Con bombos y platillos los dadivosos y caritativos bancos decían que donaban alrededor de unos 30 millones de dólares para “salvar vidas”. Casi todos aplaudían y vitoreaban semejante desprendimiento de los solidarios banqueros. Algo, que para ellos es solo una canita al aire, luego de haber ganado el año pasado 600 millones de dólares, es decir, su solidaridad alcanza apenas al 5% de esa suma.
En otras palabras, de la riqueza que tiene el Ecuador y entre todos los negocios y negociados que hacen los empresarios, los mayores beneficiados fueron ellos, y de lo cual se desprendían generosamente solo el 5%.
Seguramente trabajan más y mejor que los otros empresarios para ganar tanto. Por cierto, cómo es posible que los bancos ganen tanto con solo administran los fondos de los depositantes. ¿Esto es usura legalizada o qué? Y los otros empresarios por qué no ganan tanto, especialmente, los medianos y pequeños en igual porcentaje. Bueno, allá entre blancos, perdón, allá entre bancos quería decir.
Pero, al parecer la figura de donación era solo un pago anticipado que deberán realizar más adelante. Dice la Real Academia Española (RAE) que la donación es la “cosa que se da a una persona de forma voluntaria y sin esperar premio ni recompensa alguna, especialmente cuando se trata de algo de valor”. Pero, ahora resulta que, en la viveza criolla de los blancos, perdón, de los bancos, la recompensa se les cayó cuando se descubrió que era un “crédito tributario” anticipado.
Y claro han salido a decir que no la aceptarán, pues lo hicieron desinteresadamente. Lo cierto es que los banqueros Guillermo Lasso y Fidel Egas se demoraron 24 horas para decir que no lo aceptarían. ¿Será verdad? Si fueran honestos pedirían que se investigue quién ha hecho lobby o quién quiere congraciarse con ellos para alguna recompensa posterior. Como decía un amigo irónicamente: “acaso que no somos tontos”. Acaso, los corruptos en lo público no han salido o vienen de lo privado. Acaso los que hacen contratos con el Estado no son los empresarios privados.
Por otro lado, no olvidemos que los bancos ecuatorianos fueron rescatados con dineros del Estado como sucedió en otros países, por ello, el presidente de Portugal decía, ahora es el momento de que los bancos devuelvan la ayuda que recibieron del pueblo cuando estaban quebrados.
Entonces, lo lógico sería crear un fondo permanente, con las ganancias que excedan de un porcentaje o de una cantidad, pues se entiende que son recursos absorbidos del circulante o de la liquidez y de los recursos que tiene el Ecuador en su conjunto y que han terminado en un sector, el cual por tener mayores ventajas pudo capitalizarlo hacia su bolsillo. Todavía más, cuando la mayoría de los ingresos provienen de los recursos naturales, que según la Constitución es de todos los ecuatorianos y que deberían distribuirse y redistribuirse entre toda la población, pero que en la práctica son acaparados por unos pocos grupos nacionales y transnacionales. Esto es, por los que tienen las posibilidades de explotarlo y se llevan la gran tajada y al Estado le dejan baratijas, especialmente los intermediarios con China. Unos pocos se hacen ricos y los que viven encima del petróleo solo reciben destrozos, infecciones, enfermedades, muerte.
¿Aprenderán de esta pandemia los “vivísimos” y los “incautos”?. ¡Qué va! Tiene que ponerse la cosa más dura para que reaccionen, quizás si llegan a estar cerca de la muerte dejen de ser bestias, cuando las bestias de cuatro patas son más sensibles que muchos bípedos sapiens.
El dedito
Ahora, no solo los b(l)ancos les “meten el dedo” a los incautos sino, los Moreno. Anuncian la creación de un nuevo “fondito” administrado por los “panas” de la sociedad ci-vil. Y cuáles serán los viles que con vileza se harán cargo de administrar la caridad para los giles, perdón, para los incautos. Lo que quiere decir, que el gobierno no se siente capaz de administrar el fondito o quizás lo que quiere es institucionalizar o estatizar la beneficencia.
