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NOTAS SOBRE EL ÚLTIMO ARTÍCULO DE HARDT Y NEGRI “LA CONSTITUCIÓN DE LO COMÚN Y LAS RAZONES DE LA IZQUIERDA” por Pablo Iglesias Turrión

NOTAS SOBRE EL ÚLTIMO ARTÍCULO DE HARDT Y NEGRI “LA CONSTITUCIÓN DE LO COMÚN Y LAS RAZONES DE LA IZQUIERDA”

por Pablo Iglesias Turrión

01 de Enero de 2012

Comentarios al último texto de Negri y Hardt y propuestas para el debate a propósito del 15M, de la izquierda, de la situación política tras la victoria del PP y de las consecuencias y posibilidades políticas derivadas de la crisis.

Sobre estas notas

El presente texto se compone de varias anotaciones y comentarios sobre el último texto de Negri y Hardt difundido en la red.

Mi propósito es continuar algunos debates que hemos tenido en La TuerKa y a través de las redes sociales entre compañeros y amigos procedentes de diferentes espacios (de la red de profesores e investigadores La Promotora, de la Fundación CEPS, de Juventud Sin Futuro y Contrapoder, de Izquierda Unida, del PCE, de Izquierda Anticapitalista y Vientosur, de la Izquierda Abertzale, del propio 15M, de la Universidad Nómada así como con militantes de otros colectivos –culturales, musicales…- y organizaciones de izquierdas).

La mayor parte de estas discusiones han sido a propósito de cuestiones estratégicas sobre la izquierda,  el 15M, la situación política en el Estado español tras la victoria del PP así como sobre las consecuencias y posibilidades políticas de la crisis.

En términos generales, reconozco que la mayoría de los análisis y diagnósticos de Antonio Negri y Michael Hardt me resultan sugerentes, mientras que sus propuestas y aterrizaje en lo concreto suelen dejarme escéptico. Este artículo  no es una excepción pero creo que aporta muchos elementos valiosos para una discusión colectiva productiva

Voy a destacar (en cursiva) algunos párrafos a partir de los apartados (en negrita) que organizan los autores en su texto y después iré haciendo comentarios. Reforzaré en negrita algunos conceptos e ideas-fuerza que entiendo especialmente útiles.

1. ¿Qué ha sido la izquierda?

en el neoliberalismo triunfante la distinción entre izquierda y derecha es sutil y flexible. La izquierda defiende el Estado de bienestar hasta que su coste no incida demasiado sobre la deuda pública, es decir, sobre la voluntad de mantener el orden jerárquico de la sociedad; y la derecha lo desmantela mientras el orden público y la seguridad no estén en peligro…

el concepto de izquierda no parece tener mucho espacio en la gobernanza imperial…

Negri y Hardt explican bien aquí que los sistemas políticos están, constitucionalmente (en un sentido material), cerrados y también el golpe de Estado dentro del Estado [entendiendo Estado, en este caso, como complejo institucional de poder que va más allá del ámbito territorial de las “naciones”] que ha dejado a los partidos social-liberales europeos sin apenas margen de maniobra para gobernar de manera diferente a los partidos liberal-conservadores. El gobierno de Zapatero desde el inicio de la crisis es un buen ejemplo de ello.

2. Obama y las ilusiones de la reforma

… intención constituyente [de Obama]…de transformar desde el ejecutivo la sociedad americana. Todo esto se ha revelado una ilusión. Enfrentado a los problemas de la crisis, Obama no ha sabido responder sino renovando la confianza a los organismos financieros que dominan la política mundial y que han provocado la propia crisis

…Obama no ha acabado con el uso de los poderes que en la época de Bush habían sido identificados como excepcionales ¿Por qué entonces no ha sido capaz de utilizarlos efectivamente? ¿En qué medida el propio Obama es prisionero de la estructura ejecutiva de la que debería ser el padrone?[el jefe] Es cierto que Obama no es un revolucionario pero había llegado al poder con la intención de hacer algunas modestas y significativas reformas.

Creemos que la derecha puede hacer sus reformas porque las constituciones democráticas prefiguran esta posibilidad solo para ella. Las constituciones democráticas, ya sea las antiguas, ya sea las construidas tras la postguerra, son [fueron, están] fundadas dentro un marco liberal.

