Lindos les quedaron los comunicados en donde apoyan el paro nacional, a la Conaie y su preocupación -al borde del llanto académico- por lo que pasa en el país. Inquietísimos se les nota. Ya podrían lanzar un posgrado en “Resolución de conflictos sobre el papel” o “una maestría en metodologías para entender porqué no entendimos nada”.
La Universidad Andina se la pasa investigando el mundo andino de pies a cabeza, debatiendo los estudios culturales, analizando los pueblos originarios. Es más, si no había paro, ya estuvieran de priostes en el Inti Raymi, danzando juyayay por aquí, juyayay por allá. Habrían lanzado una invitación abierta al Seminario “Levantamientos indígenas y fiestas del solsticio de invierno: una mirada decolonial en tiempos de postpandemia, previo a la deconstrucción de los mitos racistas hacia los pueblos originarios”. Entrada libre hasta abarrotar el auditorio.
¿Y la Flacso? Ofertan maestrías en Antropología, Historia y Humanidades; también en Sociología y Estudios de Género, pero mejor no meterse en rollos extraacadémicos. ¿Para qué? Esas acciones son para la Universidad Central, la Salesiana, la Politécnica Nacional. ¡No la Flacso pues! Ahí se desarrolla el pensamiento teórico para que los estudiantes actúen en la práctica desde sus espacios. Luego quedan las instalaciones sucias, apestando a mercado. Pero para que no se enojen ya se activó un lugar para que dejen víveres y vituallas. ¿Contentos?
¿Abrir las puertas a los indígenas? ¿Permitir que se alojen mujeres, niños? ¡Quésf! Eso sería entorpecer los procesos académicos que siempre buscan nuevas metodologías de entendimiento con el hombre y su entorno para destrabar el empirismo y encumbrar el conocimiento a las altas cúspides del quehacer consuetudinario con el fin de desmenuzar los intríngulis del poder en los sujetos subalternos. No se puede abrir las puertas así, como si nada. ¿Y el prestigio académico? Verán que de estas aulas salen los futuros gobernantes del país. Las universidades no pueden convertirse en militantes. Ya bastante hacemos con becar a mujeres y hombres de pueblos originarios. Luego, el gobierno nos deja de hablar. No se puede así.
Ya nada. Las Universidades de posgrado más prestigiosas del país deben cuidar su pedigrí y no mezclarse en broncas propias de universidades de pregrado. Pero eso sí. Escribirán cientos de artículos sobre el paro y sobre el papel fundamental de los indígenas en los procesos sociales del país. Están todas y todos invitados a escribir artículos sobre el particular, que, además, podrían ser indexados. ¡Viva el paro!
¿Y el prestigio académico? Verán que de estas aulas salen los futuros gobernantes del país. Las universidades no pueden convertirse en militantes. Ya bastante hacemos con becar a mujeres y hombres de pueblos originarios. Luego, el gobierno nos deja de hablar. No se puede así.
*Caricatura: autoría desconocido
Que decepcion, no nos cuenta sobre quien financia a Iza y los automoviles y camiones que traen a los “mas pobres de los pobres”, solo critica a algunas universidades que no se pliegan a apoyar el supuesto “paro indigena”.
En algo tiene razon, en estos recintos academicos pululan algunos personajes que fueron ardientes defensores desde el papel y desde cargos diplomaticos u otros a la Robolucion Ciudadana , como el conocido profesor Alberto Acosta Espinosa que le facilito a Correa convertirse en dictador dando “un paso al costado”.