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sábado, abril 27, 2024

EL SOCIALISMO DE ALLENDE. Por Eduardo Ruilova Quezada*

Los acontecimientos político-militares del 11 de septiembre de 1973, puso fin a la presidencia de Salvador Allende, primer gobierno socialista de América Latina, quien venía aplicando políticas de transición desde 1970 hasta 1973, con la finalidad de poner fin al capitalismo chileno e instaurar un modelo económico, político y social, bajo la conducción del doctor Salvador Allende y la Unidad Popular.

La revolución chilena la haremos con gusto a vino tinto y sabor a empanada de horno”

Golpe fatídico con el cual truncaron los anhelos de un cambio político, económico y social, para luego impulsar el programa económico y político neoliberal en América Latina que reivindicó a la burguesía local y transnacional.

El golpe de Estado meticulosamente planeado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y ejecutado por el gorilismo militarista chileno conducido por Augusto Pinochet, fue la muestra más reaccionaria de lo que son capaces y pueden hacer las corporaciones transnacionales a través del gobierno norteamericano, convertido en fuerza intervencionista político-militar de ejecución imperialista en cualquier parte del mundo, a quienes no importó, ni interesó cuantos defensores de la patria queden en el camino, su ímpetu es defender o proteger los intereses corporativos multimillonarios, accionados siempre desde sus corporaciones petroleras, mineras, de transporte marítimo, aéreo, de fabricación o comercialización de armamento.

A lo largo de su carrera política siempre demostró su férreo nacionalismo y repudio al imperialismo, al que lo definió ante los estudiantes en la Universidad de Guadalajara el 2 de diciembre de 1972, como: “…la concentración del capital en los países industrializados que alcanzando la fuerza de capital financiero, abandonan las inversiones en las metrópolis económicas, para hacerlo en nuestros países y, por lo tanto, este capital que en su propia metrópoli tiene utilidades muy bajas, adquiere grandes utilidades en nuestras tierras, porque, además, muchas veces las negociaciones son entre las compañías que son dueñas de éstas y que están más allá de nuestras fronteras”. (…) “…somos países ricos potencialmente, y vivimos como pobres. Para poder seguir viviendo, pedimos prestado. Pero al mismo tiempo somos países exportadores de capitales. Paradoja típica del régimen en el sistema capitalista…”.

Estaba seguro de la forma de cómo se debía construir el socialismo en Chile, lo expuso con total claridad una vez más el 1 de diciembre de 1972, en el Congreso Nacional de México: “Tenemos como meta construir el socialismo. Pero sabemos que el socialismo no se impone por decreto. Sin premuras, pero sin claudicaciones, caminamos rompiendo la maraña de los intereses creados, a edificar una auténtica sociedad, donde desaparezca la injusticia, la explotación, la miseria moral y fisiológica, donde el hombre del pueblo tenga derecho al trabajo, a la educación, a la cultura, a la salud, al descanso y a la recreación; una nueva sociedad, donde el pueblo organizado sea el gran ejecutor de este proceso. Estamos haciendo nuestra revolución, afianzada en la conciencia revolucionaria de los trabajadores chilenos”.

Salvador Allende, una vez designado y ratificado como presidente por el Senado chileno, para demostrarle a la burguesía chilena y transnacional que la cosa marchaba en serio nacionalizó:

1.- la banca;

2.- el cobre, el hierro, el salitre y otros minerales;

3.- estableció tres tipos de propiedad: la social; privada y mixta;

4.- las principales áreas económicas monopólicas;

5.- impulsó una Reforma Agraria integral.