Al identificar las bases liberales de los ordenamientos constitucionales  Negri y Hardt no solo reconocen que el Derecho es la voluntad política racionalizada de los vencedores, en un sentido muy schmittiano (el Derecho como voluntad del soberano)  sino que también hacen una buena llamada de atención a los partidos social-liberales e incluso a las fuerzas políticas de la izquierda alternativa con propuestas socialdemócratas o neokeynesianas de gobierno. Por muy grande que sea el poder de los gobiernos (en especial el de EEUU), las instituciones están hechas a la medida de la derecha económica y política. No quiere ello decir que sean despreciables para la acción política, pero sí que sus posibilidades como dispositivos para la transformación son muy limitadas.

3. Los tres poderes en crisis

Las cosas han cambiado actualmente, el poder judicial es nuevamente, y banalmente, reconocido como conservador.

Hardt y Negri piensan en EEUU y sobretodo en Italia, donde los jueces vinculados al PCI (la magistratura democratica) jugaron un papel interesante a partir de los años sesenta. Pura ciencia ficción para un país como el nuestro donde el predominio ultraconservador en la magistratura es total. Uno de los ejemplos lo conocen bien en el País Vasco. Allí vieron hace meses como el propio Tribunal Constitucional, cuya composición deriva de la relación de fuerzas entre PSOE y PP (y poco más) pareció un tribunal garantista al permitir, contra el criterio del Tribunal Supremo, que los vascos pudieran votar a Bildu en las elecciones municipales. Y estamos hablando de la fuerza política que más representantes obtuvo en aquellas elecciones. Otro ejemplo, en la misma dirección, es que mientras los jueces argentinos piden información sobre los responsables de crímenes franquistas, aquí se procesa a un magistrado poco sospechoso de antisistema, como Baltasar Garzón, por querer investigar los crímenes de nuestra dictadura.

…el sistema parlamentario, asediado por los lobbies, parece ser del todo insuficiente…Los debates sobre las cifras electorales de la representación parlamentaria son incomprensibles e inútiles. En Europa, cuando se afronta el tema de las leyes electorales, ya no se distingue entre la ironía y el cinismo. En todo caso parece olvidarse que el dinero juega un papel determinante en la política electoral, ya sea a través de las contribuciones de los poderes económicos o a través de sus medios de comunicación. La pretensión de la representación social desaparece dentro del poder del dinero…

Para el caso español, es un buen toque de atención frente a la ilusión (compartida por el 15M y por Izquierda Unida) de que, con un sistema electoral más proporcional, el descrédito de la representación podría mitigarse y el mapa político redefinirse por completo. Los votos son cruciales para hacer política pero casi siempre pueden obtenerse con el dinero que compra medios de comunicación y, en general, con poder y no tanto con buenas propuestas.

Obviamente el diseño del sistema electoral español no es neutral y así lo expliqué con Juan Carlos Monedero en un libro reciente, pero es un problema político menor.

4. Conservadurismo de la izquierda, reformismo de la derecha

“totalitarismo invertido”: donde el estado totalitario controla las estructuras capitalistas, en el “totalitarismo invertido” las estructuras capitalistas controlan directamente las estructuras del estado. En Europa Rosanvallon, uno de los padres de la “tercera vía”, admite ahora la imposibilidad de control del poder financiero por parte del Estado. Y el mismo Giddens lamenta el exceso de poder de los monstruos mediáticos denunciando sus efectos totalitarios.

No es una novedad que el Estado sea un instrumento del poder de clase pero parece que ha operado un autogolpe que ha intensificado hasta límites escandalosos esa realidad histórica. Nuestro país es un buen ejemplo; en el nuevo gobierno de Rajoy los ricos (que no representan precisamente al capitalismo “español” si es que tal cosa existe) no gobiernan por persona interpuesta, sino directamente.

Hemos llegado al punto, un tanto paradójico, que solo los movimientos populistas como Tea Party, Lega Nord u otros, plantean el problema de la trasformación o de la reforma de la Constitución….la izquierda institucional no consigue hoy comprender la profundidad de la crisis de la representación,

Esta es la parte que, seguramente, seduce más del texto de Negri y Hardt a Íñigo Errejón, especialista en el populismo y en sus experiencias latinoamericanas de izquierdas. Efectivamente, los autores reconocen el populismo como “forma” y no como “ideología” o “movimiento de masas derivado de carismas demagógicos” y, por lo tanto, de conflicto, de ruptura del orden constitucional en el sentido que le da Chantal Mouffe, independientemente de sus intenciones programáticas concretas (es decir, en principio puede haber populismo de derechas, de izquierda, etc….)

