El problema del agua empieza a manifestarse como peligro inminente ahora cuando va a tener precio en el mercado, lo que alerta a los científicos, a los ecologistas, a los políticos sinceros y a la gente en general. Por temor a que falte el líquido vital, el agua empieza a ser cotizada en Wall Street como si fuera oro o plata. ¿Pero quién gana con esta inusitada decisión? Indudablemente las empresas trasnacionales que quieren imponer sus intereses económicos y defenderlos con la mecánica de política de clases a escala internacional.
El problema del agua es generado por el desarrollo de las fuerzas productivas sin control, en esta ocasión se evidencian en los índices de la insuficiencia de las fuentes de agua de California, sus cifras y hechos definen la magnitud del peligro.
Tratemos de mirar el problema desde la situación que se crearía en el Ecuador. La Constitución de Montecristi ya hizo hincapié en el papel del Estado ecuatoriano como garante de las necesidades urgentes de la población ecuatoriana y en los derechos de la naturaleza, pero sabemos que los intereses estatales pueden resultar insuficientes, que el Estado nacional no cuenta con instituciones políticas específicas con las que pueda limitar los daños del capitalismo industrial. Se debería exigir la planificación del aprovechamiento racional del principal recurso natural.
La amenaza de la escasez del agua no solo compete al Ecuador, se vuelve un problema global, de aquí que la humanidad viva una tensión especialmente crítica: la apropiación del líquido vital para utilizarla como mercancía a nivel mundial es de lejos una amenaza para la vida en el planeta entero.
El destino del agua se llena de tan funestos presagios que la Organización de Naciones Unidas (ONU) muestra su preocupación por su futuro uso, y el Papa Francisco expresa su inquietud por la privación : “Demos gracias a Dios por la “hermana agua”, elemento sencillo y precioso y esforcémonos por que sea accesible a todos”. Aún nos imaginamos mal las facetas de la situación crítica a la que se puede llegar, pero pensando en las diferencias de objetivos que tienen los seres humanos con el agua, la pluralidad de condiciones en que se la utiliza podemos visualizar la situación de catástrofe a la que se puede llegar.
Volviendo a la situación del país, los ecuatorianos no debemos abandonar la idea de que el Ecuador es un país fundamentalmente campesino y que la falta de agua repercutiría de manera fatal en la producción de alimentos para la agricultura indígena y campesina. Pero no solo los campesinos estarían en riesgo, es una amenaza para todos.
En esta situación es obvio que cualquier aporte, incluso pequeño, contribuya a la solución del conflicto que además se proyecta no solo a nuestra época sino a la historia de la humanidad. Nuestros errores y fallos pueden cerrar las puertas a cambios esenciales para la vida.
“La amenaza de la escasez del agua no solo compete al Ecuador, se vuelve un problema global, de aquí que la humanidad viva una tensión especialmente crítica”.
–Ileana Almeida
*Ileana Almeida, filóloga. Profesora universitaria, investigadora, periodista. Nacida en Ambato, Ecuador. Es autora de varios libros, ensayos y artículos de su especialización. Algunos de sus trabajos han sido publicados en México, Perú, Estonia, España, Alemania.