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viernes, marzo 28, 2025

Un debate sin debate

La Línea de FuegoPor Sebastián Ortiz A.

No hay mejor definición para la palabra “debate”. En el diccionario de la RAE se la define como: discusión, encuentro, disputa o polémica. Para algunos pensadores griegos, el debate era un intercambio de ideas y opiniones para intentar llegar a un punto medio de la discusión, pero según el CNE (Consejo Nacional Electoral) del Ecuador, un debate es un juego de preguntas y respuestas con tiempo cronometrado, sobrecitos de colores en parejas, e interrupciones cuando un candidato quiera opinar fuera del tictac del segundero. En otras palabras, una especie de “Juego del Calamar” criollo.

Dieciséis candidatos. Dos bloques de ocho cada uno. Dos moderadores. Un minuto y medio para responder, quince segundos para preguntar y treinta segundos para replicar. Preguntas demasiado largas y mal desarrolladas. Así se llevó a cabo el primer ‘debate’ presidencial la noche del domingo 19 de enero del 2025, lo único positivo es que, a menos que haya sorpresa y resulte un ganador en primera vuelta, el segundo debate puede ser mejor organizado y más informativo.

Para la politóloga Selena López, en declaraciones para Radio Pichincha durante la transmisión en vivo del debate, este “no se trata de propuestas sino de notoriedad”. La notoriedad de la que hablaba fue evidente: toda una parafernalia política en donde las vestimentas, los colores y los gestos hablaban más que las propuestas y respuestas de candidatos, que en su mayoría saben que no tienen posibilidades de ganar, y estaban ahí aprovechando el espacio para su propaganda política y personal.

Y no se equivocan. El caso de Mauricio Rodas es un ejemplo. Un entonces desconocido Rodas se postuló a la presidencia en 2013 alcanzando apenas el 3% de votos; sin embargo, al año seguido, en 2014, logró hacerse con la alcaldía de Quito.

Sin duda uno de los candidatos que no pudo pasar desapercibido fue Víctor Araus. El ex general de la policía llegó al debate con un traje al puro estilo de un soldadito de plomo, casi napoleónico. Para algunos emulaba al traje que usó Bukele en su toma de posición de la presidencia de El Salvador, pero en una versión más económica.

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El candidato presidencial Víctor Araus usó una chaqueta similar a la que usó el presidente de El Salvador Nayib Bukele en la posesión de su segundo mandato.

EL DISCURSO

La demagogia nunca puede faltar: “Construiremos tres cárceles” (algunos las ponían en combo con tres cementerios), “Apostaremos por la energía nuclear”, “Subiremos el sueldo a $570”, “Generaremos un millón de empleos”, “extraditaremos a los prófugos”. Entre otras. Los discursos son gastados y repetitivos, usan términos que sus asesores lograron encajar en sus textos para que sean replicados de memoria. El ciudadano promedio se aburre cuando los escucha. Me aburrí muchas veces al escuchar el mismo discurso en diferentes personas, y en verdad, el debate era más entretenido en las redes sociales, en donde los memes no faltaban.

Aburrimiento había, y bastante, pero la creatividad de los candidatos brillaba al momento de presentar los nombres de sus propuestas, nombres como: “Plan papa”, “Plan chino”, “Plan hocico”, “Plan rey”, “Plan mi ñaño” y obviamente no podía faltar la mención de un tal “Plan fénix”. El más llamativo: “plan hocico”. El candidato Saquicela lo mencionó en varias intervenciones. El más controversial por su alusión xenofóbica, fue el “Plan chino” del candidato Tillería, quien mencionó que los presos trabajarán como chinos, agrediendo así a una cultura completa con el mal uso de esa frase despectiva. Al final Tillería se lanzó un “Viva la libertad” y creo que le faltaron ánimos para complementar la frase con el respectivo “¡carajo!”. Ahí dejó clara su afinidad política.

LAS PREGUNTAS Y LAS RESPUESTAS

Uno tras otro, una tras otra, iban tejiendo sus respuestas con base a las acusaciones de tal o cual candidato. Como era de esperarse, el correísmo fue mencionado muchas veces. En el primer bloque hubo una tibia interpelación a Noboa por parte de Tabacchi, quien le preguntó los nombres de los cuatro niños de las Malvinas, a lo cual el candidato-presidente ni siquiera se molestó en responder la pregunta (Josué, Ismael, Steven y Nehemías. Le dejo escrito los nombres por si le vuelven a preguntar). Noboa tuvo el espacio adecuado para limpiar su imagen y como mínimo pedir disculpas públicas, pero según él “no hubo pregunta”. Así mismo, en un punto del debate, el candidato Escala (lo más destacado del primer grupo), le increpó por la deuda de su empresa con SRI, le preguntó cuándo pagaría lo que su familia debe en impuestos. Nuevamente, el candidato-presidente, como buen torero, esquivó la pregunta y respondió cualquier cosa.

