Por Jorge Cevallos*, “Crazy Horse”
El tema de la Conaie es un tema digno de análisis, que desnuda las falacias del sistema para minar y debilitar con pendejadas… hasta al más fuerte.
Es de tontos aceptar que la punta de lanza de este iceberg de pacotilla (que es la silenciosa lucha de poderes para hacerse con la Conaie) podría reducirse a la disputa netamente electorera de dos o tres grupúsculos que no supieron escuchar el Consejo que hace unos 30 años les dieron los abuelos, en el sentido de mantenerse alejados por un tiempo de esta trampa mortal, que es participación político – electoral en el contexto de un Estado prácticamente fallido.
No hacía falta ser clarividente en aquel entonces (ni hace falta serlo hoy) para darnos cuenta que sus mejores cuadros no estaban listos, mostrando debilidad de carácter, falta de experiencia y una tendencia a sucumbir a los encantos del billete, Padre, Madre y Espíritu Santo de la democracia moderna.
Sumaba a esta realidad el riesgo de no conocer suficientemente a los aliados (movimientos sociales y organizaciones urbanas de la época) con quienes debían pactar (sí o sí) para crear un partido político con opciones de llegar al “poder”, lo que para aquel entonces (y aún para hoy) se reduce a hacerse con diputaciones, prefecturas, alcaldías, concejalias, consejerías… o cualquier otro espacio burocrático, objetivo o Sumak Kawsay del candidato.
Recordemos que, ante la reticencia de los mayores para entrar a este juego peligroso, la estrategia de los apurados fue “dorarles la píldora“, disfrazando su anhelo “legítimo” de convertirse en dueños de un partido político, con la fachada de un “Movimiento”, maquillando aunque sea en el membrete lo que en realidad era (y sigue siendo) una organización de miedo, por los efectos que causan sus acciones.
En aquel entonces los sabios o amawtas se rompieron la cabeza para dotarle a tal “Movimiento” de una filosofía social – colectiva fundada en las reivindicaciones históricas de la gente, mismas que en poquísimo tiempo quedaron reducidas a su mínima expresión de oda lírica y ditirambo (la nada), en una cantaleta que incluso la repite hasta el cansancio el más prominente de sus verdugos (Rafael Correa).
Otro de los efectos negativos de esta apresurada participación electorera, es la degeneración paulatina del sistema de justicia en las comunidades, donde siguiendo el ejemplo de la “política moderna” se relajaron las normas y protocolos, aprendiendo al pie de la letra, y en las “negociaciones”, la lección que más le ha rendido al sistema: 1. Come solito; 2. Agarra lo que puedas; 3. Si te molestan, reparte y ante todo: 4. “Hazte el de la vista gorda”. La reciente acción de Jaime Vargas, que por su nivel de infamia no hubiese sido posible hace unos 20 años, hoy es solo una flor más en este desolador paisaje.
En verdad que hace ya casi 30 años (medio en broma y medio en serio) los abuelos lo predijeron: “Así como va la cosa, quienes enceguecidos nos empujan a la participación electoral, están más propensos a convertirse en nuevos Oswaldo Hurtados, que en renacidos Tupac Amarus”.
Lamentablemente hasta el día de hoy no hay sociólogo, filósofo o estudioso social que se haya pronunciado al respecto, siendo de aceptación general que la prematura participación político electoral ha sido el error táctico más grande del Movimiento Indígena en los últimos 50 años.
Sin duda la ambición de un grupo de oportunistas, bien lavados el cerebro con la posibilidad real de también ellos poder convertirse en “Amo – Patrón” fue el trauma que mejor supo explotar el sistema para debilitar al movimiento, conduciéndolos cada 2 o 4 años hacia un terreno del que son dueños exclusivos sus verdugos.
Mediante los siempre útiles Felipillos, a estos fundadores del desastre, a quienes les hicieron creer que esta “herramienta política” era un camino, un avance… cuando en realidad solo estaban dejando caer unas cuantas migajas para corromper a toda una generación de potenciales dirigentes, que una vez llegados al poder se corrompieron… y corrompieron a sus hermanos impunemente. Si pasamos la lista de autoridades Pachakuchic vendidas, que han traicionado a sus electores o que se han aprovechado vilmente, nos asombraríamos de su extensión.
Entre los factores más destacados en el éxito de esta cosmovisión de podredumbre están, entre otros, la debilidad de varios Taitas, que hasta cierto punto carecieron de vigor para defender sus opiniones, aún sabiéndolas acertadas. Para peor, y en un acto de tolerancia inoportuno, decidieron ejercer el principio de “mandar obedeciendo” pero amparados en los principios de la democracia “moderna” (la dictadura de las mayorías o dedocracia), dejando de lado la tradicional y exigente política de los consensos.
