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viernes, marzo 29, 2024

Y la noche se llenó de dignidad en el barrio La Tola

Por Hugo el búho

A diferencia de lo que ladran los medios empresariales de comunicación tradicionales y sus guau-guau de ocasión, sean los Vera, los pelagatos, los cachucheros pauteros, Boniles y demás, Quito recibió con algarabía la llegada de los indígenas y campesinos del país. Obvio, nunca íbamos a ver eso en Teleamazonas o Ecuavisa, ellos tienen otras preocupaciones además sus invitados estrellas son expertos en hablar de vándalos y violentos. La entrada al norte por Calderón y al sur por Cutuglagua fueron recibimientos cálidos: aplausos, gracias compañeros, viva el paro, fuera Lasso, beban aguita, el pueblo no se ahueva, carajo.

Y a lo largo de su trayecto, las vecinas, los vecinos salían de sus casas, porque siempre será un acontecimiento que los más pobres de los pobres vengan -por miles- de tan lejos a hacerse escuchar. Porque hay que decirlo, los citadinos somos un poquito flojos: con dos bombas, muchas gracias, a la casa y a dormir. Son ellos los que siempre ponen los muertos y heridos en cada paro o levantamiento. Sabemos que son un pueblo guerrero, y que sus mujeres y hombres enfrentan con valentía cualquier tipo de represión.

La noche de ayer, 20 de junio, ingresaron con vehículos, algunos, otros a pie, sorteando las bombas de los policías y militares. En el Trébol había mucha represión, su destino eran las Universidades. Decenas de efectivos del orden se aglomeraron en la Avenida Oriental para dispersarlos. Pero no contaban con que en Quito hay un pueblo. Y ese pueblo del barrio La Tola, empezó a salir de sus casas. Mujeres, hombres y niños se enteraron que sus iguales, pero más empobrecidos, estaban siendo reprimidos. Así que, como buenos toleños dijeron ¡basta! Y de pronto apareció una llanta, luego dos y tres. Los policías querían convencerles de que era peligroso salir, que los infiltrados, que vayan a la casa. Los vecinos perdieron la paciencia y empezaron a gritarles que se larguen, que el pueblo quiere pasar, y que, si no se van, no responden. Los policías se rieron. No por mucho.

Nadie sabe cómo, de la nada aparecieron decenas de manifestantes gritando consignas en contra de eso que algunos llaman Presidente. Se juntaron con las vecinas, se saludaron con los vecinos y hasta aquí llegaron las risas. “Les pedimos que se retiren que nuestros hermanos quieren pasar, llevan muchas horas de viaje y quieren descansar”.

–No se puede –dijo un oficial. Retírense.

–¿Ah, no se puede?

En breves segundos, los policías y militares fueron cercados. Bomba va, piedra viene, perdigón por aquí, piedra por allá, hijos de Lasso, largo chapas, pum, pum, pum. Los uniformados salieron en pavorosa huida por unas gradas milagrosas. La Avenida Oriental y calles aledañas se llenaron de gases, pero los toleños se llenaron de dignidad. Gracias a ellos, cientos de indígenas pudieron pasar, mientras la solidaridad se hacía presente con agua, pan, galletas, gaseosa.

Y así en muchos barrios, donde no vive la gente de bien, sino la gente humilde, empobrecida; ese pueblo que se reconoce en el campesino, en la mujer que acompaña en la lucha. Porque saben que son ellos los que nos alimentan, no el Supermaxi ni los empresarios que dizque generan empleo. Porque entienden que a pesar de ser los más trabajadores, sus niños crecen desnutridos y a duras penas les alcanza para vivir. Ahí van, avanzan con la frente en alto, con hojas de eucalipto en sus narices, con su rostro cansado, pero firmes y dignos. También se equivocan, claro. También cometen errores, excesos; pero en un paro de esta magnitud, ¿quién no?