Claro que, con la experiencia del terremoto de Manabí, que según denuncia la empresaria Lucía Fernández de Genna se robaron los correístas el 90%, los Morenistas no quieren quemarse con esa papa caliente, puesto que en arca abierta hasta el justo peca. Lo que quiere decir que ya no hay Estado, sino una junta de notables los que se harán cargo, en la que evidentemente ningún emplumado o cholo o negro la administrará, pues como dicen los blanquitos y los morenazis, un negro corriendo no es deportista sino un negro robando y si no está robando es un negro alzado o igualado.
Entonces, para qué el Estado. Que administre no más el Ecuador la Junta de Beneficencia de Guayaquil y reparta la gran torta entre los “vivos criollos” y suelte trocitos a los “giles” para que luego digan que si les llegó unas migajas y agradezcan al cielo por no morirse de hambre sino solo de medio hambre. Está que sigan el modelo de la Fundación Karla Morales en todo el Ecuador y llenen de instituciones caritativas todos los rincones del país para que la limosna o “donación” se consolide institucionalmente o se estatice. Aunque pensándolo bien, la caridad ya está institucionalizada, los trabajadores tienen que salir a las calles a mendigar, quiero decir, a protestar para que les paguen más o para adquirir más derechos. Y así, todos tienden que tender la mano para pedir algo. Así funciona, este sistema de pedigüeños que han creado.
“Hay una gran diferencia entre el asistencialismo y la ayuda humanitaria. El primero bloquea el desarrollo y multiplica la pobreza. La segunda protege derechos y garantiza dignidad en medio de una emergencia”.
Karla Morales
Entonces, al menos, seamos más sinceros, el Ecuador desde que existe fue un Estado fallido y una republiqueta. El Estado solo ha sido una Junta para que los no-giles se enriquezcan. No hay tal Estado, solo es un mamotreto para distribuirse el poder y las riquezas entre los b(l)anquitos, es decir, para que canalicen los recursos hacia los criollos de siempre y solo desde Correa también a los Moreno y así para que luego los jetas griten cada 5 años “Viva la democracia” y aguanten todo porque son grandes demócratas que soportan con estoicismo el hambre, y esperan las próximas elecciones para votar por otro sátrapa, convencidos de que en ellos está el poder de la democracia.
Entonces, parece cierta la frase, cada pueblo se merece los gobernantes y dirigentes públicos y privados que tienen. Les meten el dedo y no aprenden, más parece que con el tiempo les va gustado el dedito de derecha y de izquierda.
Lo cierto, guambritos es que estamos jodidos, pero no desde Moreno o Correa, sino desde que existe el Ecuador que nació endeudado a Inglaterra. Deuda tras deuda es la historia del Ecuador. A dónde han ido a parar los dineros, mal o bien administrados, con o sin corrupción, pues a los mismos bancos y potrancos de siempre. Cualquier gobierno puede hacer buenas obras o elefantes blancos, que los dineros de todo el Ecuador en manos del Estado terminan siempre en un pequeño grupo de elefantes blancos, perdón, de familias blancas. Lean, guambritos para que dejen de ser giles, cuáles son los grupos monopólicos del Ecuador y verán que todos somos burro pies de los dueños del Ecuador, desde los gerentes que les hacen más ricos hasta los guardias y las barrenderas.
Entonces, si bien es insuficiente y hay otras medidas, es correcto que las empresas que ganaron más de 1 millón de dólares en el 2018 contribuyan con el 5% de esa utilidad. Aunque, esperemos que no sea una deducción anticipada sino que sea realmente una redistribución de la riqueza del Ecuador. Quienes hayan ganado más de 1 millón de dólares son los pulpos grandes; los PYMES, cooperativas no contribuirán, por lo que no hay peligro de que cierren las empresas o disminuyan los puestos de trabajo, como ya han salido los testaferros, que no son dueños de ninguna empresa, pero que se encargan de servirles a su medida como buenos vasallos.
Sin embargo, cholitos, eso no resuelve el problema de fondo, es solo paliativo, los grandes rubros se van afuera con la deuda externa. Por ello, Fernando Villavicencio ha demostrado hasta la saciedad que es necesario de que suspendan la entrega de petróleo y dejen de pagar la deuda a China y Tailandia. “Acaso que los chinos no son tontos” y nos prestan porque son socialistas con los pueblos oprimidos por el imperialismo norteamericano. Solo los Correas Morenos se los pueden creer, es decir, es un problema de balanza de pagos y el gobierno tiene que actuar como lo estamos haciendo los que tenemos que pagar arriendo, quienes hemos dicho a nuestros arrendatarios no tenemos para pagar, máximo le podría pagar la mitad. Peor, ahora que viene una recesión mundial, y todos van a querer algo que no recibir nada. Este es buen momento para renegociar: la mitad o nada. Solo Richard Martínez se apresuró en pagar cuando era obvio de que dada la situación no podían exigir el pago, tal como lo han dicho los organismos multilaterales.
