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domingo, marzo 16, 2025

EDZÓN LEÓN: “EL MAYOR MIEDO DE LOS AFRODESCENDIENTES ES LA IMAGINACIÓN BLANCA”

07 febrero 2025

A pocos días de las elecciones presidenciales, Lalineadefuego conversó con Edzón León, activista y docente de la Universidad Amautay Wasi, sobre lo que estos comicios significan para la población afrodescendiente.

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“Hay una menor inversión pública en las poblaciones, primero afrodescendientes y luego en las poblaciones indígenas. Es lo que se ha llamado un racismo estadístico de la inversión pública”.

LDF: Desde un punto de vista afroecuatoriano, ¿cómo ves el contexto de las elecciones?

EL: Es interesante, porque normalmente los analistas y los comunicadores políticos nunca tienen ese enfoque afroecuatoriano. Desde la época republicana no estamos representados en este país, es decir, que tenemos ahora el derecho al voto, pero ser elegidos es mucho más complejo y difícil.

También hay que tomar en cuenta otro hecho. Históricamente, después de la colonia, con las famosas independencias, se van creando las primeras constituciones en América Latina y en Ecuador, y una de sus particularidades se relaciona con el voto. Claro, podían votar quienes eran ciudadanos, ¿pero quienes eran ciudadanos? Eran una pequeña élite que podía votar y ser elegida. Eran una minoría que constitucionalmente estaba determinada porque tenía recursos, no estaba en relaciones de dependencia, sabía leer y escribir y, además, eran hombres, porque las mujeres tampoco tenían derecho al voto.

A nosotros, los de los pueblos y las nacionalidades, nos negaron nuestros derechos políticos. Esos derechos políticos estaban marcados por un racismo estructural, desde la primera Constitución, la de 1830. Entonces, si pensamos en el período de 1830 a 2025, ¿qué ha cambiado? Diría que poco o nada.

(Por ejemplo), ahora, en este momento tenemos un candidato de pueblos y nacionalidades, Leonidas Iza, y si miras toda la representación hecha alrededor de él, esta es súper negativa. Son los mismos estereotipos de siempre. Seguimos con esos imaginarios y con esas representaciones, de que no se puede pensar un Presidente de pueblos, ni un Presidente indígena, afroecuatoriano o una mujer Presidenta. Imagínate si mezclas estas dos categorías: mujer indígena o mujer afrodescendiente. Estamos todavía lejos de romper esos imaginarios.

LDF: En Colombia por lo menos han roto hasta cierto punto ese imaginario con la elección de Francia Márquez como Vicepresidenta. ¿Podría pasar aquí algo así?

EL: No olvidemos las opiniones que se han ido generando y todo lo que se ha dicho, con epítetos muy directos y con racismo evidente, claro y directo, hasta el punto que fue necesario entablar uno u otro juicio para frenarlo en algo. Efectivamente, el caso de Colombia es bien significativo, porque a diferencia de los Estados Unidos, donde fue simbólicamente importante tener un Presidente afroamericano, su política en realidad no favoreció las cuotas para romper ese imaginario racista, blanco y de supremacía.

En esto, lo de Francia (Márquez) es distinto, (pues) es una mujer que viene de procesos y que cuenta con apoyo desde las organizaciones, por lo que políticamente está centrada dentro de su afrodescendencia. Entonces sí es un logro a pesar de las diferencias que pueda tener con el presidente Petro.

LDF: ¿Que se puede esperar del ganador o ganadora de las elecciones? Con Noboa no se puede esperar nada, pero si salen elegidos Leonidas Iza o Luisa González, ¿qué se puede esperar? Los gobiernos hablan siempre de mejorar las condiciones de vida de la gente afroecuatoriana, pero no se ve mucho avance. ¿O es una estructura ya definida que limita las posibilidades de mejorar la vida de los afroecuatorianos?

EL: Si uno hace una revisión histórica de diferentes gobiernos, definitivamente no ha habido una política clara y sostenida para las los pueblos y nacionalidades, tanto indígenas como afrodescendientes. Tal vez en el caso de la población indígena, un poco más por toda la fortaleza del movimiento que ha logrado mayores negociaciones con gobiernos. Pero son resultados de negociaciones, no de buenas voluntades ni de conciencia social (que reconoce que) han sido poblaciones históricamente marginalizadas, vulnerabilizadas y, por lo tanto, vamos a generar política pública.

LDF: Parece que la única cosa que funciona es la fuerza, la capacidad de movilizarse. Entonces yo me pregunto, ¿dónde están los movimientos afro? Veo muy poca evidencia de una lucha como la de los pueblos indígenas (…) no veo esa clase de lucha por parte de los afroecuatorianos.

EL: Si hacemos un análisis comparativo, obviamente, debido a la dimensión que ha tenido por varias condiciones históricas y sociales, el movimiento indígena ha logrado tener no sólo una mayor visibilidad, sino también una mayor cohesión en temas de sus demandas.

