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domingo, diciembre 22, 2024

SE BUSCA CARISMATICO. por Atawallpa Oviedo Freire*

 

 

 

Correa 2006

 

21 abril 2015

Recuerdo lo que pasó en 2006. Se decía que ganaba Álvaro Noboa y nosotros presentamos un candidato joven, simpático e inteligente, Rafael Correa, que era simpático en esa época, que no había cambiado su carácter ni se había vuelto prepotente, y el país lo escogió a él. Empezó con muy poca intención de voto y fue creciendo y creciendo. La política es el arte de transformar la realidad, cuando no se comprende se cree que todo es imposible. Todo es posible, al contrario.

Gustavo Larrea, mentalizador de Alianza País.

 

La política, desde que existen las clases sociales -según Marx-, y que naciera en Occidente se ha convertido en farándula o quizás siempre lo fue y ahora simplemente se expresa en forma más clara y plena. Inconscientemente, muy bien lo caricaturiza el programa “En Corto” del canal de televisión Teleamazonas, y en el cual, muchos políticos participan fervorosamente en este reality show de la política, esperando ganar más votos en su carrera al poder. Saben muy bien que la “democracia de un día” es votos, los mismos que posteriormente le permitirán hacer lo que su deseo les lleva en gana, o como diría Correa: mientras yo sea presidente se hará mi voluntad, sino búsquense otro presidente.

Y para llegar al poder, no es requisito indispensable tener vastos conocimientos, ni tener una vida de compromiso con un pensamiento definido, ni tener gran experiencia en la dirección de una institución, sino principalmente tener carisma, ese no sé qué: para atraer a las masas, para embobar al pueblo; o ese sex appeal para deslumbrar a algunas mujeres, como el caso de Jamil Mahuad en el Ecuador o de Enrique Peña Nieto en México quienes llegaron al poder porque eran guapos[1]. Recuerdo personalmente haber escuchado decir a algunas mujeres ecuatorianas que votarían o habían votado por Mahuad porque era guapo, como igual de Correa porque era “simpático”.

INFOBRANDING

El último invento del capitalismo es el “infobranding político”, que es la nueva mercadotecnia político – electoral que tiene la capacidad de transformar al candidato en una marca utilizable y vendible. O la capacidad de presentar mediante “linchamiento mediático” a un gobernante en un galán de telenovela política que actúa como salvador de los pobres y víctima de los ricos (pelucones). Éste el nuevo show político que no distingue entre vida privada y pública, ni establece límites entre los intereses del Estado y los grupos auspiciantes, quienes le han convertido sutilmente en su títere luego que le han educado (léase domesticado) en sus conceptos y patrones de vida. Las empresas o fundaciones seleccionan a sus chicos, los promocionan, los envían con becas a las universidades de la excelencia, y luego los ponen de presidentes y en otros puestos, desde donde recuperan la inversión e imponen sus nuevos patrones de consumo. Ellos -por su parte- se creen independientes, sin darse cuenta de que han sido formados en las universidades del primer mundo y que cumplen con la misión de continuar con la colonización epistemológica y ontológica de los “atrasados y subdesarrollados” del tercer mundo, bajo el eufemismo de progreso y desarrollo. Regresan con el cuento de que van a hacer el “milagro” de transformar a los pobres y de llevar el país al primer mundo, esto es, de colonizarlo definitivamente.

Para seleccionarlos buscan principalmente a los carismáticos, a aquellos -que como dice el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española- tienen el “Don gratuito que Dios concede a algunas personas en beneficio de la comunidad.” Esa, la suerte de ciertos escogidos o elegidos a los que dios les ha dado ese privilegio, y que luego es aprovechado por los empresarios y sectores de poder oficial haciéndolos creer que tienen la huella divina del conocimiento positivista para salvar a los pobres, es decir, a los pobres incautos.

