En contexto
Después de la Segunda Guerra Mundial, Alemania fue dividida en la parte occidental que mantuvo relaciones capitalistas de producción y la oriental que estableció la propiedad social de los medios de producción. Mientras Alemania occidental registraba en un crecimiento económico significativo hasta constituirse en la mayor economía de Europa y elevaba el nivel de vida de la población, en Alemania Oriental las condiciones económicas y sociales eran diferentes, y además la población no podía movilizarse libremente fuera de sus fronteras.
En la ciudad de Berlín se construyó un muro que dividió a la ciudad en la parte occidental y oriental para impedir el libre flujo de personas. Por las condiciones económicas del lado este de la ciudad muchas personas intentaron cruzar el muro, pero decenas de ellas fueron eliminadas. El 9 de noviembre de 1989, se informa que los ciudadanos se podían movilizarse libremente. Miles de habitantes de los dos lados de la frontera destruyeron el muro de Berlín utilizando martillos u otros instrumentos. Hecho que marca el inicio del fin de una época, la debacle del campo socialista.
La Unión Soviética, pionera del modo de producción socialista, entró en una severa crisis económica y política a fines de la década de los años 80. El presidente Mijaíl Gorbachov estableció la política llamada perestroika que derivó en un intento de golpe de Estado por parte de los sectores conservadores. El 25 de diciembre de 1991, el presidente anunció su renuncia y la desintegración de la Unión Soviética. La bandera roja fue sustituida en el Kremlin por la bandera tricolor rusa.
El geógrafo alemán Friedrich Ratzel, considerado el padre de la geopolítica, en el marco de la teoría de la selección natural de las especies de Darwin, considera al Estado como un organismo biológico vivo, que tiene sus propios órganos, que nace, se desarrolla, llega a la adultez, envejece y muere. El crecimiento de los estados se basa en el desarrollo de la cultura, economía, ideología y de la incorporación de las unidades políticas vecinas de menor importancia. Ratzel afirmaba que “la tendencia a ocupar espacios cada vez mayores se encuentra en la esencia del mismo progreso” (López, 2011). La teoría del Estado como organismo vivo en cierta forma cobró actualidad con la desintegración de la Unión Soviética y de la República de Yugoeslavia.
El politólogo norteamericano de origen japonés, Francis Fukuyama, exdirector adjunto en planificación política en el Departamento de Estado, escribió un artículo titulado el “Fin de la Historia” en 1989, que provocó polémica a nivel internacional. Años más tarde publicó el libro el “Fin de la Historia y el último hombre”, en 1992, que se convirtió en best seller, en el que destacaba el triunfo de la “democracia liberal” y de la “economía de mercado” frente al colapso de la Unión Soviética y de los países aliados con su sistema socialista. Fukuyama sostenía que ante la ausencia de alternativas a la democracia liberal la sociedad ha llegado al “fin de la historia”, a la etapa final de la evolución de la humanidad.
El también politólogo norteamericano, Samuel Huntington, ex asesor de la Casa Blanca, en desacuerdo con las tesis de Fukuyama escribió el artículo titulado “Choque de Civilizaciones” en 1993. Posteriormente, en 1996, publico el libro “Choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial”, donde sostiene que los conflictos no son ideológicos, esto es, entre capitalismo y socialismo, sino entre civilizaciones, siendo actualmente el conflicto más importante entre el Occidente y el islam y en el futuro entre Occidente y China. En el modelo de Huntington, los elementos claves de una civilización son la lengua y la religión. El ataque a las Torres Gemelas en septiembre de 2001 y el fugaz surgimiento del Estado Islámico en Medio Oriente en cierta forma actualizaron esta teoría.
Luego del colapso del “socialismo real” se empezó a hablar de un “mundo unipolar”, Estados Unidos quedaba como la única superpotencia hegemónica en el mundo en los campos económico, político y militar. En aquellos años, ningún país podía buscar el “equilibrio de poder” en el contexto internacional.
Estados Unidos, la superpotencia
Estados Unidos ha sido considerado como paradigma de la “democracia liberal” y de la “economía de libre mercado”. Ha recibido ingentes inversiones de todos los continentes: estados, multinacionales, empresarios, políticos, deportistas, cantantes, entre otros. A diciembre de 2018, China tenía USD 1,12 billones en bonos del Tesoro de EEUU, seguido de Japón USD 1,04 billones, Brasil 0,30 billones, entre otros (Departamento del Tesoro, 2019).
La economía norteamericana, afines de 2018, registraba un Producto Interno Bruto (PIB) de USD 20,5 billones, el mayor del mundo, y un PIB per cápita de USD 62.152. Las exportaciones, en 2017, alcanzaron a USD 1,9 billones que representa el 13% de su PIB. Los principales productos de exportación son químicos, transistores, aviones, automóviles, computadoras, equipos de telecomunicaciones, medicinas y armas.
