Mi querido Mario. Tanto tiempo sin verte, tanto tiempo sin leerte. Un día, hace ya veinte años, te juré que leería alguna de tus novelas. Ese día aún no ha llegado. Pero no pierdo la esperanza. Mis actividades de banquero y hoy de presidente, me impiden sentarme a leer. Pero Mario, lo haré. Palabra de banquero. Tus libros sobre Macondo y las historias de cronopios necesitarán de cien años de soledad para ser disfrutados. Mi asesor Aparicio Caicedo siempre me ilustra sobre historia, literatura y filosofía.
No he leído nada tuyo. Bien lo sabes como amigos que somos, pero no me pierdo ninguna declaración tuya cuando despotricas en contra de todos los comunistas que aparecen por estas tierras de euroamérica. Con decirte que mi esposa tiene una foto tuya en terno de baño sobre su velador. Te adoramos en casa. Ella también ha jurado que, cuando termine de leer -por octava vez la Biblia- se dedicará a entender tus novelas, siempre y cuando tengan algún mensaje sobre la importancia de no abortar en tiempos de cólera.
Mi hijo, Guillermito, el más alma de tiburón de la familia, por sus propios méritos y mi sutil recomendación, es hoy miembro de la Asobanca. Un intelectual como tú, Mario, solo que él es literato de los números. Quiso leer una novela tuya sobre erotismo de un tal Rigoberto. Pero me confesó que él es más propenso a novelas porno de más intensidad.
Gracias por venir en estos difíciles tiempos, en donde los comunistas quieren hacer de las suyas, no me dejan gobernar en paz. Pero con tus sabias palabras, la gente de bien me apoyará en las buenas y en la banca. Yo le he contado a mis amigos que incluso tú fuiste comunista de joven, que eras amigo de ese García Márquez, ser nefasto que hasta hoy le escribe los discursos a los correístas, a la Conaie, a Maduro y a todos los quemacontralorías. La edad te dio sabiduría para ponerte del lado de los buenos, de los emprendedores, del capitalismo y sus bondades. ¡Viva la libertad, Mario!
Recibe de mi mano la Condecoración de la Orden Nacional “Al Mérito” en el Grado de Gran Cruz. Pero antes démosle un minuto de silencio a dos escritores ecuatorianos que fallecieron. Dejémosle en cinco segundos, creo que eran medio comunistas. Uno de ellos escribió algo sobre un bandido que robaba a los ricos para dárselos a los pobres. ¡Comunista, pues! Nuestro gobierno crea oportunidades, robando a los pobres para dárselo a los ricos, porque ellos sí saben cómo crear riqueza. Como decía, gracias Mario por tu apoyo y espero, de todo corazón, ser uno de tus protagonistas en tu siguiente novela. Broma nomás era.
Gracias a todos por su presencia. Levantémonos para cantar juntos el Himno Nacional del Ecuador. Mejor si tienen una banda sonora cantada en inglés.
Gracias por venir en estos difíciles tiempos, en donde los comunistas quieren hacer de las suyas, no me dejan gobernar en paz. Pero con tus sabias palabras, la gente de bien me apoyará en las buenas y en la banca.