Entonces, giles y viles se dice que las crisis son una oportunidad para dar grandes cambios. Esto quiere decir, dejar de ser gil y vil. La solidaridad no debe ser en apuros pues, en la práctica es sálvense quién pueda que yo me salvó solo. El coronavirus ha venido a enseñarnos que solo lo colectivo funciona, tal como en la naturaleza con los ecosistemas. Los estatistas y privatistas ya dejen de jodernos con sus dogmas. Necesitamos un Ecuador y mundo basado en la cooperación solidaria, con ello no habrá necesidad de fundaciones, ni caridades, ni limosnas, sino, la auto suficiencia, el auto sostenimiento, la auto sustentabilidad. ¿Entendieron?
Lenin anuncia medidas económicas: renegociación de la deuda externa y la creación de una cuenta nacional de asistencia humanitaria. Las empresas que ganaron más de 1 millón de dólares aportarán con el 5% de esa utilidad en tres pagos mensuales. En un Estado se hablaría de renta básica universal, de redistribución, de progresividad tributaria, de emplear infraestructura privada para atender la crisis. En Ecuador se sugiere institucionalizar la caridad y que la administre un grupo de panas. Ya la Karla Morales ha entrado otra vez en el centro del debate entre quienes le apoyan y sus detractores, entre quienes anotan que ella promueve la caridad y los que consideran que está haciendo algo sublime.
Ella ha animado más el debate, cuando ha publicado el siguiente texto: “Hay una gran diferencia entre el asistencialismo y la ayuda humanitaria. El primero bloquea el desarrollo y multiplica la pobreza. La segunda protege derechos y garantiza dignidad en medio de una emergencia”.
Esta es una discusión fundamental pues permite determinar quién es quién, dentro de que categorías se maneja cada uno y cuál es el horizonte que le anima. Por ende, en el caso de Karla si sus acciones darán resultado en el mediano o largo plazo o si solo son parches que mantienen todo en la misma situación, o en palabras de Karla que “multiplica la pobreza”. Aunque, una pueda ser la teoría y otra la práctica.
“Pero no es suficiente querer hacer algo por los demás, pues se puede caer en paternalismos “que multiplican la pobreza”. Una cosa es ayudar; otra es apoyar; y otra es acompañar”.
Lo primero en determinar en cualquier caso o para cualquier persona, es cuál es su posición frente al sistema establecido o dado. Si su propósito es arreglarlo, ajustarlo, adecuarlo; o, derrumbarlo, modificarlo, cambiarlo; o, construir, crear, diseñar otro sistema. En otras palabras, en el primer caso quienes actúan en cada acto de su vida, consciente e inconscientemente, apoyando al sistema; en el siguiente, quieren destruir ese sistema y sobre sus cenizas crear otro; y en el último caso, no les interesa ni arreglar ni destruir al sistema en marcha sino construir otro totalmente diferente y nuevo. Evidentemente, los dos últimos quieren conscientemente otro mundo que funcione dentro de otras condiciones, categorías y variables; pero, no necesariamente tienen las mismas visiones o coinciden en sus proyecciones.
Entonces, la posición que cada persona asume cotidianamente, en su vida privada y pública, determina el tipo de sociedad que está en ejecución. Es indudable, que generalmente por el adoctrinamiento determinado por un sistema, el pensamiento oficial o naturalizado de la mayoría de una población es solo mejorar el sistema creado; en menor número, los que quieren destruir el viejo sistema; y mucho menor, son los interesados en construir algo diferente, pues esto es más difícil y complejo, más fácil es criticar y pretender tomarse el poder para solo desde ahí construir nuevas formas de vida.