La  banca privada pasa a control estatal

El 30 de diciembre de 1970, mediante una cadena de radio y televisión ante el pueblo chileno, el “compañero Presidente” anuncio que poner fin a la concentración del crédito, a las altas tasas de interés, al control monopólico del dinero “…es preciso que el sistema bancario sea de propiedad estatal. La banca siempre buscará la forma de evitar los controles mientras su administración directa no esté en manos del Gobierno. (…) Si no tomamos la administración de los bancos para dar más créditos a los pequeños y medianos empresarios, para impedir que los monopolios lo acaparen, la baja de la tasa de interés seguirá favoreciendo a los pocos privilegiados que siempre han usufructuado de él. Igualmente, los controles indirectos se han mostrado ineficaces pera prevenir operaciones ilegales o para descentralizar el crédito o para orientarlo en su uso como instrumento ejecutivo de planificación. Sólo estando los bancos en manos del pueblo, a través del Gobierno que representa sus intereses, es posible cumplir con nuestra política”.

La riqueza nacional a manos del pueblo

En su discurso pronunciado el 4 de noviembre de 1971, al conmemorar el primer aniversario de gobierno popular, prefirió dar su informe en el estadio Nacional ante el pueblo, baluarte del proceso revolucionario chileno, en vez de hacerlo ante la burguesía o sus representantes en el Congreso, como mandaba la Constitución de Chile.  Ante  ellos expresó: “El pueblo de Chile ha recuperado lo que le pertenece. Ha recuperado sus riquezas básicas de manos del capital extranjero. Ha derrotado los monopolios pertenecientes a la oligarquía. Ambas actitudes son los únicos medios y caminos para romper las cadenas que nos atan al subdesarrollo, único medio de acabar con la violencia institucionalizada, que castiga y castigaba más fuertemente a la inmensa mayoría del país”.

(…) “Es por eso que estamos aquí, para señalar que hemos avanzado en el área social, base del progreso económico, fundamento del poder para el pueblo. Controlamos el 90% de los que fuera la banca privada; 16 bancos, los más poderosos, entre ellos el Español, el Sudamérica, el Crédito e Inversiones, el Banco de Chile, son hoy patrimonio de Chile y del pueblo. Más de 70 empresas monopólicas y estratégicas han sido expropiadas, intervenidas, requisadas o estatizadas. Somos dueños. (…) Podemos decir: nuestro cobre, nuestro carbón, nuestro hierro, nuestro salitre, nuestro acero; las bases fundamentales de la economía pesada son hoy de Chile y los chilenos”.

“En cuanto al “rojo mineral”, 11 de julio de 1971 exteriorizó: “Hoy culmina una larga lucha de las fuerzas populares, para recuperar para Chile el cobre como su riqueza esencial, pero al mismo tiempo, y hay que repetirlo, queremos nosotros terminar con el latifundio, hacer que las riquezas mineras, no sólo el cobre, sean de nosotros. Estatizar los bancos y nacionalizar las empresas industriales monopólicas, fundamentales o estratégicas para Chile”.

“…los trabajadores del cobre no serán dueños de las minas para beneficio exclusivo de ellos, son dueños de las minas en cuanto las minas les pertenecen al pueblo, y los trabajadores del cobre forman parte del pueblo, y los trabajadores del cobre tienen que entender, lo saben y lo van a vivir, que el esfuerzo de ellos estará destinado a hacer posible que cambie la vida del niño y la mujer chilena, que el esfuerzo de ellos y el cobre estarán destinados al progreso de la patria, y al sudar trabajando el fondo de la mina están haciéndolo por un Chile distinto, por una sociedad nueva, por el camino que abrimos hacia el socialismo. Compañeros mineros, trabajadores duros del rojo metal: una vez más debo recordarles que el cobre es el sueldo de Chile, así como la tierra es su pan. El pan de Chile lo van a garantizar los campesinos con su conciencia revolucionaria. El futuro de la patria, el sueldo de Chile está en las manos de ustedes”.

La nacionalización de las minas de cobre fue aprobada por unanimidad en el Congreso Nacional chileno, es decir, con el apoyo de los representantes de los partidos, Liberal, Demócrata- Cristiano, Conservador, Socialista y Comunista quienes eran minoría. Concomitantemente, ejecutó una férrea política de control de precios a los productos básicos para evitar la especulación; aumentó los salarios a los trabajadores y empleados; desarrolló un amplio plan de vivienda; priorizó la educación básica, media y universitaria, construyó nuevas escuela y colegios.

