Todos los nombres de los Incas están formados por dos palabras, y se los creó con sumo esmero porque debían resaltar el honor y la gloria que se atribuía a sus monarcas. Aludían al halcón totémico, pero también denotaban cualidades estéticas y éticas como la luz y la valentía.
Los incas fueron el clan real situado en la cúspide de la pirámide social en el Tahuantinsuyo. Según las creencias míticas descendían del halcón, de aquí que todos conservaron nombres que aluden al origen legendario. Con la aparición de las clases sociales, crearon una subcultura elitaria basada en las tradiciones populares quechuas.
El pueblo caranqui (cara o imbaya), habitaba la zona norte de la Sierra ecuatoriana. Su cohesión se fundaba en la identificación con un territorio, una lengua (posiblemente la cara, del grupo barbacoana), y un modo de vida tradicional que nos habla de su historia. Antes de la llegada de los incas, vivían en aldeas, elemento básico de su organización; varias aldeas conformaban un señorío, dirigido por un jefe que se beneficiaba del trabajo de los campesinos a su cargo. El señor tenía la responsabilidad de la guerra y de la religión. Había varios señoríos, los principales eran los de Cayambi, Otavalo y Caranqui, este último da el nombre al “país caranqui” de que hablan los cronistas españoles. Entre los señores, que ya conformaban una nobleza incipiente, se establecían alianzas matrimoniales y de guerra.
Cambia el tiempo y cambia también la manera de asumir la memoria. Las cosas que se consideraban olvidadas pueden volverse existentes y significativas. Hoy,...