Theodor Caplow en su Teoría de las Coaliciones en las Tríadas, exponía que: “Entre una potencia de Primera Categoría, otra de Segunda y otra de Tercera, la coalición más probable es la de la Primera con la Tercera, pues nadie quiere un aliado inmanejable”. En la década de los 70’s, Estados Unidos que era primera potencia mundial, buscó aliarse con la Tercera: China, contra la segunda, la Unión Soviética. La URSS había sufrido décadas de agresiones, bloqueos y guerras de desgaste hasta que su disolución en 1991 redujo a la Federación Rusa al rango de tercera potencia. La lógica de las coaliciones debía impulsar a Estados Unidos, (hoy en día segunda potencia) a aliarse con la primera: China. Sin embargo, la estrategia de la OTAN se simplificó a sacrificar a que Europa entre en una nueva “Guerra Fría” contra Rusia, sin prever que así forzaba a esta última a una interesante coalición con China. Pero el diablo no tiene aliados, sino intereses, y estos están dictando y redefiniendo una nueva geopolítica mundial.
¿Cuánto cuestan los honorarios del diablo?
La Unión Europea queda golpeada por su postergación y relegación en un aparente “acercamiento estratégico” entre Trump y Putin, para normalizar la situación en Ucrania sin pedirle permiso a los ucranianos, ni al expresidente Zelensky (cuyo período de mando ya venció) ni a los europeos, a los cuales se les deja sin su pedazo de pastel: los recursos minerales del país negociado. Pero, las consecuencias que sufre el viejo continente, que cedió progresivamente su soberanía al aceptar la ocupación militar por tropas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, están ya palpándose. La OTAN, instrumento de Estados Unidos para la Guerra Fría contra la Unión Soviética, comenzó abarcando 12 países en 1947 y se ha expandido progresivamente hasta ocupar militarmente 32. Pues bien, después de que la OTAN operara durante casi ocho décadas como el principal colaborador de las agresiones estadounidenses en el mundo, y como proveedor de armamento y entrenamiento del régimen de Kiev, ahora Trump exige a los países sometidos, elevar pago por usar la fuerza militar que en este caso, las ocupa. Sobre esto, nada, absolutamente nada se habló durante la “reunión” de Trump con Zelenzsky en la Casa Blanca. Cuando pactas con el diablo, no basta con entregar la soberanía: hay que pagarle para que se haga cargo de ella.
Los huérfanos del maligno
Todos los cipayos tercermundistas acogían grandilocuentemente, hasta hace días, el evangelio sagrado del Consenso de Washington: cero proteccionismo a empresas, industrias y recursos nacionales; apertura ilimitada e incondicional a los capitales foráneos, liberación de las importaciones eliminando prohibiciones e implantando aranceles bajos o inexistentes, desmantelamiento del Estado, entrega de recursos naturales a empresas extranjeras exoneradas de impuestos, entrega de la soberanía a tribunales o árbitros foráneos. Todo continuó extraordinariamente bien, hasta que el procreador del engendro (USA) probaron su propio veneno. A partir de allí, la potencia norteña amenazó con retirarse del Tratado de Libre Comercio con México y Canadá, imponiendo prohibiciones y aranceles extravagantes a los productos de sus competidores. ¿Significa esto que el proteccionismo es malo cuando lo aplica el Tercer Mundo y bueno cuando lo aplica Estados Unidos? Los huérfanos del Consenso de Washington seguirán predicando la entrega total e incondicional al capital extranjero, los recortes a salud, educación, pensiones jubilares; y otras transgresiones a los derechos humanos y si no se actualizan, los actualizarán a la fuerza.
El salario de Belcebú
Mientras negocia públicamente la paz con Rusia, Los Estados Unidos regatean separadamente con Zelenski la prolongación de la guerra. Las condiciones no pueden ser más tentadoras: Scott Bessent, el secretario del Tesoro de Estados Unidos, exige al gobierno ucraniano ceder el 50% de todos los beneficios sobre la extracción de todos los minerales de dicho país. No es un botín insignificante: podría suponer más de 500.000 millones de dólares en uranio, petróleo, litio y tierras raras indispensables para competir con China y el resto del mundo en informática, autos eléctricos y equipos militares. Vale la pena detenerse en los detalles de la reunión del 28 de febrero, transmitida en vivo y en directo por los medios desde el Despacho Oval de la Casa Blanca. Zelensky es regañado y obligado a agradecerlo: “.Trump: “Has hablado mucho. Tu país está en grandes problemas”. Zelensky: “Lo sé. Lo sé”. Trump: “No estás ganando. No estás ganando esto. Tienes una muy buena oportunidad de salir bien por nosotros”. Zelensky: “Señor presidente, estamos en nuestro país, manteniéndonos fuertes. Desde el principio de la guerra, hemos estado solos. Y estamos agradecidos. Ya dije gracias”. Trump: “Si no tuvieras nuestro equipo militar, esta guerra habría terminado en dos semanas”. Por ese apoyo, Trump requería, además de la mitad de la riqueza mineral del país, la devolución de más de 180.000 millones de dólares en ayuda estadounidense enviados a Kiev desde el comienzo de la guerra. La reunión terminó abruptamente. El apoyo militar serviría a Ucrania para defender con el sacrificio de su población y de su país el que Estados Unidos le arrebatara esta presa formidable. Negocio redondo, de no ser que la Federación Rusa domina actualmente el territorio donde se encuentran la mayoría de los yacimientos. El diablo cobra siempre más de lo que paga.
La institución de Amón
El 3 de noviembre de 1961 era creada la United States Agency for International Development (USAID) para abrir un nuevo frente de injerencia, paralelo al militar: la potencia norteña intervendría en otros países sobornando líderes, partidos, fundaciones, instituciones financieras, medios, funcionarios y cualquier tipo de personas naturales y jurídicas. Así se financiaba con argumentos constantes y sonantes un ejército de mercenarios civiles para influir o intervenir en las políticas de otros países. Sólo en Venezuela, los fondos entregados a la oposición y distraídos por ésta superarían los 1.000 millones de dólares. Durante 64 años, una maraña de personalidades y organizaciones esbirras y traidoras, se sirvieron de sus exquisitos dólares, hasta que el gobierno del Norte la clausuró este febrero alegando que las ayudas de la USAID eran utilizadas por los beneficiarios para ayudarse más a sí mismos que a Estados Unidos. Pero ¿por qué habrían de respetar los intereses estadounidenses quienes cobraban por traicionar los de sus propios países? Ahora resulta que los pensionados de la USAID al parecer le hicieron más daño al Imperio que a sus respectivas patrias. Ladrón que roba a ladrón, tiene cien años de perdón, y mucho más si el robado es el mismísimo Amón.
*Ingeniero Geógrafo por la universidad de Indiana en Bloomington. Máster en Geopolítica y Relaciones Internacionales por la Universidad de Arizona y por la Universidad Nacional de Costa Rica. Actualmente trabaja como docente para la universidad de Boston y para Govs Academy en Boston, estado de Massachusetts
Salvo lo de los “cipayos” que me parece exagerado un buen articulo al fin en este blog.