Por Kintto Lucas*
Ahora, hace poco, acá nomás, la gente de poncho y faldas coloridas entró al camino, como si fuese a buscar la tierra prometida, o vida prometida, o muerte si no se puede sembrar y cosechar. Entró al camino como si fuera a juntar los colores del arco iris en un solo telar, con pasos de mucho tiempo y miradas tan largas que llegan a la ciudad. En la ciudad hay unos que dicen que la gente de poncho y faldas coloridas entró al camino para romper la paz.
¿Cuál paz?, se preguntan en los barrios de pobreza infinita donde los jóvenes se mueren de tristeza o rabia o las dos cosas. Mientras, los que hablan de paz ponen sus culos en remojo en las piscinas y beben whisky tras los muros altos que les impiden ver las calles, los muertos, la tristeza y la rabia de los muertos y los que sobreviven. ¿Para qué verlos?, dicen, si nos perturban nuestra paz. Dueños del odio y las etiquetas.
¿Cuál paz?, se preguntan en los barrios de infinito dolor, mientras otros sueñan con sus culos en una piscina pero la tarjeta no les da para tanto y se muerden los labios culpando a la gente de poncho y faldas coloridas por el interés del banco. Dueños de la frustración y el celular.
En todo caso, la gente de poncho y faldas coloridas entró al camino con una sonrisa, como a la paz, o tierra prometida o vida prometida, o muerte, qué sé yo.
En el camino hay tantas bombas que explotan en sus miradas, en sus ojos. Explotan las lágrimas y el cansancio de tanto esperar la tierra prometida o vida prometida, o paz. El camino explota, los ponchos y faldas explotan, los zapatos, el corazón, el esqueleto, el maíz, las papas, la siembra y la cosecha. El camino explota en la carreteras, en las calles, en la cara y en la piel.
La historia está en el camino. Los ponchos, los telares, las faldas. El camino es la imagen más colorida de la memoria a pesar del gobernante y las sombras del gobernante. Es la imagen más transparente de la memoria. La historia del camino es como la del Inti Raymi, alegre zapateo cuando empieza, victoria en la derrota al terminar.
Los ponchos rojos, azules, negros, las faldas, los sombreros, las sonrisas largas y frescas, las lágrimas, vienen de muy atrás. Hace siglos cuando empezaron a tejer los ponchos y las faldas tejieron el camino. Hoy siguen zurciendo ponchos y faldas que han resistido lluvias, heladas, soles, volcanes y explosiones.
Saben de la memoria que el camino necesita ponchos y zapatos que resistan intemperie, bombas, balas, odios. Saben además, que en el camino sangran las lágrimas, sangra la sal, la tierra, la piel de la tierra, las semillas, sangran sangre como diría Juan.
Entrar al camino es como entrar a la siembra o a la cosecha o a una plaza o ciudad, perdidas en el páramo. Sangra el camino. Sangra la gente de poncho y faldas coloridas sobre la piel de la ciudad. Pero, ¿cómo es posible no ver tanta ternura en la piel del camino, en las calles, entre la vida y la muerte?
Ahora bien, pase lo que pase en esta parte del camino, todos sabemos que mañana, otra gente de poncho y faldas coloridas volverá, porque el camino es infinito en los pies y en la mirada de quienes aspiran sembrar y cosechar la tierra prometida o vida prometida.
Volverán, atados al asfalto como al sol, a los pájaros, a la sangre. Aman el futuro en la piel del camino y no les importa el odio, el castigo, el dolor en los ojos y en la entrañas.
Volverán a caminar confiados que algún día, alguno o alguna, perdidos en la ciudad, tomarán su ternura como una bandera y seguirán dulces caminado por las calles secas, húmedas, polvorientas, ensangrentadas. Y en algún lugar encontrarán la tierra o vida prometida o paz…
En el camino hay tantas bombas que explotan en sus miradas, en sus ojos. Explotan las lágrimas y el cansancio de tanto esperar la tierra prometida o vida prometida, o paz. El camino explota, los ponchos y faldas explotan, los zapatos, el corazón, el esqueleto, el maíz, las papas, la siembra y la cosecha. El camino explota en la carreteras, en las calles, en la cara y en la piel.
*Kintto Lucas, escritor y periodista uruguayo-ecuatoriano. Ex vicecanciller de Ecuador.
Fotografía: autor(a) desconocido(a).
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En el pie de pagina del articulo dice:
“Kintto Lucas, escritor y periodista uruguayo-ecuatoriano. Ex vicecanciller de Ecuador.”
Me permito recordar que el autor fue vicecanciller en la epoca del correato.
Vale la pena recordar tambien como el correato persiguio a los indigenas no solo a traves de las fuerzas regulares sino con grupos paramilitares como los “Comites de defensa de la Revolucion” que ahora paradojicamente estan actaundo junto con otros grupos guerrilleros como “apoyo” al movimiento indigena y son coautores o instigadores de la violencia sucitada.
Kinto Lucas habla de la “pobreza infinita” y yo me pregunto por que el correato no termino con la pobreza en 10 años de gobierno?
Despues dice “los que hablan de paz ponen sus culos en remojo en las piscinas y beben whisky” y yo me pregunto si esta hablando del “cartel de los tetones” de Miami, entre los cuales esta el asambleista correista Aleaga y que son probables financistas de los eventos y grupos subersivos.
“Y en algún lugar encontrarán la tierra o vida prometida o paz.” Promesas, promesas, promesas de los mesianicos de turno.