La guerra económica de EE.UU. y China va tomando el cariz de permanente. En el escenario de crisis, primero el gobierno chino acusó a EE.UU. de diseminar el virus en Wuhan usando soldados estadounidenses, ahora Trump le imputa a China. La guerra de la información se suma a la carrera por encontrar vacuna o fármaco alguno. (A propósito EE.UU. aprobó el Remdesivir para el tratamiento de la covid-19 con escasos estudios y millonarios contratos).
Al principio de la pandemia, Trump usó el miedo al virus para que occidente cerrara el paso al comercio chino, además de imponer agresivas sanciones monetarias. Al mismo tiempo que el mundo occidental se contaminaba del coronavirus, el ritmo de contagio disminuía en Wuhan. Casi medio año de padecimientos de la población china no sirvió para alertar totalmente al resto del mundo.
En las primeras semanas de la expansión del virus por el planeta, la mayoría de gobiernos consideraron banales –y algunos lo siguen haciendo– el confinamiento, el aislamiento y toda medida de protección. EE.UU., Europa e incluso Latinoamérica miraban a China como exagerada. Pero cuando empezó a morir también la élite, el confinamiento se hizo mundial. El decrecimiento económico forzado disminuyó el consumo energético de los combustibles fósiles y cayó en picada el petróleo. El consumo mundial bajó a niveles insospechados. La sobreproducción en varias ramas de la economía dio paso a la ralentización productiva.
“Cuando empezó a morir también de la élite, el confinamiento se hizo mundial”.
El movimiento perpetuo de acumulación de capital mundial se paralizó. El sistema financiero internacional calculó hasta fines de abril un derrumbe del PIB mundial de alrededor del 5%. Después de la caída del barril de petróleo a una cifra negativa, los grandes grupos económicos de EE.UU. presionan para que se reactiven las actividades económicas en el orbe. Para esta semana varios países planificaron la reanudación del trabajo. Muchos de ellos, como Ecuador, carecen totalmente de datos confiables para tomar medidas políticas seguras, pero se adhirieron al pacto macabro.
En este escenario, China retira al dólar de sus transacciones bursátiles y empieza a usar el yuan digital (e-RMB) internamente, lo cual altera todas las operaciones económicas internas y externas del gigante. Desde hace algunos años Rusia emplea yuanes con China, ahora otros Estados se verán también forzados a hacerlo. Esta situación prospera mientras se compite por el modelo tecnológico mundial 5G. ¿Vencerá China a EE.UU. como lo hizo la ex URSS en la carrera espacial? Por lo menos ante la pandemia, todo el mundo espera una sonrisa a lo Gagarin sea de la nacionalidad que sea.
*Jaime Chuchuca Serrano es abogado, licenciado en Ciencias Políticas y Sociales, licenciado en Ciencias de la Educación, en Filosofía, Sociología y Economía. Magíster en Sociología. Doctorando en Ciencias de la Educación.
No vencerá nadie.