El gobierno del presidente Correa mantiene una política equivocada frente a los indígenas. Su principal error está en no haber tomado en cuenta que estos, durante medio milenio de explotación, no han dejado de reflexionar sobre su situación. Desde los años 1980, sus dirigentes han sido cada vez más conscientes de su realidad social y política y han definido a sus pueblos como nacionalidades enfrentadas a un Estado-nación que les excluye. El mandatario, por lo visto, no conocía el pensamiento político de los pueblos originarios cuando llegó al poder. Los elementos constitutivos de una nación (lengua, cultura, territorios, formas económicas, memoria colectiva) están presentes tanto en la nación ecuatoriana como en los pueblos originarios. Los criollos forjaron un Estado-nación encaminado hacia el capitalismo, excluyendo a los pueblos indígenas, que luchan por un Estado Plurinacional protector de sus derechos.
Si los mestizos valoramos el español como nuestra lengua nacional, con la misma razón los indígenas valoran las suyas, vivas y milenarias, que les han permitido salvaguardar su identidad histórico-cultural. Si nos preciamos de la cultura ecuatoriana y latinoamericana, ellos aprecian las suyas y sus propios discernimientos de la realidad. Si somos capaces de defender con la vida nuestro territorio, del mismo modo ellos defienden los suyos, o lo que queda de estos, porque son ámbitos que les permiten desarrollarse como pueblos. Si respondemos a la economía del Estado y el Mercado, ellos todavía muestran adhesión a los objetivos comunitarios. Los indígenas han dejado en claro que no pretenden construir otro Estado, pero el Estado ecuatoriano se empeña en mostrarse como representante solo de la “nación ecuatoriana”.
Los indígenas proponen la coexistencia de sus nacionalidades con el Estado actual, una Asamblea Nacional que incluya una Cámara de nacionalidades indígenas, instituciones propias que amparen las lenguas, el reconocimiento de sus culturas como ecologías populares, respeto a los territorios ancestrales, defensa del agua, justicia autónoma, programas económicos sin condicionamientos políticos para las comunidades, lo que sería beneficioso para indígenas y no indígenas.
Los presidentes Roldós, Hurtado y Borja empezaron a dar cabida en el Estado a los derechos indígenas. Roldós con la alfabetización en quichua, Hurtado con la Educación Intercultural Bilingüe, Borja al legalizar los territorios y la autonomía de la EIB. Se esperaba que Correa ahondara las políticas a favor de los indígenas, pero no ha sido así. Su gobierno ha distorsionado la esencia de la EIB, atenta contra los territorios y recursos naturales, trata de cooptar a los líderes de la Conaie y la Ecuarunari, permite que las trasnacionales deformen la economía comunitaria, ataca a la justicia indígena y acusa a los dirigentes de terroristas y saboteadores.
* Filóloga