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UNA PETITE TRAGICOMEDIA. por Napoleón Saltos Galarza

Quito, enero 2014

 “Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de  la historia universal se producen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y otra vez como farsa”[1], como tragedia o como comedia. Quizás hay una tercera opción, como tragicomedia.

 En el segundo libro del Fausto, cuando éste ha logrado imponer el poder transformador del desarrollo en todo el territorio, se topa con un pequeño terreno en la costa que sigue como antes: “Lo ocupan Filemon y Baucis, una dulce pareja que están allí desde tiempos inmemoriales. Tienen una pequeña casa en las dunas, una capilla con una pequeña campana, un jardín lleno de tilos. Ofrecen ayuda a los náufragos y los vagabundos.”[2]

 Fausto les ofrece todo para que salgan: dinero, la reubicación en nuevos terrenos. Pero la pareja no acepta, se niega a partir. Fausto “comete su primera maldad consciente”. Llama a Mefisto y “sus hombres poderosos” y les ordena que quiten de en medio a los ancianos. No quiere verlo ni saber los detalles. Lo único que le interesa es el resultado final. (…) Éste es el tipo de mal característicamente moderno: indirecto, impersonal, mediatizado por organizaciones complejas y papeles institucionales.” Al día siguiente le comunican que el trabajo está cumplido. Fausto se informa que han incendiado la casa y asesinado a los ancianos. Reclama a Mefisto por la violencia y lo despide. “El príncipe de la obscuridad se retira elegantemente como caballero que es; pero ríe antes de salir.”[3]

 El desarrollismo va acompañado de un mesianismo caudillista. El afán del poder es tornarse absoluto: no puede ver un pequeño terreno que escape a la lógica del progreso. El caudillo mesiánico, que se siente el elegido, no puede escuchar voces que denuncien la violencia del nuevo mundo, no acepta que se nieguen a partir. Enfoca en el pequeño terreno todas las cámaras y envía a “sus hombres poderosos”, revestidos de la solemnidad e imparcialidad de la justicia y de la disuasión de las armas, para que cumplan impersonalmente la tarea, cubiertos el rostro de pasamontañas o cubiertos el nombre por el cargo oficial. “Los hombre poderosos” se encuentran con una pareja semidesnuda en medio de la noche, rodeada de sus dos pequeños hijos. Las fuerzas de la justicia y el orden revuelven la casa y se llevan las computadoras, los celulares, los “flash memory”, los molinos de viento, creyendo que allí reside el poder  y el saber de los que se resisten.

 El caudillo espera tranquilo en la casa y recibe el informe de la misión cumplida, pero queda una tarea final: ocultar la violencia. Viene un nuevo montaje: ahora es el poder de la información saneada de acuerdo a los designios del poder. Y luego seguirá, como en otros casos, los mensajes interesados desde las computadoras incautadas, la crónica del “espionaje” anunciado.

 Pero no se trata únicamente del “deseo narcisista del poder,  más violento en quienes son más poderosos, (…) hay otro motivo para el crimen que no nace sólo de la personalidad de Fausto, sino de un impulso colectivo e impersonal que parece ser endémico de la modernización: el impulso de crear un entorno homogéneo, un espacio totalmente modernizado en el que el aspecto y el sentimiento del viejo mundo ha desaparecido sin dejar huella.”[4]

 Esa es la “petite” tragicomedia de los nuevos caudillos desarrollistas y de sus víctimas: el delirio de quienes creen que hacen todo por primera vez en la historia, y no hacen más que repetirla, bajo la forma de una modernización funcional. Y del otro lado, el romanticismo de quienes tienen el poder de denunciar, hacia el pasado, pero aún no logran (logramos) crear la nueva utopía hacia el futuro.

 Queda una tarea inconclusa: convertir la solidaridad en poder transformador, desde abajo, para no repetir la historia.


[1] MARX Carlos, El 18 Brumario de Luis Bonaparte, http://www.philosophia.cl/biblioteca/Marx/18marx.pdf, p. 6, consulta enero de 2014.

[2] BERMAN Marshall, Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la modernidad, Siglo XXI, Madrid, España, 1988, pp. 58-59.

[3] BERMAN, Op. Cit., pp. 59-60.

[4] BERMAN, Op. Cit., p. 60

 

 

lalineadefuego
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PENSAMIENTO CRÍTICO
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1 COMENTARIO

  1. Que bien! un lindo análisis! Recuerdo que hace tiempo ya, el ex presidente Alan García, le sugirió alguna vez al mismo Mashi Correa, que considere a la prensa y a la oposición como sus asesores gratuitos de imagen. Pero el Mashi parece querer eliminarlos y esto responde a una visión totalitaria, perfeccionista e irreal de la vida. No quiero decir con eso que este gobierno no tenga aciertos, claro!

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