Otro ejemplo, con respecto al coronavirus hay quienes tienen mucho miedo y dicen que quieren regresar a la normalidad o a lo que era antes; por su parte, hay quienes están entre el miedo y la alegría, y están expectantes de que la humanidad no regrese otra vez a la normalidad en que vivíamos; y hay los que están contentos con el virus para quizás poder dar un salto completo a un mundo nuevo para los humanos y los no-humanos. Evidentemente, el paso que dará el mundo será en relación a la cantidad de personas que se inscriban en una u otra situación. Por el momento, gana los que quieren recuperar la normalidad, que son gente facilista o timorata a lo nuevo y que generalmente tienen una posición cómoda dentro de esta sociedad.
En este contexto, es loable que haya quienes quieren hacer algo por los demás (incluido la naturaleza), pues hay quienes solo critican y juzgan bajo el argumento de que lo que les pasa o viven es por su culpa, en vez de ayudar o de no hacer nada, encima los caen y los pisotean. Estas personas tienen un desprecio hacia los desvalidos, los que salen fuera de lo normal, los que luchan por ellos, los discapacitados, incluso llegando a burlarse de ellos por una malformación física. Reflejando una total falta de sensibilidad y de empatía. Llegando al bullying o acoso a estas personas, las mismas que han llegado al suicidio o han quedado acomplejados de por vida.
Pero no es suficiente querer hacer algo por los demás, pues se puede caer en paternalismos “que multiplican la pobreza”. Una cosa es ayudar; otra es apoyar; y otra es acompañar. Los que ayudan se creen salvadores o liberadores, los que apoyan se creen benefactores o defensores, los que acompañan se creen motivadores o facilitadores. La mayoría de personas en este sistema se creen libertarios, luego siguen los progresistas y últimos los alteradores.
Los “libertadores” gustan de acciones asistencialistas o prebendistas; los “revolucionarios” en acciones de protección de derechos y cuidados por parte del Estado; y, los “transgresores” en la generación de nuevas fuentes o formas de subsistencia para no depender ni del Estado ni de lo privado. Es decir, los dos primeros establecen formas de dependencia, los primeros principalmente hacia lo privado, los segundos hacia el Estado y los terceros una interdependencia hacia lo comunitario o cooperativo en forma de auto sostenimiento o auto subsistencia.
Siguiendo este cuadro, hay una serie de grupos que se inscriben en uno de las tres tendencias mencionadas anteriormente, llámense fundaciones, empresas, ONGs, partidos políticos, movimientos sociales, iglesias, etc., quienes actúan, consciente o inconscientemente, dentro de las características nombradas.
En estas condiciones, en dónde se inscribe Karla Morales y su fundación que lleva su mismo nombre, lo cual, deja muchas dudas o intereses. Los que la conocen, los que saben algo de ella, y los que observamos a la distancia cómo la ubicarían o describirían. Pero, lo más importante es cómo ella se ve en este cuadro y le conminamos a que nos escriba respondiéndonos con un texto para hacerlo público por este medio.
Algo que ha comprometido aún más su imagen, es una foto con el vicepresidente Otto y un texto ayudándolo, que dice: “Nuestro VP está poniendo el pecho como todos nuestros médicos y trabajadores. Antes que autoridad es un ser humano, corriendo los mismos riegos que todos. Ayudémoslo, contribuyamos y aportemos con soluciones. Nadie puede solo”.
Esto obviamente ha encendido aún más las redes y las discusiones, pues asume partido a su favor cuando la mayoría de la población -según las encuestas- desaprueban su gestión, como la de todo el gobierno en general. Todavía más cuando ha pedido disculpas, lo que significa aceptar que cometieron errores, y ante ello, solo hay una reacción moral, y no política y/o jurídica por lo acontecido. Quién devuelve la vida a esas personas y el dolor de sus familias.
Guayaquil, ciudad populista
Karla Morales y demás personas se inscriben en un grupo y en una mentalidad que ha actuado y ha hecho lo que hoy es Guayaquil. Como en el resto del Ecuador y en el mundo, en cada una de las formas de reacción anotadas más arriba.
Históricamente, especialmente los últimos 50 años, Guayaquil ha estado gobernada y representada en su gran mayoría por personas con políticas populistas, que actúan o responden como salvadores de los pobres. Ahí están los CFP, los roldosistas, los socialcristianos, los de CREO, los morenistas y hasta algunos correístas que han actuado con políticas asistencialistas y paternalistas, más como forma de tener mano de obra barata, por autoprotección porque son eventuales delincuentes y hasta porque afean la ciudad. Las grandes obras y los recursos se destinan principalmente hacia los barrios residenciales y se hace algo en los barrios pobres más con el propósito de ganar votos o para que no protesten mucho. Lo que quiere decir, que Guayaquil es una ciudad populista, que funciona así y elige a sus representantes que actúan así. Le dan el voto a quién promete darle “una ayuda humanitaria” para que pueda sobrevivir un poco mejor.