Históricamente vienen con un arraigamiento de pueblos de su mismo territorio, de su mismo continente. Nosotros fuimos trasladados, fuimos movidos, y a pesar de ello generamos un gran movimiento en los principios de la misma colonización, 1552-1553, con todo este movimiento de cimarronaje en el norte de Esmeraldas. Luego han venido generándose unas dinámicas sociales, pero no en esos niveles nacionales de hacer los mega levantamientos.

Por ejemplo, si analizamos las últimas movilizaciones de 2021 en sectores y barrios, como La Bota o Pisulí, en Quito, había una gestión social de movimientos -no sé si de movimientos-, pero de dinámicas sociales que también estaban sumadas a la lucha, sumadas a este proceso. Lo que queda es la resistencia.

Muchas veces esa resistencia se puede ver traducida en una fuerza que no es violencia, sino más bien es un contenedor de violencia. Es decir, cuando surgen todos estos movimientos, estas insurgencias, son respuestas a la violencia y a las violencias estructurales. Pero sí, hay que hacer también críticas casa adentro, hay que ir fortaleciendo el tejido social para (hacer lo mismo) con las dinámicas y los movimientos sociales.

Pero más allá preguntarnos, ¿dónde están los movimientos sociales? es importante pensar más bien en una articulación de todas estas dinámicas sociales. Es decir, el movimiento indígena con los movimientos feministas, con los movimientos GLTBI+, con los afroecuatorianos, con el movimiento estudiantil, que es lo que verdaderamente hace falta para (construir) una fuerza contra-hegemónica que defienda el tema de derechos.

LDF: La provincia de Esmeraldas se encuentra en una situación bastante delicada:  con la droga, cercanía a Colombia y mucha violencia. Entonces, ¿qué se debe hacer para empezar a mejorar la vida ahí? Falta seguridad, claro, pero la seguridad no es un mero asunto de más policías y soldados en la calle, también existe una falta de oportunidades para la gente, sobre todo los y las jóvenes.

EL: Definitivamente no hay oportunidades. Recuerdo a un intelectual estadounidense, Dubois, que planteaba que el problema del siglo XXI iba a ser el de las oportunidades. Una de las cosas que pasa con la cuestión de los racismos es justamente la limitación de oportunidades. Y esta limitación responde a una estructura. Es decir, si analizas el gasto público o la inversión pública que se hace, (es evidente ver) que hay una menor inversión pública en las poblaciones, primero afrodescendientes y luego en las poblaciones indígenas. Es lo que se ha ido llamando un racismo estadístico de la inversión pública.

¿Qué podemos esperar? Creo que cada vez más hay que irnos desencantando de nuestra clase política, porque definitivamente no representa los intereses de nuestros pueblos o de los más desposeídos. Son maquinarias electorales que juegan alrededor de determinados intereses para, por un lado, sostener un statu quo que está basado en una estructura de desigualdad y de inequidad social y económica. Por otro lado, (esas maquinarias electorales que permiten) ascensos sociales cuando no son de estas élites tradicionales, es decir, tener ascensos sociales e ir a competir con estos grupos oligárquicos.

Finalmente, el tema de Esmeraldas no es casual ni es asunto de que por estar cerca de la frontera hay un incremento de la violencia. Creo que es evidencia clara y pura del racismo estructural. Es decir, esa desatención y falta de oportunidades ha hecho que se vuelvan mucho más proclives a actos delictivos, por desesperación. Tampoco es gratuito que, en Guayaquil, donde está la mayor población afroecuatoriana, y que, en los suburbios, en los Guasmos, también estén los mayores niveles de violencia.

Uno diría, ah, qué coincidencia, coincidencia porque están cerca de la frontera y porque son pobres, pero no es así. Definitivamente el proceso de racialización les hace más vulnerables y esa vulnerabilidad pues les hace más proclives.

Se ve la misma cosa, claramente, en los Estados Unidos, donde de cada tres personas afroamericanas, dos tienen experiencia con la cárcel. Es decir, que han sido arrestados.

LDF. ¿Dos de cada tres?

EL: Dos de cada tres. Es decir, eres arrestado y después te sacan al día siguiente porque solo fue una sospecha. Eso va mostrando que siempre estás en la mira.

Ahora leía una frase que decía que el mayor miedo de los afrodescendientes es la imaginación blanca. Y claro, ese imaginario blanco, el de la supremacía blanca, hace que nos vean desde un aspecto delictivo. Y si a ti te ven como un delincuente, una prostituta o una ‘mujer fácil’, eso va reduciendo tus oportunidades.

También en un ambiente laboral ese imaginario va impidiendo un ascenso social, aunque tengas los méritos. Entonces, si una persona afroecuatoriana estaría ahí con una candidatura para llegar a la Presidencia, es fácil imaginar todo lo que se diría alrededor de esa persona. Por ejemplo, van a decir que con esta persona de Presidente seguramente los índices de delincuencia van a subir.  

Entonces, ¿qué se puede esperar? ¿qué es lo que se puede hacer? El problema es que la estructura está ya diseñada y romperla no es una tarea fácil. Por eso, toca mirar cómo instalar un proceso e ir derrumbando todas esas estructuras, todos esos modelos que se han constituido históricamente desde la República e incluso desde antes, porque lo que tenemos hoy en día es una continuidad de la colonia.

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