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martes, abril 30, 2024

LA DOBLE MORAL EN DIEZ PASOS. por Napoleón Saltos Galarza

A propósito de Charlie Hebdo:

19 de enero de 2015

 

“No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo.” Voltaire

El crimen contra Charlie Hebdo ha destapado por todo lado la decadencia de la moral, el imperio del cinismo: la medida es la doble moral.

I

El primer paso es destacar un hecho y silenciar otros que están sucediendo en el mismo tiempo. El crimen contra la Revista es abominable. Y también otros hechos.

En los mismos días en Arabia Saudita se condena a mil latigazos a un caricaturista, distribuidos en 50 latigazos diarios, para que no haya riesgo de muerte; se degüella a 19 ciudadanos. En Nigeria caen asesinadas doce mil personas. En nuestro país, el caricaturista Bonil es juzgado por supuesto racismo. ¿Quién es el juez?

II

El segundo paso es la presentación del hecho. El montaje de videos, como el asesinato del guardia de seguridad en la calle. Todo en orden, para establecer los culpables, empezando por la milagrosa cédula del atacante. Hay que ocultar las barbas de “un crimen de falsa bandera”, como señala Paul Craig Roberts, exsubsecretario del Tesoro de EE.UU. Quedan muchas preguntas sobre el atentado.

Aunque ver la mano de la CIA en todo, o de la conspiración judía, también abona a simplificar los hechos. No siempre hay un sujeto poderoso, hacedor de la historia, aunque el poder puede conducir el cauce. Como sucedió el 11S, más allá de la tesis del autoatentado, el hecho le sirvió a Bush y a los “halcones” para justificar su estrategia “antiterrorista” e iniciar la invasión contra Irak, el imperio del mal.

Más allá de este doblez, la condena es a toda forma de “terrorismo”, aunque hay una jerarquía: la condena es, en primer lugar, a los terrorismos de Estado, al acompañamiento terrorista de Francia al Gendarme Universal en la Guerra de Irak, con 2 millones de víctimas.

III

Y entonces empieza el recurso básico del poder, generalizar de un lado y otro. La primera generalización es la santificación de la víctima, convertir a Charlie Hebdo es en paladín de libertad de democracia, sacarlo del contexto concreto para glorificar toda su trayectoria. Al fin y al cabo no hay muerto malo.

Hay que olvidar el doble trato de Charlie Hebdo a los “musulmanes”, a los que hay como criticar, y a los judíos, de los que es antisemitismo reírse. Y si no, que lo diga el caricaturista Siné (Maurice Sinet) que fue despedido de la Revista en el 2008, acusado de antisemitismo, por haber escrito un texto en que señala que la pronta conversión al judaísmo le deparaba a Jean Sarkosy, hijo del entonces Presidente de Francia, un futuro radiante y pleno de ganancias monetarias. O que lo diga Noam Chomsky, segregado por la intelectualidad francesa por la defensa incondicional de la libertad de expresión incluso de aquellos con los que discrepaba, y que fuera calificado por Charlie Hebdo como “uno de los estadounidenses que más detestan a los Estados Unidos, y uno de los judíos que ejercen una crítica contra Israel tanto más aguda en la medida en la que al ser judío piensa escapar a la acusación de antisemitismo”

Este doblez puede ser quebrado en la tradición volteriana: “No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo.” Hay que diferenciar: no puedo ser “Charlie” en todo, pero “defenderé con mi vida su derecho a expresarlo”; no hay límites en esta defensa.

IV

El siguiente paso es generalizar la condena a los musulmanes que crean la violencia; convertir el tema en un “choque de civilizaciones”, en donde la razón reside en Occidente; un eurocentrismo renovado: la islamofobia como salida la “terrorismo musulmán”.

Quizás muestro primer pecado es la ignorancia sobre el Islam, la confusión entre Islam e Islamismo, una religión y visión civilizatoria que cubre a la cuarta parte de la humanidad, con múltiples variantes, la reducción del Islamismo a una forma parcial, el silencio sobre las formas extremas de islamismo cuando se da en países “amigos” de Occidente, como Arabia Saudita.