Por suerte, el segundo bloque estuvo más entretenido. En comparación con el primer bloque el nivel de los candidatos era evidentemente superior, con respuestas mejor desarrolladas y cierto respeto entre candidatos. Hubo dos que destacaron, no por el peso de sus ideas y argumentos, sino por lo llamativo de su presentación. Andrea González, quien no aprovechó su elocuencia de palabra para desarrollar mejor sus propuestas, lo que hubiera significado una mejor imagen para ella, se empecinó en atacar incansablemente a Luisa González y a su partido político. Por su parte el soldadito de plomo, Araus, se dedicó únicamente a leer sus apuntes y a mandar gente al cementerio cada cinco minutos.

LOS GESTOS

No pretendo ahondar en la Semiótica, no soy un experto en el tema, pero hay un par de cositas que nos dejó el debate. La vestimenta de los candidatos en su mayoría era sobria. Colores oscuros y en contraste corbatas de colores pastel, a excepción de Andrea González que vistió una blusa blanca sin chaqueta. Algunos llevaban un pin con la bandera o los colores del país, otros con pines de su partido político. Pero sí hubo dos candidatos que se salieron de la norma del traje tradicional: el soldadito de plomo fue con una chaqueta bastante llamativa que se asemejaba a la que usó Nayib Bukele en su inauguración, y quizás la semejanza no fue casual, y Leonidas Iza, que se presentó con su tradicional poncho rojo y sombrero.

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En la foto oficial del debate destaca la ausencia del candidato Pedro Granja

Algo que llamó la atención fue la mirada desviada del candidato-presidente cuando respondía a sus pares, fue notable como hablaba siempre mirando al podio. Nunca los miró directo a los ojos, y cuando le interpelaron en un par de ocasiones, solo se limitaba a sacar su característica media sonrisa. Siempre mirando para abajo.

Luisa González no sabía qué hacer con sus lentes, se los sacaba, se los ponía, los sostuvo en la mano, los dejó en el podio. Se le notaba momentos de nerviosismo, mientras Andrea González nunca pudo sacar su sonrisa sarcástica cuando pronunciaba Correa o correísmo, siempre Correa y el correísmo, Correa y el correísmo… Pedro Granja se notó molesto e inconforme durante el debate, hasta que él mismo lo puntualizó y sentenció “esto no es un debate sino una caricatura”, comparándolo con un reality show. Fue precisamente Granja, el único de los candidatos de género masculino, que no vistió una corbata, distanciándose de la tradicional parafernalia política. Se lo notó relajado, sereno y sin problemas para preguntar y responder. Leonidas Iza empezaba tibio, pero tomaba fuerza y dejó algunas frases memorables.

Sin duda una de las cosas que más destacan en este tipo de debates son las frases que nos dejan los candidatos. Algunas de las que pudimos rescatar fueron la de Tillería con su “Viva la libertad”, su slogan “con Tillería se acabó la pillería” y la comparación que hizo entre Rafael Correa y Daniel Noboa dirigiéndose al candidato-presidente como “Rafael Noboa”. Tabacchi y su proyecto “billete en tu bolsillo” y su repetida frase “mano dura, mano justa, mano inteligente”. La despedida de Leonidas Iza no pasó desapercibida, al terminar su discurso final cerró con un “yupaichani a los ecuatorianos y para Noboa thank you bye bye”.

Así mismo, se escuchó a casi todos los candidatos hablar de “militarizar” el país, la palabra favorita de la noche. Parece que no aprendieron nada después de un año de “conflicto armado interno”, como si militarizar el país fuera la única solución.

En fin, fueron cuatro horas de debate, dieciséis candidatos, repetidos y aburridos discursos, preguntas mal elaboradas y respuestas improvisadas. Aún queda mucho por analizar sobre el tema. Si no hay una sorpresa el 9 de febrero, en la segunda vuelta se espera un debate intenso entre los dos candidatos que logren llegar. Ojalá que el CNE utilice otro formato de debate, uno más tradicional en donde se permita desarrollar mejor las preguntas y respuestas y en donde los candidatos o candidatas que lleguen a segunda instancia dejen de usar frases clichés para salvar su imagen. Y esperemos que nadie nos mande al cementerio cada cinco minutos.

EL RESULTADO

Al final, en un debate de dieciséis personas no puede haber un ganador, pero perdedores sí, nosotros, los que debemos decidir entre el uno y el otro.


La Línea de FuegoImágenes tomadas de la web.

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