La reforma agraria

El presidente chileno Salvador Allende en una reunión con el pueblo. Foto: El Porteño.

Días antes de partir a Colombia, el 23 de agosto de 1971, sobre la reforma agraria expresaba: “Que reforma agraria no es sólo, y es muy importante, el cambio de propiedad de la tierra, sino que, además, es hacer posible que el trabajador de ella, el campesino, el mediero, el afuerino, cambien su vida y su existencia, eleven su nivel y su capacitación.

Reforma agraria es tierra, más crédito, semillas, abono, planificación, mecanización, sindicación de la tierra. Es educación y es salud. Reforma agraria es hacer cierta la frase más que centenaria de Tupac Amaru, cuando decía, y lo hizo presente el presidente del Perú al dictar la Ley de Reforma Agraria, «el patrón no comerá más de tu sudor, compañero campesino”. (…) “el Gobierno tiene clara conciencia de las formas específicas de propiedad y explotación de la tierra. Debo reiterar el respeto por la propiedad privada de medianos y pequeños agricultores, y hacer posible que ellos se incorporen a los planes nacionales de producción.

El Gobierno impulsará la organización de los pequeños agricultores, de manera tal que se integren las pequeñas economías campesinas en formas colectivas de explotación, y en la integración de la propiedad individual en propiedad social para dar lugar a la formación de grandes unidades productivas”.

Constituyó tres formas de propiedad: “la estatal, la cooperativa y la privada. Cada una de estas formas tiene que estar en relación con la zona, con la región, con las características del suelo, pero fundamentalmente, como lo he dicho, debe contarse con la conciencia y decisión de los trabajadores de la tierra. Todos los conceptos anteriores de propiedad serán aplicados de acuerdo a las condiciones sociales, políticas y económicas de las distintas partes del país. La cooperativa como empresa de propiedad colectiva del campesino debe ser conducida por los propios campesinos”. (…) “Estos consejos campesinos canalizarán la intervención directa y los planes de desarrollo agropecuario, en las expropiaciones, en la organización de trabajos en tierras expropiadas, en el crédito, en la comercialización de la producción y en los insumos”.

Se puede decir que el proceso de reforma agraria se realizó con celeridad,  1.300 predios de gran extensión, 2 millones 400 mil hectáreas han sido expropiadas. En ellas viven 16 mil familias, y hay cabida potencial para 16 mil más”. Puso fin al latifundio expropiando más de 4000 latifundios, a los pueblos ancestrales les entregó 150.000 hectáreas de tierras. El 3 de noviembre de 1972, al conmemorar el segundo aniversario del gobierno popular, comunicaba que: “Avanzar en el camino de la democracia económica, significa erradicar el latifundio y la expropiación de 5 millones 600 mil hectáreas…”.

Con la Reforma Agraria puso fin al latifundio, se puede decir que desapareció la gran hacienda improductiva; se dio inicio sistema cooperativo en el campo;

En el campo internacional

Estableció relaciones diplomáticas con la mayoría de países del mundo, expresó su respeto a hacia sus gobiernos, defendió los principios de autodeterminación y la no intervención de los pueblos; incorporó a Chile al Movimiento de Países No Alineados; desde el inicio de su gobierno en su discurso pronunciado el 5 de septiembre de 1970, luego del triunfo electoral expresó: “Somos lo suficientemente responsables para comprender que cada país y cada nación tienen sus propios problemas, su propia historia y su propia realidad. Frente a esa realidad serán los dirigentes políticos de esos pueblos los que adecuarán la táctica que deberá adoptarse. Nosotros sólo queremos tener las mejores relaciones políticas, culturales, económicas, con todos los países del mundo. Sólo pedimos que respeten -tendrá que ser así- el derecho del pueblo de Chile de haberse dado el gobierno de la Unidad Popular”.

“Somos y seremos respetuosos de la autodeterminación y de la no intervención. Ello no significará acallar nuestra adhesión solidaria con los pueblos que luchan por su independencia económica y por dignificar la vida del hombre en los distintos continentes”.