Han viajado cientos de kilómetros, dejando sus hogares, sus tierras, sus animales. Y pelean por todos, por todas. Y saben que una vez que lleguen, muchos los recibirán con bombas, con desprecio, con odio. Saben que escucharán de muchas bocas “indios hijueputas”, “vándalos”, “terroristas”. Lo saben. Nada nuevo. Entienden mejor que nadie lo que es el racismo. Pasarán frío, hambre, penurias sin fin; y también entienden que, a lo mejor, volverán a sus comunidades sin mayores resultados, y con algunos muertos y heridos en sus brazos. Pero la pelea es pelando y ellos saben resistir, la historia nos lo confirma.

Las manos de muchos barrios se irán juntando, mientras la gente de bien, la asociación de quiteños del adoquín lastimado seguirá en su cruzada racista. Bonil dibujará a Iza quinientas veces con fósforo en mano; un tal Aguilar afilará su pluma envenenada, como si antes de escribir se hubiera drogado con harina ya. La Posta hará su trabajo cabrón de siempre, los Veras seguirán esparciendo estupidez a borbotones. Los pelagatos, Pallares y Villavicencio beberán de su propio vómito antes de tuitear contra los indios. Teleamazonas y sus iguales flotarán en su burbuja de mierda cotidiana. Ya lo sabemos. Eso son, unos nadies al revés, unos hijos de puta al derecho.

Las vecinas y vecinos de la Tola nos sacaron lágrimas y aplausos, y nos hicieron ver que, aunque seamos derrotados, siempre estaremos del lado del pueblo, de los débiles. Los toleños y millones de gente de a pie tienen, aunque no lo sepan, conciencia de clase. Y como dicen por ahí: salchipapa o muerte, venceremos.

Y así en muchos barrios, donde no vive la gente de bien, sino la gente humilde, empobrecida; ese pueblo que se reconoce en el campesino, en la mujer que acompaña en la lucha. Porque saben que son ellos los que nos alimentan, no el Supermaxi ni los empresarios que dizque generan empleo. Porque entienden que a pesar de ser los más trabajadores, sus niños crecen desnutridos y a duras penas les alcanza para vivir. Ahí van, avanzan con la frente en alto, con hojas de eucalipto en sus narices, con su rostro cansado, pero firmes y dignos. También se equivocan, claro. También cometen errores, excesos; pero en un paro de esta magnitud, ¿quién no?


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2 COMENTARIOS

  1. Estimado don “Hugo el Buho”:
    Veo que ha hecho caso a mis sugerencias y como no le da la talla para emular a Juan Montalvo ha abandonado el genero del sarcasmo y ahora esta en el del relato.
    Me parece que lo hace bastante bien y no dudo que lo que dice es veridico; pero noto que esta imitando a los grandes novelistas del relato policial como Agatha Christie y en esa clase de relatos los autores siempre nos dejan una pista de lo que va a venir y espero que no nos decepcione y escriba una segunda o tercera entrada de este relato.
    Y la pista que nos deja es: “La noche de ayer, 20 de junio, ingresaron con vehículos,…” y ademas dice:
    “Y a lo largo de su trayecto, las vecinas, los vecinos salían de sus casas, porque siempre será un acontecimiento que los más pobres de los pobres vengan -por miles- de tan lejos a hacerse escuchar”
    Eso que Ud. dice no tiene coherencia, los mas pobres de los pobres han entrado con vehiculos?
    Espero que en un proximo relato nos diga quien financia a “los mas pobres de los pobres” para usar vehiculos, armas de fuego, dinamita y para estar ya 10 dias en las calles sin alimentos ni vituallas. Y tambien espero que nos cuente quien financia a su lider visible Iza (porque el invisible vive en un atico en Belgica) para que pase las noches en el Suiss Hotel mientras su carne de cañon (“los mas pobres de los pobres”) duermen en las humildes “casas de acogida”.
    Saludos Cordiales

  2. Excelente relato, me salieron lágrimas en cada párrafo que iba leyendo… Cuanta razón! Y es tan increíble que aún así existan personas tan indolentes que no pueden ver más allá de sus narices y continuan en desacuerdo con el pueblo… Es tristemente lamentable.. Cuánto dueles mi Ecuador ?? ?
    Desde la distancia envío mi energía y mis mejores vibras para mi gente guerrera ???

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