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LA RACIALIZACIÓN DE LA POLÍTICA EN EL CORREÍSMO. Por Alfredo Espinosa Rodríguez

01 Septiembre 2015.

Alfredo Espinosa R.A raíz de la marcha de los movimientos y organizaciones sociales y el posterior Paro del Pueblo del pasado 13 de agosto, surgió un nuevo tema para el debate nacional: la disyuntiva entre el Estado (blanco mestizo) y los indígenas (los Otros) Es un aspecto que supuestamente superó la Revolución Ciudadana, o al menos esa fue la versión que circuló en los medios de comunicación (públicos e incautados) y las redes sociales, donde gente de distintos grupos étnicos aparecen esporádicamente para dotar de diversidad y “pluriculturalidad” a la propuesta modernizadora del capital que defiende el Gobierno.

Sin embargo, las movilizaciones de agosto pusieron en evidencia –una vez más- el autoritarismo del régimen. No solo hablo del alto nivel de represión en Macas y Saraguro, y la violencia de la que fueron víctimas Salvador Quishpe, Carlos Pérez Guartambel y la franco brasileña Manuela Picq, sino también por la serie de insultos proferidos por los simpatizantes y trolls del régimen contra los indígenas de Pachakutik, la CONAIE, y la ECUARUNARI. Hecho que visibilizó el pensamiento eurocéntrico del correísmo y la ejecución de prácticas como el colonialismo interno, a través del en-cubrimiento y deslegitimación del Otro como sujeto político.

Esta racialización de la política, que se sustenta en frases como la de “indios fracasados”, al momento en que el líder de la Revolución Ciudadana se refiere tanto a las bases como a los representantes de los pueblos y nacionalidades indígenas del país, es la antítesis al reconocimiento recíproco propuesto por Franz Fanon en su texto “Piel negra, máscaras blancas”, que bien podría calzar con el carácter plurinacional de la Constitución de Montecristi, aprobada por el pueblo en 2008.

¿Qué nos intenta demostrar el esquema de pensamiento eurocéntrico del correísmo? Que la diversidad cultural es vista como un espacio propio de la infancia del ser humano. Esto quiere decir que indígenas, negros, cholos y montubios son concebidos por el Gobierno de Alianza País como inferiores; ya que los administradores del Estado burgués (blanco mestizo) tienen como objetivo destruir las particularidades político-culturales que no se ajusten a sus intereses. ¿Cuál es el escenario ideal para el Gobierno de Correa? Sin lugar a dudas, que los pueblos y nacionalidades indígenas del país, esa Otredad política y sociocultural, se asuman dentro del Estado burgués (blanco mestizo) con total pasividad, sin reflexividad ni crítica ante el neodesarrollismo y el neoextractivismo. De esta manera, los Otros serían reconocidos –como diría Manuel Díaz Polanco- bajo su condición de identidades individualizadas al servicio del capital.

La serie de sátiras y burlas de la que son objeto los miembros de los movimientos y organizaciones indígenas del Ecuador, demuestran que el Estado burgués (blanco mestizo), lejos de ser garante de los valores étnicos, culturales y políticos de los Otros –tal como lo dejan entrever los discursos del oficialismo- busca aniquilar la cultura de los pueblos y nacionalidades indígenas y por ende sus luchas por el agua, la soberanía alimentaria, la educación intercultural y la defensa de la naturaleza.

Y a esta racialización de la política el correísmo denomina democracia.

 

 

 

 

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