Me desasosiega, sin embargo, una teoría (la de Laclau) que explica el “cómo” pero se desentiende explícitamente del “para qué” al desconectar de la “voluntad” gramsciana (y digo voluntad y no lucha de clases para que Errejón no me llame mecanicista).

Lo diré ahora en el román paladino del que hablaba Anguita citando a Gonzalo de Berceo para referirse a la lengua que usaba el pueblo (así de populista era Don Julio) porque en el párrafo anterior creo que he sido muy oscuro. Como explicaba Manolo Monereo, la política revolucionaria en tiempos de crisis es un príncipe (partido, líder, multitud, significante vacío…) que dice señalando a los ricos: “Estos son los enemigos del pueblo”. El problema es que es que esa forma “viril” (populista) y rupturista de la política no es solo patrimonio de la izquierda revolucionaria (de Lenin a Rosa Luxemburgo, pasando por buena parte de la experiencia del antifascismo y de las luchas de liberación nacional) sino también del fascismo de antes y de hoy ( Liga Norte, Tea Party…) que siempre fue un dispositivo para neutralizar el contrapoder de clase de “los de abajo” (en especial del movimiento obrero pero no solo) apelando a la alianza nacional entre clases medias, campesinado y una parte crucial del proletariado.

En cualquier caso que Hardt y Negri reconozcan que “lo político” (el conflicto) tiene cierta autonomía respecto a la composición de clase es más que llamativo. Si por algo se han caracterizado siempre los obreristas y los postobreristas (aunque Nega no lo quiera ver) es por entender la política como pura derivación de la composición de clase y de las relaciones de producción. En los sesenta defendían que la política no debía estar en el parlamento sino en la fábrica y desde la crisis del fordismo defienden que la fábrica es la sociedad. Para describir como materialistas la sociedad inventaron la categoría multitud a partir de Spinoza. Reconozco que aunque funciona como categoría filosófica (e incluso sociológica como defenderá Jorge Moruno), como noción política sirve de poco. El proletariado nombraba a un sujeto llamado a la transformación mientras que la multitud solo identifica comportamientos sociales. Con todo, tanto si identificamos el proletariado con la clase obrera industrial (los monos azules que a Nega le erotizan casi más que Kate Moss) como con los asalariados en general, habremos de reconocer que su ambivalencia política es problemática y tal problema no se resuelve con el recurso a la “falsa conciencia”. Frantz Fanon enseñó hace más de cuarenta años a la izquierda europea que el proletariado, en las periferias, solía ser contrarevolucionario y hablamos de uno de los inspiradores de la revolución argelina, de los Panteras Negras, de la RAF e incluso de muchos dirigentes abertzales en los setenta.

Empezamos ahora con los problemas y dudas que me genera el texto:

…uno de las grandes contribuciones de la “revolución española” del 15 de mayo es haber encontrado la energía crítica sobre la crisis de la representación, no para restaurar la ilusoria legitimidad del sistema sino para experimentar nuevas formas de expresión democrática –democracia real ya. El movimiento Occupy Wall Street lleva adelante esta crítica de la representación y esta demanda de democracia. Los acampados en la Puerta del Sol y Wall Street quieren un proceso constituyente.

Podríamos estar de acuerdo en que, aún sin formularlo así, el movimiento quiere un proceso constituyente. Así lo entiende Juan Carlos Monedero.

El problema es que la política no es deseo sino poder. De aquí surge el problema de la agencia, esto es, qué hace falta para que la voluntad y los deseos de un movimiento con virtudes, pero también con enormes debilidades, se convierta en algo (y digo “algo”, no ya una asamblea constituyente).

5. ¿Puede devenir la izquierda en un poder constituyente?

Este es el epígrafe que juzgo más decepcionante. Está muy lejos, llegada la hora de enumerar problemas concretos y propuestas concretos, de la clarividencia del diagnóstico que hemos visto hasta ahora.

…puede ser abatido aquí a través de la expropiación de los instrumentos de producción y de comunicación actualmente en manos del capital privado y público.