Infobranding del que no se salva la izquierda, que también ha recurrido a los carismáticos para llegar al poder, como lo han señalado Gustavo Larrea o Alberto Acosta[2] propulsores del partido Alianza País, quienes buscaron para su proyecto político un joven carismático que pueda abrir su propuesta. Creyeron que sería un caballo “inteligente y simpático” sobre el cual podrían montarse y conducirlo por donde querían los movimientos sociales y ellos también. Pero no pudieron darse cuenta que ese caballo era más feroz y autosuficiente[3], que al poco tiempo les botó de sus lomos como también a los movimientos sociales, para por el contrario intentar montarse sobre ellos, logrando con algunos que siguen todavía bajo sus dominios, pues de los que iniciaron Alianza País la gran mayoría ya está fuera.

Ahora señalan que Correa “ha cambiado su carácter y se ha vuelto prepotente”, o que les traicionó. Es decir, siguen creyendo que Correa se equivocó de camino o que se desvió, cuando los que se equivocaron fueron ellos, al no poder ver más al fondo y solo vieron al joven inteligente y simpático. Siguen sin entender que Correa no cambió sino que ellos se equivocaron al elegirlo como su candidato eslabón. Como dice José Mujica, el poder solo deja ver quien realmente es una persona. Bien podríamos decir: dale poder (especialmente económico) a alguien y te diré quién es.

Ellos, ni los movimientos sociales nunca le vieron a Correa en ningún tipo de poder, ni realmente en nada, pues nunca estuvo activando desde la izquierda y su antecedente era tan solo a nivel católico y de los boys scouts. Los engañados son el pueblo, porque no le conocían, pero los que decían conocerle solo le conocían superficialmente, y porque más les importó su carisma que buscar a alguien probado en el camino del poder.

Lo importante era llegar al poder, aplicando lo que dice Gustavo Larrea de que “La política es el arte de transformar la realidad, cuando no se comprende se cree que todo es imposible. Todo es posible, al contrario.” Una visión maquiavélica en la que lo importante es el fin y no los medios, aunque en última instancia eso es la política, y que hoy se ha dejado ver más claramente farandulera (charlatana) en su cosecha de votos en la “democracia de un día”.  Y “como todo es posible” en la política, lo consiguieron, llegaron al poder con Rafael Correa, pero a un poder efímero sustentado en el carisma de su candidato, y como en la política nadie sabe para quién trabaja, terminaron atacados por ese mismo poder que ayudaron a inflarlo.

Entonces, lo importante no es llegar al poder sino construir el poder, eso es lo que no entiende y sigue sin entender la izquierda en general[4]. No entienden la “rebeldía” del EZLN y demás movimientos de ese tipo, que no se desesperan por la toma del poder sino por la toma de conciencia. El que tiene que llegar al poder es el movimiento popular organizado conscientemente. No llegar por llegar, y peor con alguien desconocido y cuyos méritos superiores sea ser simplemente carismático. Ahí el resultado que han obtenido y que al pueblo le ha tocado vivir al elegir a carismáticos y guapos[5].

TURNO Y ROTACION

El “don” con el que nació[6] Rafael Correa le llevó al poder en un mundo y en un sistema donde llegan principalmente los carismáticos, mediante elecciones y a través de partidos políticos. Algo totalmente diferente al mundo indígena ancestral que funciona al revés, esto es, por turno y rotación, y en la que todos tienen la obligación de pasar en forma paritaria (con su pareja) por la dirección de la comunidad.

Mientras en el uno se pelean por llegar a dirigir, en el otro es obligatorio el servir. En el uno hay la corrupción, el muñequeo y la trampa mercadotécnica, en el otro –algunos- hasta tratan de evitarlo por las altas responsabilidades y porque descuidan sus cosas personales por servir a los demás. Esto último es algo impensable e imposible que suceda en el negocio de la carismática política y del poder en occidente. La política como inversión que permite el enriquecimiento fácil y rápido, como por ejemplo los nuevos ricos de Alianza País y de los que se han enriquecido aún más con la “revolución ciudadana”. Su pretexto: luchar por la eliminación de la pobreza, para evitar asumir el asunto estructural que es la concentración de la riqueza. Como muy bien lo entienden, los gobiernos de derecha de Colombia, Paraguay, República Dominicana, que  han disminuido más la pobreza que el gobierno de izquierda de Rafael Correa.