Según la revista Forbes (2018), recabó información de 2.208 multimillonarios de 72 países, cuyas fortunas suman 9,1 billones, con crecimiento del 18% con respecto al año anterior. Su patrimonio promedio neto es de USD 4.100 millones. Los estadounidenses se ubican en primer lugar con 585 multimillonarios.
El magnate, Jeff Bezos, es principal accionista de la empresa de comercialización en línea Amazon, registró ingresos en 2018 por USD 112.000 millones, se ubicó en el primer lugar en el ranking de los más ricos del mundo, tuvo más ingresos que el PIB de Ecuador. El multimillonario compró el periódico The Washington Post en 250 millones y es principal accionista de la compañía aeroespacial, Blue Origin, que prevé transportar pasajeros al espacio. Su patrimonio neto se estima en USD 150.000 millones.
Bill Gates, cofundador de la empresa Microsoft, tuvo ingresos por USD 90.000 millones y se ubicó en el segundo puesto en el ranking de la revista Forbes. En 2016, anunció el lanzamiento de un fondo de inversión Breakthrough Energy de USD 1.000 millones. Se dice que ha donado USD 35.800 millones de acciones de Microsoft a la Fundación Gates, que es la más grande del mundo.
Barren Buffet, principal de la empresa de inversiones Berkshire Hathaway, que posee más de 60 compañías, incluida la aseguradora Geico, el fabricante de baterías Duracell y la cadena de restaurantes Dairy Queen. Buffet registró un patrimonio de USD 84.000 millones, se ubicó en el tercer lugar en el ranking.
Mark Zuckerberg, fundador de la empresa Facebook, registró un patrimonio de USD 71.000 millones, se ubicó en el quinto lugar entre los más ricos del mundo. En 2018, el multimillonario testifico ante el Congreso de Estados Unidos por el hecho de que Facebook compartió datos de los usuarios con la consultora política Cambridge Analítica.
El fundador del software libre, Richard Stallman en una entrevista a diario el País de España manifestó lo siguiente: “Siempre he dicho que Facebook y sus dos tentáculos, Instagram y WhatsApp, son un monstruo de seguimiento a la gente. Facebook no tiene usuarios, sino usados. Hay que huir de ellos” (El País, 2019)
Alvin Toffler en su libro la Tercera Ola afirmaba que en la actualidad los factores claves del desarrollo económico son la ciencia y la tecnología, en esa dirección Estados Unidos destina cerca del 3% del PIB a investigación y desarrollo.
El geopolítico norteamericano de origen holandés, Nicholas Spikman escribió dos libros, 1942 y 1944, con la intención de intervenir en la formación de la política exterior norteamericana, partiendo de la consideración de que:
“La sociedad internacional es… una sociedad sin una autoridad central para mantener la ley y el orden y sin una instancia oficial que proteja a sus miembros en el disfrute de sus derechos… una acertada política exterior para los Estados Unidos… debe desarrollar una “estrategia global” (grand strategy) tanto para la guerra como para la paz basada en las implicaciones de su localización geográfica en el mundo” (Cairo, 2010).
El Pentágono garantiza que la “Triada Nuclear” “… aspira a disuadir cualquier agresión mediante la no muy velada amenaza de que será respondida con un ataque atómico capaz de barrer del mapa cualquier nación enemiga”. La triada hace referencia a los misiles balísticos intercontinentales, los submarinos nucleares y los cazabombarderos estratégicos (Clarín, 2018).
Estados Unidos tradicionalmente ha tenido importante influencia en Europa, Asia, Medio Oriente, y América Latina. Sin embargo, en los últimos años ha ido perdiendo influencia en determinadas regiones, especialmente en Medio Oriente y en su “patio trasero”.
China, la nueva potencia económica
La República Popular China abandonó en el camino la política del socialismo que promovió su líder máximo Mao Tse-Tung y estableció un modelo suigéneris de desarrollo denominado “socialismo de mercado”. Desreguló la mayor parte de la economía y fomentó el ingreso de empresas multinacionales mediante la modalidad de empresas conjuntas que permitía inversiones extranjeras, capacitar a empleados y trabajadores, conseguir transferencia de tecnología y generar ingresos.
Las más grandes empresas transnacionales aterrizaron en el gigante asiático para aprovechar los bajos costos de la mano de obra, altamente disciplinada y calificada, así como sus recursos naturales. En los últimos 30 años, la economía creció a tasas de 8, 9 y 10% promedio anual, algo inédito en la historia económica internacional.