Ninguno de “nosotros” puede estar en desacuerdo con esto pero: ¿Cómo se expropian esos instrumentos? Al no señalarlo, al no plantear la cuestión de la agencia, al no responder quien es y cómo se organiza “El príncipe/partido/agencia” etc. nos sonríe la sombra de Mao que recuerda que el poder está en la boca de los fusiles…Miguel Urbán diría que poco a poco, con trabajo de base, sin empezar la casa por el tejado pero aunque los ritmos históricos no son los biológicos, los ritmos de las organizaciones no pueden asumir una cadencia en la que estemos eternamente haciendo el trabajo de la hormiguita.

La crisis del Estado-nación puede resolverse a través de una profundización de las instancias federales de gobierno, cercanas a la base, difusas geográficamente, capaces de intervenir sobre el conjunto de las figuras sociales y productivas….

Un argumento muy americano y muy italiano a la vez; dispersar el poder, checks and balances, ciudades-estado… El problema es que la movilización política en torno al Estado-nación no ha perdido fuerza (más bien al contrario), como saben, en el Estado español, vascos, catalanes, gallegos …(y españoles).

6. La reapropiación social del común

Luchas que, desde la indignación moral y las jacqueries multitudinarias….

Efectivamente nadie podría negar que lo que hay es indignación y una cierta voluntad de revuelta popular (es lo que significa “jacqueries”, “juanadas”, actos propios del pueblo).

Pero continúan:

…avanzan hacia la organización de una resistencia permanente y la expresión de poder constituyente…

Esto no es análisis, es deseo. No se explica cómo se da el salto de la indignación a la organización. De nuevo se esquiva la discusión política crucial.

En muchos sentidos la experiencia de América Latina en el último decenio del siglo XX puede considerarse un preámbulo a estos objetivos, también para los países centrales capitalistas altamente desarrollados.

Esto sí es importante porque es en América Latina donde algo parecido a ese salto se ha dado pero, y esto es lo que hay que estudiar, se trata de un salto plagado de contradicciones asociadas al Estado, a la producción de mercancías para un mercado global capitalista y a la inevitable competición con reglas capitalistas. El debate sobre las condiciones realmente existentes para hacer política debe partir de experiencias donde los movimientos, la izquierda y sus organizaciones han tenido cierto éxito y han ocupado espacios de gobierno.

China quizá sea un ejemplo terrible (y por eso un buen ejemplo) de las condiciones para hacer política en el Capitalismo. Una de las características más importantes de la planificación estatal de su economía desde las reformas de Deng Xiaoping ha sido la reducción de los costes laborales a fuerza de reprimir políticamente y explotar económicamente a su propia clase obrera a la vez que potenciando a una clase media acomodada urbana que, como suele ocurrir con las clases medias, no se enfrenta al poder mientras se le garanticen ciertos privilegios (habrá que hablar algún día de China en La TuerKa; me consta que Marga Ferré tiene ganas…).

Lo común es el único terreno sobre el que activar hoy el proceso constituyente –“lo común” concebido como la tierra y los otros recursos que compartimos , y también, y especialmente, como el producto común del trabajo social.

En un seminario con Michael Hardt hace un par de años en el que pronunció una conferencia titulada “The Common in Communism” le pregunté, precisamente, sobre el problema de la agencia y del régimen político del común. Básicamente le preguntaba “¿Qué podemos hacer?”. Pueden escucharse aquí (a partir del 3:15) la pregunta y la respuesta que, como veréis, resultó algo decepcionante…

El problema, a mi entender, en los estudios de Negri y Hardt, está en que su solvencia analítica está descompensada porque poco o nada dicen sobre la orgnización del contrapoder (el “Príncipe-agencia” se menciona en el último párrafo pero no se describe) y sobre el régimen político del común (lo que habrá de constituir el poder constituyente)….Y sin eso es difícil hablar de política.

La posibilidad constituyente (igual que la destituyente o la insurreccional) no descansa en una voluntad colectiva más o menos mayoritaria sino en los instrumentos de poder de esa voluntad. Contestando la réplica a mi pregunta del compañero Hardt en el seminario de Saas-Fee: con Badiou, con Zizek y con el Negri de “La Fábrica de la estrategia”, es decir, para pensar la política Marx es inseparable de Lenin (pero sin guión).

Que siga el debate compañeros.

 

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