Actualmente la oposición política al gobierno de Correa está en la búsqueda de nuevos carismáticos, haciendo encuestas para ver quién atrae más al “populacho” y que tenga alguna posibilidad de ganarle al “mashi Presidente”. Y en caso de que no haya, ya están buscando a los consultores y asesores políticos para que creen un carismático en su laboratorio de la mercadotecnia donde todo es creable y posible. Las tiendas partidistas ya están haciendo apuestas internas de quien le podría hacer calor en el ring de las próximas elecciones carismáticas a Rafael Correa. Y las características que debe reunir los pre-candidatos son las mismas de siempre en la democracia de los guapos y/o carismáticos.

Saben que ya hay alguna posibilidad de ganarle, de que Correa ha ido perdiendo parte de su encanto en algunos sectores y que su sonrisa nerviosa y burlesca ya no pega tanto, especialmente en sectores medios y/o formados académicamente. Lo que quiere decir que el carisma puede desaparecer, siendo más rápido en los que fueron creados artificialmente, pero los de carisma natural también lo pierden cuando no lo han sabido utilizar adecuadamente. El don desaparece cuando el ego se monta sobre él. Carisma, más humildad y sabiduría, es la diferencia con otros personajes que han dejado huella y recuerdos positivos en la gente, y que es justamente todo lo contrario que tiene Correa: soberbia y conocimiento primermundista (colonialidad del saber).

EL MONOPOLIO DE LA POLITICA

El problema de fondo no está en los carismáticos, ellos solo aprovechan de un sistema creado y que les permite servirse de él. El problema está en el monopolio de la política y que está concentrado en los partidos políticos y en el método del sufragio universal. Lo que hay que eliminar no es solo lo farandulero de la política sino a los partidos políticos, por una representación y participación directa de la sociedad (urbana) y comunidad (rural) organizada. De esta manera no es el show mediático ni mercadotécnico el que gana, sino la capacidad y responsabilidad asumida dentro de una determinada organización, la cual le empuja por cooptación espiral a direcciones más grandes, hasta llegar a niveles nacionales. Esto implica, además, otro tipo de Estado, que salga de la lógica vertical, presidencialista y concentradora del poder, para instituir un sistema horizontal, concejil (consejo comunal), y abierto del poder.

El “animal político” se ha pasado durante 2.000 años tratando de mejorar su sistema de la política, siendo la democracia su mejor expresión, pero que no ha resuelto el asunto central del poder. Lo importante ahora es la democratización de la democracia, o la consensocracia como sería la propuesta desde la alteridad a lo occidental. El dilema es paradigmático y no solo reformador del mismo sistema civilizatorio-patriarcal. Si la izquierda no sale del juego electorero y del partidismo no habrá un cambio profundo, lo que implica utilizar en primera instancia el mismo sistema para luego eliminarlo desde adentro. Es decir, si la “revolución ciudadana” hubiera hecho eso, hablaríamos de un cambio revolucionario, pero lo que hizo el correismo fue simplemente apuntalar y consolidar al mismo sistema partidocrático que criticaba. Por el contrario, lo volvió más elitista y concentrador con el hiper-presidencialismo a su máxima expresión, casi como la monarquía.

Pero ello implica tenerlo como objetivo y la izquierda eleccionaria no la tiene, ni tampoco la otra izquierda que se niega a participar de las elecciones, pues su perspectiva está tan solo en contra del capitalismo y no del civilizacentrismo y del eurocentrismo patriarcal. Siguen en su propuesta del partido de clase, como la máxima expresión revolucionaria, cuando el partido es la expresión más burguesa del elitismo y de los carismáticos que las dirigen. El partido es una instancia hegemónica y totalizante, muy diferente a la organización natural y a la popular cotidiana.