China se convirtió en la fábrica del mundo y se sitúo como la segunda mayor economía del planeta. En 2018, el PIB registro un valor de USD 13,4 billones y el PIB per cápita de USD 18.066. Las exportaciones de China, en 2017, alcanzaron USD 2,1 billones que representa el 31% del PIB. Los principales productos de exportación son maquinaria eléctrica, ropa, textiles, hierro y acero, equipos ópticos y médicos y armas.
El diario BBCMundo, 2018, titulaba “China, el país donde surgen 2 multimillonarios a la semana”. A continuación, señalaba: “…que el número de multimillonarios con más de US$ 1.000 millones en el país experimentó un aumento neto de 318 a 373, con una riqueza conjunta de US$ 1,12 billones.”
Ma Huateng, creó un imperio empresarial a través de un servicio de mensajería instantánea por internet que utilizan más de 800 millones de personas. El magnate es el más rico de China y principal accionista del gigante tecnológico Tencent Holdings, la mayor compañía de internet de Asia. Huateng, en 2018, registró un patrimonio de US$ 45.300 millones, se ubicó en la posición 17 en el ranking.
Jack Ma, cofundador y presidente del gigante de compras en internet Alibaba, en su negocio incluye la banca de electrónica, el almacenamiento de datos en la nube y el entretenimiento. El magnate Ma es el segundo más rico de China, es miembro del Partido Comunista (El Español, 2018). La fortuna Ma es de USD 39.000 millones, ocupó la posición 20 en el ranking.
Hui Ka Yan, principal de la empresa Evergrande Group que opera en el sector de bienes raíces, es una de las compañías que más creció en China, lideró más de 500 proyectos en 180 ciudades del gigante asiático (El Economista, 2017). El patrimonio de Ka Yan alcanzó los USD 30.300 millones y se ubicó en la posición 24 en el ranking.
China ha realizado ingentes inversiones en Europa, Estados Unidos, Asia, África y América Latina. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la inversión directa realizada por el gigante asiático entre 2005 y 2016 se ubicó en USD 90.000 millones en la región latinoamericana. En 2017, se estima un crecimiento sustancial de las inversiones, más de USD 25.000 millones (CEPAL, 2018).
Las inversiones de China se centraron en los países grandes de América Latina -México, Brasil y Argentina-, especialmente en el sector tecnológico y las inversiones en los países pequeños en infraestructura. Las inversiones de China, a más de la rentabilidad, tiene consideraciones de orden político. El gigante asiático demanda recursos naturales y materias primas para su aparato productivo y América Latina es un importante mercado de consumidores, establece relaciones de dependencia asimétricas.
En el campo militar, china dispone de armas nucleares, misiles balísticos de mediano y largo alcance, es el tercer exportador de armas en el mundo. Según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, “China invierte actualmente entre el seis y siete por ciento de su producto interno bruto en su poder militar. El informe también muestra que China ha avanzado mucho en la modernización de su Fuerza Aérea y la Marina en los últimos años. El liderazgo de Estados Unidos está disminuyendo” (DW, 2018).
Rusia, superpotencia militar
En un entorno de una severa crisis política, económica, social y la desintegración del socialismo real, Boris Yeltsin fue elegido presidente de Rusia en agosto de 1991, quien impulsó el modelo de libre mercado, estableció una política radical de privatizaciones, desreguló los precios de los bienes y servicios; la inflación se desbocó, a principios de 1992 se ubicó en 2.509%. Los administradores de las empresas estales y no pocos altos dirigentes del partido, que fundó Vladimir Lenin, se beneficiaron de las privatizaciones de las empresas del públicas.
Liderado por Rusia, a través del acuerdo de Minsk en 1991, se constituyó la Comunidad de Estados Independientes (CEI) con la participación de las repúblicas ex soviéticas Bielorrusia, Kazajistán, Azerbaiyán, Tayikistán, Armenia, Moldavia, Kirguistán, Uzbekistán, Turkmenistán, entre otros. Se plantearon como objetivos establecer diálogos económicos, políticos y militares; facilitar la cooperación principalmente en términos de democratización y de prevención del delito; así como definición de política defensa y exterior común.
Rusia, en 2018, registra un PIB de USD 1,71 billones, y se ubica en la décima posición en el ranking de los países con mayor producción de bienes y servicios, superado por India (USD 2,68 billones), Brasil, (USD 1,90) Canadá (USD 1,73), entre otros. A la misma fecha, registra un PIB per cápita de USD 28.957, por debajo de Puerto Rico (USD 38.350), Trinidad y Tobago (USD 32.010), Grecia (USD 29.057).