La evolución de esta desafortunada participación nos deja como resultado la consolidación de dos o tres grupúsculos de politiqueros profesionales, entre los que destacan los oportunistas y noveleros, liderados por Yaku Pérez y Salvador Quishpe, quienes pasarán a la historia como los encargados de dar a sus hermanos la primera puñalada trapera de este último ciclo, (las elecciones primarias internas de Pachakutik), en las que mediante la sorpresa y el engaño se alzaron con el santo y la limosna, redactando prácticamente a dedo y en total desorden una lista de candidatos a asambleístas llena de falencias lamentables.
De otra parte, se encuentran los correístas tapiñados, que en la política de guerra de baja intensidad que experimentamos actualmente hacen la labor de zapadores, minándolo todo. Sus cabezas más visibles son Ricardo Ulcuango, Carlos Viteri, Humberto Cholango y Jaime Vargas.
Están los parásitos del sistema electoral, (incluidos Diana Atamaint y Marlon Santi), que desde que probaron la teta no han podido soltarla, siendo ellos sí las “herramientas útiles” que tanto profetizaba la democracia, para desde la ilusión del poder aniquilar un movimiento.
Está también un buen número de intelectuales y profesionales indígenas y no indígenas, acomodados de algún modo al amparo del Estado (o de la “Academia“), sin dar pie con bola en el análisis y mas bien ocupados en ser “útiles” a un ejército de asambleístas, alcaldes, concejales, consejeros o prefectos, buscándole la quinta pata al gato.
Todo este floreciente conjunto de personajes, cacicazgos y actividades, evidencian un abandono de los más elementales principios de la lucha del pueblo ecuatoriano, e incluso de la misma convivencia pacífica.
Pachakutik y la débil formación política
Respecto a Pachakutik y la representatividad que del pueblo ecuatoriano asumió en las pasadas elecciones, lo único que nos queda claro es que políticos duchos, dueños de los partidos tradicionales se pusieron de acuerdo y hacia allá trabajaron en conjunto (cada uno con su propio infiltrado) para asegurarse en la papeleta electoral la presencia de un candidato Pachakutik de medio pelo, de carácter narcisista y volátil, con una débil formación política y más inclinado al pantallazo que al servicio público. Un candidato con posibilidades de ganar la presidencia (dado el enorme clamor nacional por el cambio) pero fácil de torear al momento de aplicar un necesario fraude. Recordemos que, en lo electoral, acabamos de atravesar una etapa en que cualquier tercera alternativa a Correa y Lasso, ganaba sí o sí.
En este escenario Salvador Quishpe solo sirvió de relleno: su pre – candidatura presidencial fue desechada casi de inmediato (y viejo lobo como es) se vendió fácilmente, allanándose al fraude y recibiendo como recompensa la primera candidatura a asambleísta, ayudando a liquidar las aspiraciones de la gente.
Finalmente, Salvador no estuvo del todo equivocado y puede declararse “Salvador” de sí mismo, ya que al menos en los próximos cuatro años, él y otras “autoridades” amasarán una fortuna que fácilmente llegará a los $200.000 dólares solo en honorarios, a lo que habría que sumar dietas, comisiones, “muertos y heridos“, que siempre hay en este negocio jugoso.
Al fundar Pachakutik (con voto en contra de la mayoría de dirigentes históricos) se abrió una Caja de Pandora que hasta hoy solo nos ha traído la peste, una que otra ley de letra muerta y algo de obra pública.
Los abuelos lo advirtieron, pero los oportunistas vencieron. ¿No será acaso oportuno para dejar de legitimar a ciegas este espacio realmente conflictivo, y siguiendo el ejemplo dado por la comunidad de Sarayaku, declarar institución no grata al Consejo Nacional Electoral?
¿No será oportuno exigir a las bases una evaluación profunda de está “herramienta política”, pero sin contar con la participación o injerencia de vendidos y fracasados? Una evaluación dependiendo de cuyos resultados se le dé los santos óleos o se lo refunde, como una alternativa sana de cambio.
Unos creen viable liquidarlo, proponiendo dedicar todo ese esfuerzo durante una generación, al fortalecimiento del tejido social de las organizaciones y a la formación de verdaderos dirigentes. Otros lo ven imposible dadas las pequeñas fortunas familiares, cacicazgos y proyecciones nacionales en juego.
Sin duda el poder político corrompe y el poder total (como el que hoy está en juego), corrompe totalmente.
“Así como va la cosa, quienes enceguecidos nos empujan a la participación electoral, están más propensos a convertirse en nuevos Oswaldo Hurtados, que en renacidos Tupac Amarus”.
*Jorge Cevallos es escritor y productor independiente.
La educación, tanto política como cientifico- técnica sin ser la solución, es una alternativa de un proceso de la llamada” tercera vía”. Es importante por cualquier medio dar siempre la imagen de la división existente si, pero irreal muchas veces.
De igual manera, ya es suficiente el pensar la ” eternidad” de la vieja ” camorra”, los jóvenes y mujeres están preparados y los ” padrinos” han impedido su participación con lo de siempre: las ” mañas” . Insisto educar para cambiar. No hoy a corto plazo y más aún a un mediano camino.