En su exposición ante la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) del 4 de diciembre de 1972, denunció el bloqueo, el boicot y el chantaje del cual eran víctimas Chile y los países del Tercer Mundo, de manera especial los países Latinoamericanos que habían decidido cambiar su modelo económico impuesto directamente por las corporaciones transnacionales y el imperialismo norteamericano y por ello manifestó: “Hoy vengo aquí porque mi país está enfrentado a problemas que en su trascendencia universal son objeto de la permanente atención de esta Asamblea de las Naciones Unidas: la lucha por la liberación social, el esfuerzo por el bienestar y el progreso intelectual, la defensa de la personalidad y dignidad nacionales.

La perspectiva que tenía ante sí mi Patria, como tantos otros países del Tercer Mundo, era un modelo de la modernización reflejo, que los estudios técnicos y la realidad más trágica coinciden en demostrar que está condenado a excluir de las posibilidades de progreso, bienestar y liberación social a más y más millones de personas, relegándolas a una vida subhumana. Modelo que va a producir mayor escasez de viviendas, que condenará a un número cada vez más grande de ciudadanos a la cesantía, al analfabetismo, a la ignorancia y a la miseria fisiológica.

La misma perspectiva, en síntesis, que nos ha mantenido en una relación de colonización o dependencia. Que nos ha explotado en tiempos de guerra fría, pero también en tiempos de conflagración bélica y también en tiempos de paz. A nosotros, los países subdesarrollados, se nos quiere condenar a ser realidades de segunda clase, siempre subordinadas. (…)En plena década del 70, después de tantos acuerdos y resoluciones de la comunidad internacional, en los que se reconoce el derecho soberano de cada país de disponer de sus recursos naturales en beneficio de su pueblo; después de la adopción de los pactos internacionales sobre derechos económicos, sociales y culturales, y de la estrategia para el segundo decenio del desarrollo, que solemnizaron tales acuerdos, somos víctimas de una nueva manifestación del imperialismo. Más sutil, más artera y terriblemente eficaz, para impedir el ejercicio de nuestros derechos de Estado soberano”.

El revolucionario y la revolución

Nunca negó su vinculación con la masonería, la cuestionó múltiples veces; como ejemplo tomamos una de sus intervenciones realizada el 14 de abril de 1970, en la cual expresó de manera contundente su falta de vinculación y de poner en práctica lo que ellos pregonan: “…si la esencia de nuestro pensamiento, de nuestra doctrina y de nuestro ideario es la igualdad,   fraternidad y la libertad ¿tiene libertad el campesino? ¿tiene el obrero? ¿tiene el empleado? ¿tiene el periodista, cuyos niveles educacionales y culturales son más amplios? ¿Es que puede haber fraternidad e igualdad entre el explotador y el explotado, el opresor y el oprimido?”.

En cada oportunidad que tenía, ya sea en público o en privado, daba sus conceptos, ratificándose con  vehemencia y sobriedad en lo que anheló y creyó. Así lo expresó en su discurso pronunciado en la ciudad de concepción, el 7 de febrero de 1972, la revolución “…implica cambios y transformaciones estructurales, esfuerzo, sacrificio, y trabajo, capacidad creadora; la Revolución no es tarea para cómodos ni son horas placenteras, es la dura, la esforzada, la patriótica realización con el esfuerzo y el sacrificio común de un destino histórico, que se crea produciendo más, trabajando más, superándose más, abriendo la conciencia de las masas, para señalarles que ellas son el factor esencial de estas transformaciones, de esta etapa revolucionaria, para crear un nuevo sentido de responsabilidad y un nuevo sentido de la moral, y lo puedo decir, como compañero Presidente de ustedes, que he visto que la revolución va más allá de los partidos de la Unidad Popular para entroncarse en la conciencia del pueblo de Chile”. (…)

