa de la acumulación de efectos climáticos en la estructura orgánica de las colectividades e individuos.
    ¿Cómo denominarnos? creo que lo mejor es decir que somos humanos, así, en general, sin diferencia con ningún otro humano de cualquiera de las latitudes del planera tierra, y si es necesario algún patronímico para denotar el lugar de origen, está bien el del respectivo país o ciudad o pueblo, según sea necesario, del cual y en el cual existimos.
    Agradeceré cualquier rectificación fundamentada, un saludo para todos

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