Guayaquil es una ciudad que se mueve dentro de la caridad, por ejemplo, ahí está la Junta de Beneficencia, la que no existe en otra parte del Ecuador, la única ciudad que hace teletón para recaudar fondos para los pobres, la que tienen gran cantidad de grupos de damas filantrópicas, etc. No es casual, que sea la ciudad más desigual y con mayores conflictos de todo el Ecuador. Los más ricos y los más pobres del Ecuador viven en Guayaquil. Por ende, no es una eventualidad que esté viviendo la triste situación con el coronavirus.
Guayaquil resulta un caso aparte del Ecuador, es una ciudad que no se parece a otras ciudades, incluso de la misma Costa. Personalmente, la sensación que he tenido cuando he estado en Guayaquil es de sentirme en otro país, algo que no me pasa en ninguna de las ciudades de Manabí y de El Oro que están cerca, incluso de algunos pueblos de Guayas y de Santa Elena. Guayaquil no es el común de lo que es el Ecuador, es otra realidad diferente.
La mentalidad populista de la mayoría de guayaquileños, ricos y pobres, pero que ha sido recreada o generada por los ricos hace de esta ciudad la cuna de grupos conservadores, donde las iglesias y los grupos religiosos tienen gran presencia, y por ello ahí están los mayores grupos “pro-vida” o anti abortistas, y de otra serie de expresiones que generan o son consecuencia de los extremos de pobreza y riqueza. Por ello, es que figuras como Nebot o Lasso no calan en todo el Ecuador, pues el Ecuador no es Guayaquil y es por ello, que algunos guayaquileños reclaman la autonomía o el federalismo, por su mentalidad populista.
El coronavirus ha develado más claramente lo que es Guayaquil y en donde el “modelo exitoso” no ha resultado beneficioso ni siquiera para los ricos, pues han muerto algunos de ellos por el coronavirus. Con Guayaquil ha pasado algo similar a lo de Chile, país al que se le ponía como ejemplo del modelo neoliberal y resultó que todo era una linda propaganda. Eso también ha pasado con Guayaquil y la publicidad socialcristiana, todo puro cuento para incautos. El modelo privatizador ahora les ha pasado factura, en donde el Municipio entregó muchas obras a empresas privadas, el sistema de salud privatizado en su gran mayoría y lo estatal ineficaz por la falta de equipamiento y por la disminución de personal por las políticas del “estado obeso”. Lo mismo que ha pasado en EEUU con Donald Trump, al no haber un sistema de salud universal que cubra a la población, esto también por sus creencias neoliberales de privatizarlo todo. Con esto, no defendemos un estatismo que sería el otro extremo, creemos en un sistema auto sostenible y auto sustentable.
“Las zonas periféricas, con viviendas en condiciones precarias, incluso de hacinamiento, con poco acceso a servicios básicos: en el último censo 26% de los guayasenses no tenían acceso a agua potable y 53% no contaban con red de alcantarillado público”.
El Centro de Derechos Económicos y Sociales (CDES) nos da terribles datos: “Las empresas médicas vinculadas a los convenios con el IESS están bajo el control de grupos económicos controlados por pocas familias, entre las que destacan: Carolina Eljuri de Neme y Walter Wright Durán Ballen de Hospital los Valles; Valverde la Clínica Kannedy; López-Ordóñez del Hospital Metropolitano; o Roberto Gilbert Febres-Cordero de la Clínica de Guayaquil. Todas estas familias con intereses en otras industrias de la economía como inmobiliarias, comunicaciones, comercializadoras, seguros. Los ocho mayores prestadores privados de servicios médicos representan el 1% del sector y, sin embargo, acapararon el 40% de los ingresos registrados en la Superintendencia de Compañías (para el 2012) correspondientes al mercado de servicios médicos y laboratorios. (El informe incluye un ranking de clínicas y hospitales privados). Solamente en un muestreo de cinco grupos económicos vinculados a clínicas y hospitales para el 2014 se encontraron 14 filiales registradas en paraísos fiscales. Estos grupos económicos obtuvieron juntos ingresos mayores a los mil millones de dólares; en cambio pagaron 18 millones de dólares, esto es el 1.5% de sus ingresos”.