“…Revolución no es una batalla, es una larga y permanente campaña en ella, en esa campaña el Pueblo tiene victorias y recibe también derrotas, hemos ganado batallas económicas, políticas y sociales. En el campo económico tenemos el control de las riquezas básicas del país; hoy el carbón es nuestro, el salitre es nuestro, el hierro es nuestro, el acero es nuestro, el cobre es nuestro”. Allende manifestaba que la revolución “…no sólo significa fortalecer el Área Social de la economía, representa romper la dependencia, avanzar hacia la independencia económica y conquistar entonces la plenitud de nuestra soberanía, recuperar para un pueblo, en vías de desarrollo, sus riquezas fundamentales, derrotando la penetración foránea imperialista, es darle un sentido patriótico y profundamente nacional a la lucha del pueblo y este es el alcance y significado que tiene la recuperación para Chile de sus riquezas esenciales que estaban ayer en manos del capital extranjero”.

Volvió a ratificarles su formación marxista, su profundo compromiso con los sectores populares a través de la Unidad Popular, “…que reitero, es un instrumento del pueblo de Chile, nacido de su experiencia y su realidad…”. “Es la responsabilidad histórica de los que nos damos cuenta que este país o hace posible dar un paso hacia adelante en un proceso de auténtica democratización, o caeremos en una dictadura civil implacable o en un golpe militar. (…) soy marxista soy la expresión de un entendimiento muy amplio, entre partidos marxistas y no marxistas; pero, dejaría de ser el Hermano de ustedes si no les dijera que hay una distancia sideral entre la lucha que dimos el año 1938, y yo fui, en la dimensión pequeña de mi responsabilidad de ese entonces, actor en ella. (…)

“En 1970 no luchamos por ser la izquierda de un régimen capitalista, luchamos por sustituir el régimen capitalista, por hacer posible una sociedad distinta, una convivencia social diferente, una moral diferente, por hacer posible el desarrollo integral de la personalidad humana, porque sea verdad el humanismo que no tiene la expresión de grandeza en el régimen capitalista que alcanza en la sociedad sin clases de un régimen socialista”.

Salvador allende y la juventud

Desde su primer día de gobierno, el “compañero Presidente” siempre solicitó el compromiso, la colaboración, la entrega voluntaria, la colaboración  y energía de la juventud para sacar adelante el proyecto político de la Unidad Popular. El 5 de noviembre de 1970 al asumir la Presidencia de la República les manifestó: “…quiero hablar a los jóvenes: No seré yo, como rebelde estudiante del pasado, quien critique su impaciencia, pero tengo la obligación de llamarlos a serena reflexión. Tienen ustedes la hermosa edad en que el vigor físico y mental hace posible prácticamente cualquier empresa. Tienen por eso el deber de dar impulso a nuestro avance.

Conviertan el anhelo en más trabajo. Conviertan la esperanza en más esfuerzo. Conviertan el impulso en realidad concreta. Miles y miles de jóvenes reclamaron un lugar en la lucha social. Ya lo tienen. Ha llegado el momento de que todos los jóvenes se incorporen. A los que aún están marginados de este proceso les digo: vengan, hay un lugar para cada uno en la construcción de la nueva sociedad. (…) Sigan los mejores ejemplos. Los de aquellos que lo dejan todo por construir un futuro mejor”.

Luego el 21 de diciembre de 1970 nuevamente les dice que: “La juventud no podía ser espectadora de este gran proceso de transformación económica y social de Chile, la juventud es protagonista fundamental de esta etapa de la vida Patria. Necesitamos, reclamamos y pedimos la energía creadora de la juventud, su lealtad revolucionaria que será puesta sin quebrantos al servicio de Chile y del pueblo. Hoy iniciamos un hecho de honda significación solidaria y humana. La juventud chilena recorrerá los valles, los campos, las aldeas y las poblaciones, llevando el mensaje redentor, la voluntad, la decisión creadora y revolucionaria del Gobierno Popular. El cansancio más que centenario de los viejos luchadores será reemplazado por la energía juvenil, para hacer de Chile una Patria distinta: la Patria sin distingos de todos los chilenos, independiente en lo económico y soberana en lo político”.

