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LAS UTILIDADES DE LOS ÚTILES Y LAS PRETENSIONES DE LOS INÚTILES. por Tomas Rodríguez león

02 diciembre 2014

“Instrúyanse, porque tendremos necesidad de toda vuestra inteligencia. Agítense, porque tendremos necesidad de todo vuestro entusiasmo. Organícense, porque tendremos necesidad de toda vuestra fuerza”
Antonio Gramsci

“Un consejo a los políticos: estudien y no roben… nada más” y como se define ideológicamente Carlos Julio “como liberal y comunista; como liberal porqué amo la libertad y como comunista porque le pegue una bofetada a un profesor en la universidad”
Carlos Julio Arosemena M
 
 
protestas

 

Las utilidades, oportunidad de recursos extras, le permiten a los trabajadores y sus familias solventar deudas pendientes, hacerse de deudas nuevas con destino para vivienda educación, salud o recreación. Las utilidades producto del trabajo asalariado, insisten en ser arrebatadas por el estado que quiere además eliminar los sueldos adicionales y beneficios o derechos históricamente adquiridos. La utilidad de los capitalistas no es está en juego, permanece intacta (85%). Todo en un marco de falacias que promueve enunciados de justicia “socialista” que va acompañada de movilizaciones de apoyo como la de Guayaquil con beneficiarios del bono que fueron a gritarles a los trabajadores de las telefónicas “¡Pelucones, Pelucones!” Nuevamente la conducta escatológica del poder.

La acción de la clase obrera ecuatoriana, en particular de Guayaquil, hizo posible que la legislación laboral acoja derechos trascendentales de organización, lucha y solidaridad. La clase obrera tuvo un aliado que se sintonizo con sus aspiraciones y fundamentos, el Dr. Carlos Julio Arosemena Monroy. Como legislador y presidente de la Republica impulsó los décimos tercero, cuarto y quinto, así como las utilidades de los trabajadores, propuesta que surgió en Ecuador antes que las predicas de accionariado obrero de la socialdemocracia europea. Carlos Julio, el amigo de la clase obrera, se ganó su espacio en la historia proletaria de concretarse las maldades pensadas, también pasaran inolvidables como mal recuerdo, los actuales mandatarios.

En el gobierno de Arosemena Monroy en noviembre de 1962 se crea el decimotercer sueldo, mientras en octubre de 1968 la décima cuarta remuneración por iniciativa de del mismo como legislador. Se crearon también el décimo quinto (1979) y décimo sexto sueldo (1992), los que terminaron siendo unificados e incorporados a las remuneraciones por el gobierno neoliberal de Sixto Duran Ballén. Carlos Julio al ser consultado porque tanto sueldo extra y hasta cuando, responde “hasta cuando la clase obrera lo necesite”, y es el primero en impulsar el aseguramiento de las trabajadoras domésticas “tenemos que acordarnos de la chola, la china, la negra que está olvidada” dirá.

La irreductibilidad de los derechos de los trabajadores reconocido por la OIT y la garantía de intangibilidad de los derechos pretenden ser echados al tacho de la basura. Montecristi indica en el numeral dos del art. 326 d: “Los derechos laborales son irrenunciables e intangibles. Será nula toda estipulación en contrario”. Montecristi ¿Dónde estás?

Pero es grave decirse socialista ejercer de economista y dar al traste con la teoría del valor. Adam Smith sostiene que el trabajo es la medida exacta para cuantificar el valor. K Marx avanza más allá y reconoce el trabajo como fuente única de valor y excedente de valor (plusvalía). Para la RC el “espectro radioeléctrico” es fuente de valor y la plusvalía es sobre valor de la renta por servicios….la clase obrera, sobra… Sostiene Marx a despecho de Rafael Correa: “el valor de los medios de producción, se echaría a perder y perdería su valor si no se pone en contacto con el trabajo vivo…el trabajo vivo incluye la doble calidad del trabajo: como trabajo útil y como trabajo humano abstracto. Y en su calidad de trabajo humano abstracto el trabajador crea valor nuevo. Y dentro del nuevo valor no sólo hay que incluir el plus valor sino también el trabajo necesario. Y el plus trabajo se presenta como una prolongación del trabajo más allá del trabajo necesario” (El Capital).

La revolución ciudadana lejana al socialismo proletario y opositora contundente a la teoría económica del marxismo y sus fundamentos, agoniza en orfandad ideológica y más lo hace prescindiendo de la clase obrera, su historia y su protagonismo. Porque el socialismo se debe edificar con la clase obrera o no será, y al querer construirlo contra el proletariado y su filosofía revelará la inútil apuesta del humanismo pequeño burgués que sueña con revoluciones verticales que terminan en alianza con el gran capital en su versiona nacional socialista.

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