Los múltiples factores para el Levantamiento Indígena Popular de junio de 2022: la crisis pandémica global y económica del país, la situación de hambre y pobreza, el desempleo y la insalubridad, las guerras comerciales y de Rusia-Ucrania, pero también la opresión de clase, el racismo, las desigualdades de género, el despojo económico y de tierra, la contaminación ambiental y el irrespeto a la naturaleza, entre otros, se resumieron pausadamente en las 10 exigencias del movimiento indígena y popular. Las primeras voces de respuesta del gobierno de Lasso fueron: “demandas irracionales”, “incumplibles”, “la agenda real es el golpe”, expresiones similares a las del octubre de Lenín Moreno. Sin embargo, tanto en octubre-2019 cuanto en junio-2022, una vez cumplidas las principales demandas se terminó el paro.
Por esquivar las reivindicaciones del movimiento, Guillermo Lasso (CREO), no se sentó a hablar con la dirigencia indígena, los insultó de palabra y simbólicamente, hirió a los ecuatorianos con su “quemimportismo” y con sus ausencias en la Asamblea; utilizó al covid-19 y se imaginó talibanes en Quito. Así no se hace política y menos patria. Lo que sí hizo Lasso fue tensar mucho más las redes coloniales y raciales de su séquito, de aquellos que, haciendo mal, se llaman “gente de bien”. El ministro de gobierno, Francisco Jiménez dijo algo pausado, y con otras palabras en medio: “el gobierno te escucha… después de 17 o 18 días”.
La lucha del levantamiento indígena popular fue contundente. Se unieron pluralidad de sectores, de la ciudad y el campo, jóvenes y viejos, trabajadores, mujeres, docentes, estudiantes. Una paralización de las más grandes dimensiones. Un movimiento organizado con un programa que exigía cambiar de dirección al gobierno, a la Asamblea, a las instituciones. Lasso cumplió al goteo. Al día 3 del paro, el gobierno sacó el Decreto 452 (15/06) del control de precios sobre la especulación e intermediación. Al día 5, el Decreto 454 (17/06) sobre la emergencia en la Salud. Al día 6, subió 5 dólares el Bono de Desarrollo Humano; subsidió el 50% del precio de la urea para pequeños y medianos productores; duplicó el presupuesto para la educación bilingüe; redujo las tasas de interés de BANECUADOR del 10 al 5% en deudas de hasta 3 mil dólares y la condonación de las vencidas al 31 de mayo; ofreció 100 millones de crédito para pequeños y medianos productores (Decreto 456).
Entre los días 7 y 14 del Levantamiento, la política de Lasso se centró en la represión y los Estados de Excepción. Al día 15 del Paro, Lasso decretó 0,10 centavos menos en la gasolina y el diesel (Decreto 462, 26/06). La quinta parte del incremento 0,50 centavos en su primer año de gobierno. Al día 18 de lucha, tras el diálogo y sin Lasso, se consolidó en 0,5 centavos menos, lo que sumó en total 0,15 (Decreto 467, 30/06). La derogatoria del Decreto 95, significa suspender los procedimientos para que continúe la privatización del petróleo (Decreto 466); aunque quedan otras normas más en pie. Sobre la modificación del Decreto 151, se acordó cumplir con la Constitución y no explotar áreas protegidas, zonas hídricas, ancestrales, arqueológicas; así como tramitar en la Asamblea la Ley de la Consulta Previa. En el Acta de fin del Paro consta una mesa técnica por 90 días para el seguimiento de las exigencias, además del compromiso de reformar el Art. 66 de la Ley Especial Amazónica. Pequeños cambios, ante la inmensa carestía de la vida.
A pesar de los cuestionadores del Levantamiento, veo que aquí se forma un pueblo con conciencia política, que se alecciona a sí mismo en cómo funciona la lógica del poder. Que sabe que la lucha no es un paseo, sino un sufrimiento, incluso de sangre para sí mismo -lamentamos la muerte de seis manifestantes y un militar (también de origen indígena)-, pero que es necesario para cambiar la miseria de vida en que vive. Los 18 días de Levantamiento fueron de resistencia, de convencimiento que “la lucha es la madre de todos los derechos”, pero que falta mucho más.
La lucha del levantamiento indígena popular fue contundente. Se unieron pluralidad de sectores, de la ciudad y el campo, jóvenes y viejos, trabajadores, mujeres, docentes, estudiantes. Una paralización de las más grandes dimensiones. Un movimiento organizado con un programa que exigía cambiar de dirección al gobierno, a la Asamblea, a las instituciones.
*Jaime Chuchuca Serrano es abogado; Licenciado en Ciencias Políticas y Sociales, Licenciado en Ciencias de la Educación en Filosofía, Sociología y Economía, Magíster en Sociología. Doctorando en Ciencias de la Educación.
*Fotografía: La Cigarra
En que cambia la miseria del pueblo la disminucion del subsidio de los combustibles fosiles que en un mundo ideal ecologista no deberian consumirse y a los que mas benefician es a los contrabandistas, a los dueños de vehiculos de alta gama (como Iza) y a los narcotraficantes?
Las propuestas de los indigenas en lo economico son totalmente incongruentes, lo mejor hubiera sido pedir un subsidio directo en dinero permanente.
Se justifica la violencia aupada por los dirigentes indigenas y sus aliados delincuenciales y subersivos? Claramente no como pretende hacerlo el articulista cuando dice: “Que sabe que la lucha no es un paseo, sino un sufrimiento, incluso de sangre para sí mismo -lamentamos la muerte de seis manifestantes y un militar (también de origen indígena)-, pero que es necesario para cambiar la miseria de vida en que vive. Los 18 días de Levantamiento fueron de resistencia, de convencimiento que “la lucha es la madre de todos los derechos”, pero que falta mucho más.”
Ademas queda en pie un chantaje: “si no se hace lo que pedimos, en 90 dias reiniciamos la “lucha”.
Claramente los lideres indigenas, sus asesores y los articulistas requieren una educacion en Economia y Ecologia.