En el mismo acto, Allende con la finalidad de otorgarles mayor importancia, responsabilidad y compromiso con el país creó la Secretaría General de la Juventud, adscrita a la Presidencia de la República, con la cual coordinará los trabajos políticos y sociales a realizarse.

Posteriormente en el mes de diciembre de 1972, con motivo de la graduación de nuevos médicos expresa con renovada esperanza a la juventud, “…es cierto que está más apta para entender y participar en el proceso revolucionario, porque ella está más transparente, más limpia, menos comprometida y por lo tanto, más apta para mirar el futuro de esta propia juventud que con su propio es fuerzo va a construir. Por ello es esencial entonces destacar que la juventud, como integrante del pueblo, debe tener conciencia cabal de su aporte en esta etapa trascendente de nuestra historia, aporte que fundamentalmente vencerá en lo político y en lo cultural”. (…).

“Es conveniente insistir, reiteradamente, que cada pueblo tiene su propia condición histórica, su idiosincrasia, su realidad objetiva, que ha sido y es diferente a la nuestra. De ello entonces el gran valor del diálogo de discusión ideológica. De allí la necesidad de que la juventud sea el gran vehículo de contacto permanente entre sus partidos y el pueblo y las masas chilenas. De que la juventud sea el vehículo entre su Gobierno y el pueblo que estaba en el agro, en la mina, en el litoral, en la población marginada, en la Universidad o en la industria. Es la juventud la que debe llevar este mensaje para elevar el nivel de las masas populares chilenas e impulsarlas al cumplimiento de sus propias tareas”.

“Necesitamos al joven estudiante vinculado con conciencia revolucionaria a su tremenda responsabilidad de aprender. El joven, como lo dijera hace algún tiempo atrás, que tiene la satisfacción de poder ser universitario por ejemplo, debe entender cómo cientos y miles de muchachos aún no pueden alcanzar ese nivel todavía, no pueden entrar a la educación secundaria. El dirigente político juvenil tiene que ser ejemplo de obrero en su trabajo, de campesino en su labor, en su tarea como empleado, y ejemplo de estudiante en la Universidad, en el Liceo o en la educación básica. No puede haber disculpas para no prepararse con la responsabilidad política que se asume. Para mí no hay buen dirigente universitario si no se es al mismo tiempo ejemplar estudiante universitario”.

“Necesitamos una juventud con ambición de futuro, una juventud con pasión creadora, con dinamismo y energía, con voluntad revolucionaria. Una juventud acerada en la crítica, pero en la crítica limpia. Una juventud capaz de hacer sentir su voz de protesta, pero consciente de que su voluntad revolucionaria se pueda expresar en este Gobierno, porque es el Gobierno del Pueblo y es el Gobierno de la Juventud”.

“La juventud tiene que estar presente en la movilización del pueblo en cada instante, en cada minuto y en cada hora de nuestra existencia revolucionaria, pero además de eso la juventud debe tener las tareas específicas y concretas que hagan posible su labor en la responsabilidad del trabajo voluntario. La gran tarea la he diseñado en el campo de la discusión y preparación ideológica, en el diálogo con las masas, en el contacto con el pueblo, en la movilización de las masas y el pueblo, pero al mismo tiempo la juventud debe quemar sus energías en las tareas voluntarias que den su ejemplo para que sea estímulo para otros”.

“A no olvidar jamás que juventudes de otras tierras entregan su vida, para afianzar nuestro derecho a ser libres, a mirar a Chile, la Revolución chilena con dimensión de chilenos y convicción de chilenos, sin olvidar tampoco la obligación solidaria, moral del internacionalismo proletario y a comprender que los que caen en otras tierras de Latinoamérica, en Asia y en África y sobre todo a comprender que los que caen en Vietnam, caen por nosotros también, compañeros jóvenes chilenos”.