Ojalá este acontecimiento monstruoso nos abra la puerta a un estudio respetuoso de las condiciones del otro, incluidos los musulmanes, los palestinos, los negros, nuestros hermanos. La “fraternidad universal” es el tercer principio olvidado de la herencia cultural de la Revolución Francesa.

V

El paso clave es ocultar las causas profundas, reducirlo a un problema de fundamentalismo religioso. Así “ellos” son los culpables. No tiene nada que ver la exclusión y el racismo de Occidente. Es mejor crear un falso dilema entre “libertad de expresión”, cuyo máximo baluarte, Francia, hoy estaría atacado por los fundamentalistas musulmanes; y “creencias religiosas” que habrían sido atacadas por la Revista.

Y, como todo falso dilema, no tiene solución, sino ambigüedades: la libertad de expresión tiene límites; o la de la propaganda oficial, “Je suis Charlie”, pero…

La prudencia de la libertad de expresión, recomendada por Francisco, le corresponde al autor; y la capacidad de reírse le corresponde al “agraviado”; la humanidad requiere una defensa sin límite: ¿Voltaire o Francisco? Mejor Voltaire y Francisco. Aunque no es suficiente. No se trata de mostrar la otra mejilla, sino de saltar el muro de la exclusión.

VI

Desde el lado del poder, surge el gran consenso propagandístico. El “Je suis Charlie” termina por aguantar todo. La foto del consenso reúne a todos los “líderes mundiales”, y en primera fila los responsables de masacres públicas y de racismos provocadores. Allí están sin ruborizarse Netanyahu, el Presidente terrorista de Israel; Hollande, el Presidente de Francia que invade Libia; Jens Stoltenberg de la OTAN; el Primer ministro de Turquía, el Rey de Jordania, el ministro de Relaciones Exteriores de los Emiratos Árabes Unidos, países que en financian al Emirato Islámico, para mantener la guerra en Siria y en Irak.

Ahora son todos “Charlie”, no importa que en los viejos tiempos la Revista haya sido clausurada por los novísimos adeptos; o que los nuevos “Charlie” masacren a sus propios pueblos.

VII

Los muertos no pueden hablar. Mueren los dos “terroristas” acusados del atentado, y muere un tercero vinculado, ahora junto a tres israelíes secuestrados. Muere el fiscal encargado de la investigación. Y oportunamente salen los reivindicadores de la autoría: se disputan una rama yemenita de Al Qaeda, y un clérigo del Estado Islámico; ambos creación frankisteneana de la CIA y el poder americano.

VIII

Y todo ello en medio de la maquinaria de la propaganda del sistema, para multiplicar al infinito su visión. Entrevistas a expertos, artículos especializados, noticieros globales. Aunque a veces se escapan algunos pensadores que les espetan en la cara el cinismo del discurso oficial. Allí se resumen todos los recursos y discursos: el choque de civilizaciones, el ataque del fundamentalismo, del terrorismo, del islam militante, del yihadismo, todos los fantasmas, con una sola idea, exorcizar el mal hacia afuera y proclamar la racionalidad de Occidente. El ruido, para no tener que mirarse en su propio espejo, en sus creaciones, desde Al Qaeda, hasta el Estado Islámico.

El problema viene desde adentro, para ambos lados, en Occidente y también en Oriente. Los atacantes de Charlie Hebdo son franceses, excluidos. El Estado Islámico y Al Qaeda reflejan la instrumentalización de una vieja separación entre suníes, chiitas y wahabitas. Aunque en esa diversidad está la posibilidad de un mundo diferente.

IX

El último paso, es la repetición de la gran ocasión de los (auto)atentados del 11S contra las Torres Gemelas, para dictar una nueva “Ley Patriota” a la europea. El militarismo imperialista, los extremismos y los fundamentalismos de todo lado se encuentran, para garantizar sus negocios o para ganar nuevos adeptos. La pesadilla de Orwell se levanta sobre los cadáveres calientes de Charlie y sus compañeros.

X

Y entonces surge aparte la voz de millones de ciudadanos/as, movilizados para defender la libertad de expresión y la libertad de cultos. Apenas un murmullo, para reclamar el paso a un solo discurso de paz, en donde podamos habitar, juntos, todos los credos, todas las voces.

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