Si la izquierda pretende una revolución esta debe ser desde la alteridad, esto es, que rebase a la mayoría de instrumentos e instituciones que ha creado el occidentalismo. Solo ahí, podrán mirar en totalidad a todas las expresiones de dirección que ha creado históricamente la humanidad, especialmente en su época matricial de tipo horizontal y espiralada, para desde allí recrear en nuestro tiempo otro mundo en una nueva dimensión organizacional y en sincronía con la organización natural creada por la vida misma.
NOTAS

[1] Formado en una familia tradicional, educado por el brazo universitario del Opus Dei (la Universidad Panamericana), priista, de 1.72 metros de estatura, 69 kilogramos de peso, poseedor de un eterno pelo engomado a prueba de huracanes, y calificado por la prensa de sociales como “el político más guapo del país”, Enrique Peña Nieto, de apenas 43 años de edad, no sólo gobierna la mayor plaza política de la nación, el Estado de México, sino que es el centro donde confluyen una amalgama de intereses que, si bien diversos, comparten un claro objetivo: la presidencia de México. http://unperdidoenelsiglo.com/tag/televisa/

[2] Alberto Acosta quien considera que “la revolución ciudadana terminó descansando en un solo hombre. Nunca se planteó la necesidad de tener un líder indiscutible, menos con prácticas mesiánicas y personalistas a ultranza. Pero en la práctica eso es lo que se ha construido”. Infolatam, Madrid, 17 de enero de 2011

[3] Para Gustavo Larrea, quien es el que dice esas cosas; y para Alberto Acosta, participación es que nosotros ganemos elecciones y decidan ellos. A ellos les tengo la mala noticia: mientras yo sea Presidente, aquí va a prevalecer la voluntad del pueblo ecuatoriano, el programa de gobierno votado en las urnas; y no los caprichos de los que nunca han ganado media elección. Nos pueden acusar de cualquier cosa, menos de incoherentes: hacemos exactamente lo que propusimos al pueblo ecuatoriano y lo que este aprobó mayoritariamente en las urnas. El telégrafo, 15-01-2012

[4] Al parecer si ha comprendido Alberto Acosta, pero Gustavo Larrea sigue en la misma visión.

[5] Después de participar individualmente en las marchas callejeras que echaron a Abdalá Bucaram en 1997 y a Yamil Mahuad en 2000, hacia 2005 nos empezamos a juntar cinco o seis amigos que empezamos a discutir cómo llevar adelante una propuesta de cambio. Para ese tiempo, en el gobierno interino de Alfredo Palacio, Rafael Correa ocupó el Ministerio de Economía durante ciento cuatro días y logró posicionarse en la vida política con mucha fuerza, inteligencia y gran carisma. Salió del Ministerio muy fortalecido y entonces estos cinco o seis amigos nos aglutinamos en torno a él, y el movimiento se fue construyendo paulatinamente. Recuerdo que nos reuníamos en mi casa y no llenábamos todas las sillas de la mesa del comedor. Eso sí, nosotros hicimos esto y discutíamos ideológicamente, pero por otro lado muchos sectores fueron consolidando las condiciones para que se produjera el cambio. Para decirlo con claridad, Correa no es un relámpago en cielo despejado. Las nubes estaban cargadas por las luchas de los pueblos del campo y de la ciudad, de los indígenas, de los estudiantes, de los ecologistas, de los obreros, empresarios responsables y patriotas, jubilados maltratados… por todos los actores que querían un cambio. Y aquí radica otro de los problemas de Correa: que él no logra entender que las condiciones estaban dadas por esos sectores, por eso no logra tener una relación fluida con el movimiento indígena, por ejemplo. REVISTA GLOBAL, 21 de Mayo de 2009

[6] El presidente de Ecuador, Rafael Correa, encabezó sus primeras reuniones de gabinete más de 35 años antes de ser elegido. Cuando era un niño en la ciudad portuaria de Guayaquil jugaba a ser jefe de Estado con sus amigos, quienes cumplían el papel de ministros y recibían sus órdenes. El carisma innato que mostró desde su infancia lo ayudó a ser uno de los presidentes más populares de Ecuador, aclamado como un salvador desde páramos andinos hasta la selva de la amazonia. Sin embargo, sus enemigos ven en sus juegos de niño los rasgos autoritarios de un líder al que ahora acusan de acaparar poder, pues de alguna forma siempre se arregló para ser el jefe. REUTERS, 02/11/2013


* COMUNIDAD ALTERNATIVA SUMAK

 

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