“Como compañero de ustedes, quiero agradecer una vez más lo que hicieron, no por mí, sino por el pueblo de Chile. Como compañero de ustedes, no olvidaré el esfuerzo desplegado para llevar la esperanza que redime aun a aquellos que no tenían fe. Como compañero de ustedes, cuando pasé a altas horas de la noche por los campos o las ciudades, en las murallas y en los cerros, en los árboles vi mi nombre, que sabía que lo habían escrito sobre todo manos de muchachos, las manos anónimas de la juventud, y no pocas veces la pintura se tiñó de rojo, cuando la sangre rubricó la decisión de la victoria. Y no olvido eso como compañero de ustedes, y viejo compañero, como Compañero Presidente yo entrego en ustedes, el futuro de la Patria y sé que lo entrego a la voluntad revolucionaria de la juventud de mi Patria que sabrá responderle al pueblo y hacer posible la epopeya socialista”.

En el discurso pronuncia a los estudiantes en la universidad de Guadalajara,  el 2 de diciembre de 1972, nuevamente les llama a la reflexión, a la solidaridad y al compromiso revolucionario cuando les manifiesta: “Hay jóvenes viejos que comprenden que ser universitario, por ejemplo, es un privilegio extraordinario en la inmensa mayoría de los países de nuestro continente. Esos jóvenes viejos creen que la universidad se ha levantado como una necesidad para preparar técnicos y que ellos deben estar satisfechos con adquirir un título profesional. Les da rango social y el arribismo social, caramba, qué dramáticamente peligroso, les da un instrumento que les permite ganarse la vida en condiciones de ingresos superiores a la mayoría del resto de los conciudadanos”.

“Y estos jóvenes viejos, si son arquitectos, por ejemplo, no se preguntan cuántas viviendas faltan en nuestros países y, a veces, ni en su propio país. Hay estudiantes que con un criterio estrictamente liberal, hacen de su profesión el medio honesto para ganarse la vida, pero básicamente en función de sus propios intereses. hay muchos médicos -y yo soy médico- que no comprenden o no quieren comprender que la salud se compra, y que hay miles y miles de hombres y mujeres en América Latina que no pueden comprar la salud; que no quieren entender, por ejemplo, que a mayor pobreza mayor enfermedad, y a mayor enfermedad mayor pobreza y que, por tanto, si bien cumplen atendiendo al enfermo que demanda sus conocimientos sobre la base de los honorarios, no piensan en que hay miles de personas que no pueden ir a sus consultorios y son pocos los que luchan porque se estructuren los organismos estatales para llevar la salud ampliamente al pueblo”.

Continúa: “…ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica; pero ir avanzando en los caminos de la vida y mantenerse como revolucionario, en una sociedad burguesa, es difícil”.

Implementó el primer internet en america latina

Allende siempre estuvo atento a  las innovaciones tecnológicas para ponerlas al servicio del pueblo; como presidente de la República con su colaborador Fernando Flores, lector y conocedor de los proyectos del señor Beer, “se convirtió en un ministro en la nueva administración, con la responsabilidad de nacionalizar grandes sectores de la industria. Como en muchas áreas, el gobierno de Allende quería hacer las cosas de manera diferente a los regímenes marxistas tradicionales”; pusieron todo su empeño en implementar el  Sistema de Información y Control (Proyecto SYNCO, creado por el inglés Stanfford Beer y que era parte de otro proyecto mucho más grande denominado Cybersyn), una especie de “internet socialista” que inicialmente fue instalada en los centros de trabajo bajo control estatal.

El señor Beer, simpatizante de la Revolución chilena, se apersonó del proyecto y vino a dirigirlos, dejando otros proyectos y contratos en Inglaterra. “El propio Allende estaba entusiasmado con el plan. Beer (…) compartían la creencia de que Cybersyn no se trataba de que el gobierno espiara y controlara a las personas. Por el contrario, se esperaba que el sistema permitiera a los trabajadores administrar o al menos tomar parte en la gestión de sus lugares de trabajo, y que el intercambio diario de información entre el taller y Santiago generaría confianza y una cooperación genuina, y el combinación de libertad individual y logro colectivo que siempre ha sido el santo grial político para muchos pensadores de izquierda”.

