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martes, abril 30, 2024

LECCIONES DEL ZAPATISMO EN SUS 25 AÑOS DE INSURRECCIÓN. Por  César R. Espín*

El primero de enero de 2019 marcó el 25 aniversario del levantamiento indígena zapatista en Chiapas, México. Para algunos de nosotros que recordamos bien ese día es difícil creer que fue hace un cuarto de siglo.

Han pasado muchos años desde que el movimiento zapatista era el favorito de la escena internacional, pero en la era actual donde el populismo tanto de derecha como de izquierda ha tomado el control de la atención social y mediática y el zapatismo del sureste mexicano aparentemente ha pasado a segundo plano. El zapatismo todavía tiene mucho que enseñarnos. Hay muchas lecciones para aprender de este movimiento rebelde y sobre la naturaleza de su lucha, su trabajo y  la firmeza de sus convicciones.

Hace 25 años, México y el mundo voltearon a ver con asombro y esperanza el levantamiento de un grupo armado autodenominado Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). El 1ro de enero de 1994 un grupo de indígenas armados y su vocero mestizo-encapuchado ocuparon siete cabeceras municipales el mismo día en que entraba en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari. Bajaron de las montañas con sus proclamas demandando: Democracia, Justicia y Libertad tal como lo hiciese el revolucionario Emiliano Zapata, cuestionando al sistema político mexicano, sus promesas de modernidad y exigiendo un alto a la explotación en las comunidades indígenas chiapanecas.

Esta organización rebelde y clandestina, obviamente, no apareció de la nada. En la década de 1970 en Chiapas existían grupos como las FLN (Fuerzas de Liberación Nacional), guerrilla que enseñó a cuestionar las condiciones sociales, falta de oportunidad para poseer libertad, democracia, justicia y paz para las comunidades indígenas segregadas.

Sin embargo a diferencia de los otros movimientos insurrectos el EZLN logró por primera vez que, la gran mayoría de pueblos indígenas en el sur de México como los tzotziles, choles, zoques, mames, tojolabales y tzeltales se unieran y salieran juntos portando la bandera de la insurrección y pidiendo democracia, justicia y libertad al tiempo que creaban treinta y ocho nuevos municipios en el estado Chiapas que fueron declarados territorios rebeldes.

El primer gran logro y lección del EZLN ha sido el de servir de ejemplo a personas y a grupos anti-sistémicos de todo el mundo. Immanuel Wallerstein, en su libro “Un mundo incierto” habla del Movimiento Zapatista de Liberación Nacional como “el movimiento social más importante del mundo”. Debido a todo este proceso revolucionario y emancipador de la dignidad se ha logrado un mayor reconocimiento a las comunidades indígenas mexicanas y a muchas más en el resto del continente.

Los indígenas del sureste mexicano permanecen donde siempre han estado. Las condiciones en las que se encuentran son mucho mejores de lo que estaban entonces hace 25 años. Esto es muy remarcable porque esto no pasa en todas las luchas sociales. El desarrollo de la autonomía de los pueblos indígenas ha estado fuera del radar de la opinión pública el cual ha sido opacado y escondido por los discursos y programas oficialistas; pero los zapatistas siguen en sus pueblos autóctonos formando municipios autónomos que han funcionado muy bien durante muchos años. El desarrollo de su autogestión ha demostrado que hay otra forma de vivir dignamente y que es posible organizarse y gobernarse manteniendo su propia identidad dentro de su territorio.

En la era de los movimientos feministas contra el abuso y la agresión, frentes en defensa de la igualdad de género y asociaciones que luchan por restablecer los derechos de las mujeres indígenas hay una importante lección que debemos aprender de las mujeres zapatistas. En su diario quehacer se plasma la dignidad tranquila de su resistencia, su compromiso rebelde e inquebrantable y su disciplina impregnada de humor que se mezcla con la militancia infundida de ternura. Frente a las más sanguinarias manifestaciones del patriarcado dieron pasos tremendos hacia la liberación colectiva. Un puñado de mujeres comandantas zapatistas en roles-clave de liderazgo combinadas con un importante e imprescindible impulso de las mujeres base zapatista lograron cambiar leyes, instituciones, comportamientos y expectativas en torno a los roles de género y violencia doméstica logrando una serie de notables transformaciones para las mujeres en el territorio zapatista.

Otra lección importante de los zapatistas es el pluralismo frente al monismo. No hay jefes unipersonales, presidentes, caciques, monarcas, patriarcas o mesías.  Todo se practica en forma colectiva y comunal. La descentralización del poder es ejercida a través de la horizontalidad que se contrapone a la verticalidad. El poder es compartido y todo se discute en asambleas. Desde el 2003 los zapatistas realizaron un importante paso que marcó un hito en su desarrollo. Se efectuó un cambio de mando del militar al civil. El EZLN explicaba que era contradictorio que, al buscar democracia, fuera un ejército (El EZLN que por su estructura y naturaleza es inevitablemente jerárquico y vertical y por lo tanto antidemocrático) el que siguiera al mando del movimiento zapatista. La coherencia exigía practicar su antigua consigna del “mandar obedeciendo”. El papel del EZLN desde ahí ha sido el de defender las comunidades, sus territorios y el de no imponerles o dictarles conductas y normas de adoctrinamiento.

El EZLN ha llegado a implementar su propio concepto de autonomía (construir un mundo donde quepan todos los mundos) que significa respeto para el indígena mexicano, su territorio y costumbres. El zapatismo busca censurar a todo mal gobierno que no responda por la necesidad de su pueblo y que marginalice alguna parte de la sociedad rechazando cualquier ayuda o aporte del gobierno.  Además con la creación de los “Caracoles” (regiones organizativas de las comunidades autónomas zapatistas) se ha logrado desarrollar exitosamente tres pilares básicos: la educación, el servicio médico y desarrollo colectivo.

La lucha de los zapatistas nació en una región remota por un descontento y dolor de las poblaciones indígenas más marginadas. Es un movimiento que, de acuerdo con Hermann Bellinghausen, “es una experiencia viva y lucha ejemplar, que además ahí está, no ha desaparecido, y no parece que vaya a desaparecer. Es muy sólida, y a la vista de los que la tenemos de cerca, se sigue viendo sana comparada con casi cualquier situación en México. La experiencia de los zapatistas es única y es una lección viva que ahí sigue”.

Hay muchas otras lecciones valiosas y estratégicas que podemos extraer del movimiento zapatista. Pero, un cuarto de siglo después de su levantamiento, quizás la lección y regalo más significativo de los zapatistas es que nos han demostrado que la construcción de un nuevo mundo donde quepan todos los mundos es posible, incluso, en tiempos oscuros e inciertos.

*(Otavalo, 1976) está radicado en Indianápolis USA. Es Ingeniero y Analista en Sistemas de Información Geográfica y Teledetección por Indiana University. Máster en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional de Costa Rica. Ha realizado trabajos de investigación académica, así como también ha colaborado con varias plataformas de información en línea y en físico de varios países, aportando con artículos, columnas y ensayos de opinión e investigación social independiente.

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