Guayaquil es la ciudad con extremos de miseria y de riqueza, en cantidad y calidad, que no se ve en el resto del Ecuador, a excepción de Esmeraldas, pero menor que Guayaquil. La periodista María Sol Borja da estos datos escalofriantes: “las zonas periféricas, con viviendas en condiciones precarias, incluso de hacinamiento, con poco acceso a servicios básicos: en el último censo 26% de los guayasenses no tenían acceso a agua potable y 53% no contaban con red de alcantarillado público. Guayas es también la provincia con mayor cantidad de asentamientos ilegales (312 en 2,098 hectáreas). Además, más de 60% de la población no está afiliada a la seguridad social —según el último censo — lo que implica que, probablemente están en condiciones de subempleo; y 20% son limpiadores, asistentes domésticos, vendedores ambulantes o peones”.
Todo esto explica que es Guayaquil y lo que han hecho con ella los poderosos de esta ciudad, que la dirigen desde lo privado hasta lo público y que la han convertido en una gran fundación de la caridad o junta de beneficencia, de la cual lucran y se aprovechan para poder estar lo más arriba. Saben que hay que ser “sabido” si no le comen los otros, es decir, “no hay que ser cojudo”. Esa es la cultura que han generado, donde el asunto no es un problema estructural sino de castas, entre los que son de categoría y la chusma. Es una cuestión de jerarquía racial, de inteligencia, de capacidades, de habilidades, entre los superiores y los inferiores. Por ende, los superiores ayudan a los inferiores para que no sean tan inferiores, pero los cuales no deben aspirar a llegar a su grupo (cholo alzado o igualado).
Como consecuencia, una psicología de buenos y malos, de mejores y peores, de desarrollados y subdesarrollados. Y en la que, los que reciben ayudas asistencialistas terminan dependientes y sintiéndose psicológicamente de que no pueden por sí mismos, de que deben siempre pedir ayuda, de que no tienen la misma capacidad que los otros, etc. Por eso, siempre están tendiendo la mano para recibir la caridad del Estado, de los gobiernos locales, de la Iglesia, de la empresa privada, de las fundaciones, etc. Como consecuencia, Guayaquil reproduce infinitamente el mismo esquema y así jamás saldrá de la pobreza. Ahora se han movilizado las élites para “salvar vidas”, recaban recursos que pueden paliar de alguna manera la situación, apareciendo en el imaginario colectivo como salvadores y liberadores, y que en el caso de las próximas elecciones votarán por ellos. Dalo Bucaram también ha aparecido con una supuesta fundación y con su propio nombre. Y así otros.
Por lo tanto, el asistencialismo, la caridad, la limosna y toda forma de dependencia y de parche, no sirven más que para perennizar en los privilegios a los mismos de siempre y para que aparezcan más grupos que “ayudan”, surjan nuevos redentores y emancipadores que les prometen “algo” en la tierra, pero más que todo en el cielo junto a dios padre y a su lado derecho, que es mejor que el izquierdo.
Con ello, los ricos se hacen más ricos y viceversa con los pobres. Una ciudad en otras condiciones, no tiene que tener organismos, ni fundaciones, ni nada para socorrer o jugar a la lotería, sino que debe tener instituciones que le permitan la auto subsistencia, el auto sostenimiento, la auto suficiencia, en forma individual y colectiva. ¿Karla Morales y otros se inscriben en esto? ¿Pretenden ser contrario a esto? ¿Están construyendo para otro Guayaquil y Ecuador? ¿Qué opina usted?
“El asistencialismo, la caridad, la limosna y toda forma de dependencia y de parche, no sirven más que para perennizar en los privilegios a los mismos de siempre y para que aparezcan más grupos que “ayudan”, surjan nuevos redentores y emancipadores que les prometen “algo” en la tierra, pero más que todo en el cielo junto a dios padre y a su lado derecho, que es mejor que el izquierdo”.
*Escritor, periodista y filósofo nacido en Ecuador.
Fotografía principal: Archivo de Flickr / Presidencia del Ecuador.