Según el colaborador del proyecto de apellido Espejo: “Los trabajadores comenzaron a asignar un espacio en su propio taller para tener el mismo tipo de gráficos que teníamos en Santiago”. Las fábricas usaron sus télex para enviar solicitudes y quejas al gobierno, y viceversa. Y en octubre de 1972, cuando Allende enfrentó su mayor crisis hasta el momento, el invento de Beer se volvió vital”. La dictadura militar destruyó el proyecto por ser una obra hecha por comunistas.

Finalmente, la vía pacífica, la socialismo tuvo como merito el haber permanecido durante tres años luchando en la arena internacional contra el imperialismo norteamericano y el rechazo o no aceptación por parte de la ex Unión Soviética al modelo chileno de transición al socialismo, querían imponerles sus condiciones geopolíticas similares a las que aceptó Cuba, pero Allende se negó rotundamente porque conocía de los problemas político-económicos de los dos países, además era un estudioso del marxismo y sus corrientes, así como de la historia latinoamericana, a las que aplicaba la dialéctica para sacar sus propias conclusiones políticas y avanzar hacia el socialismo con profundas raíces chilenas, como él decía un socialismo con gusto a vino tinto y sabor a empanadas de horno.

Salvador Allende tuvo tres virtudes básicas: ser socialista convencido, siempre vinculado con su pueblo y demócrata a carta cabal, aspectos que los demostraba y ponía en práctica en cada oportunidad que tenía; si revisamos sus discursos siempre hacia alocución a la participación y colaboración que debían tener los militares en su gobierno, es decir, les pedía que respeten la decisión popular de haber elegido ésta nueva forma de gobierno y que se vinculen al pueblo para sacar adelante este proyecto, que dejen de lado la visión y concepción burguesa de la democracia, que demuestren en los hechos y en práctica su nacionalismo y abandonen su sumisión imperialista.

Solicitó apoyo, vinculación, más participación, compromiso y responsabilidad permanente a los sectores organizados de la sociedad porque saben “que nuestro desarrollo depende de transformar las bases sobre las cuales se asienta un sistema de explotación interna y externa. Y sabe que esos cimientos sólo serán modificados en la medida que el poder político y económico sea ejercido por las grandes mayorías. En la medida que el pueblo asuma concretamente el poder de decisión, la participación popular, indispensable para edificar el régimen socialista, comienza ya en todos los ámbitos de Chile. Y dará un paso decisivo cuando, próximamente, se llame a los trabajadores del sector social y mixto a incorporarse a los Consejos de Dirección de las empresas con un número de representantes igual al de los organismos estatales. Sólo con los trabajadores, con su conciencia, con su sacrificio, podremos derrotar la inflación y la cesantía”. Así se expresó el 27 de abril de 1971, con motivo de la inauguración del XIV de sesiones de la CEPAL.

*Estudió Sociología en la Universidad de Cuenca; realizó un curso de Educación Política en la Escuela “Julio Antonio Mella” de la Habana Cuba y ha participado en seminarios nacionales e internacionales.

Militó en el Socialismo 35 años, fue secretario general y presidente Provincial del Partido Socialista Ecuatoriano, luego del Partido Socialista-Frente Amplio y miembro de la Directiva Nacional del Partido Socialista Frente Amplio, se ha desempeñado como Director Austral del Instituto de Educación Laboral -INEL- de la CEOSL, fue asesor político de la Federación Provincial de Trabajadores del Azuay -FETLA-, Concejal Suplente, ex Vicepresidente del Tribunal Electoral del Azuay.

Ha publicado: “Imperialismo, Deuda Externa y Militarismo en América Latina”; “Apuntes Sobre Democracia y Globalización”; “Gutiérrez: Edecán del Imperio”; “Entre el Consenso de Buenos Aires y el Socialismo del siglo XXI”; Falsa Revolución; La Derecha Disfrazada y El Maridaje del Correísmo con los Grupos Económicos del Ecuador.

 

 

 

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