La economía rusa es eminentemente capitalista, lideran poderosos grupos económicos que a través de conglomerados empresariales operan en las diversas ramas del aparato productivo. El desarrollo de relaciones capitalistas derivó en una mayor concentración de la producción y de capitales. En el ranking de los más ricos del mundo de la revista Forbes figuran más de 100 multimillonarios rusos.
El magnate del metal, Vladimir Lisin, es dueño de la empresa Novolipetsk Steel y controla la compañía de ferrocarril de carga más grande de Rusia, así como empresas de construcción de barcos y cruceros turísticos (Apertura, 2018). Lisin, el más rico de Rusia, registra un patrimonio de USD 19.100 millones, se sitúa en la posición 57 en el ranking.
Alexey Mordashov, principal accionista de las compañías NovateK, Sibur, Severstal, éste último el cuarto mayor fabricante de acero de Rusia, así como en el consorcio mediático National Media Group, el Banco Rossiya y el operador de telefonía móvil Tele-2-Rusia (Russia Beyond, 2016). Mordashov, alcanzó un patrimonio de USD 18.700 millones y se ubicó en el puesto 60 en el ranking.
Leonid Mikhelson, copropietario de la empresa Novated, el segundo mayor productor de gas de Rusia; principal accionista de la petroquímica Sibur y de Yamal LNG; así como de Promsvyazbank (Megaricos, 2017). El magnate tuvo un patrimonio de USD 18.000 millones y se situó en el puesto 64 en el ranking.
Las exportaciones de Rusia en 2017 alcanzaron USD 336.800 millones que representa el 22,9% de su PIB, se ubica en el ranking de los mayores exportadores del mundo en la posición 20 por debajo de México (USD 410.949 millones), Singapur (USD 372.900), Taiwán (USD 344.600), entre otros. Los principales productos exportados fueron petróleo y derivados, gas natural, metales y productos de madera, productos químicos y armas, gran parte de sus exportaciones corresponden a productos primarios. La economía rusa en los mercados internacionales no es competitiva frente a las exportaciones de China, Estados Unidos, Alemania o Japón.
Una de las tesis fundamentales del geógrafo británico Halford Mackinder, a quien se lo considera que elaboró los fundamentos teóricos sobre los cuales se desarrolló la geopolítica moderna, es la siguiente: “Quien gobierne Europa Oriental dominará el Corazón Continental; quien gobierne el Corazón Continental dominará la Isla Mundial; quien gobierne la Isla Mundial dominará el mundo” (Cairo, 2010).
El británico-estadounidense Colin Gray, continuador del pensamiento de la geopolítica tradicional, afirma: “La rivalidad soviético-americana no es sino la última manifestación del antagonismo entre la potencia terrestre y la potencia marítima sobre la que Halford Mackinder escribió” (Cairo, 2015). En el marco de esta teoría, actualmente por la posición geográfica estratégica de Rusia persistiría el enfrentamiento con Estados Unidos.
Rusia, a diferencia de su economía, es una superpotencia militar, dispone de arsenales nucleares, misiles balísticos de mediano y largo alcance. Es el segundo mayor exportador de armas en el mundo. Según Michael Kofman, “En relación a su arsenal nuclear estratégico, Rusia no está solo a la par que Estados Unidos, sino incluso por delante en su modernización y en la inversión en armas nucleares no estratégicas” (BBCMundo, 2017).
Venezuela, el nuevo escenario de conflicto geopolítico
En 1998, con un amplio respaldo popular, gana las elecciones el coronel Hugo Chávez Frías y en febrero del siguiente año asume el poder. El 15 de diciembre se realiza un referéndum, donde el 70% de los electores aprobaron la nueva Constitución con lo cual se dio luz verde a la Revolución bolivariana.
Chávez ejecuta una política orientada a una mayor intervención del Estado en la economía, destina ingentes recursos a programas sociales, nacionaliza y estatiza centenares de empresas privadas. El gobierno tomó el control de 4 refinerías de crudo pesado en la Franja Petrolífera del Orinoco que eran operadas por empresas multinacionales; la CANTV, la mayor empresa de telecomunicaciones del país; el Banco de Venezuela, filial del Grupo Santander; la eléctrica estadounidense AES Corp.; las filiales de las cementeras, de la mexicana-CEMEX, de la suiza-Holcim, de la francesa-Lafarge. Reestatizó la empresa SIDOR encargada de la extracción de mineral de hierro y procesamiento del metal (El Mundo, 2008).
Luego del fallecimiento del presidente Chávez, Nicolás Maduro, que desempeñaba las funciones de vicepresidente, se hizo cargo del poder. Maduro fue electo presidente de Venezuela después de las elecciones presidenciales que se realizaron el 14 de abril de 2013, quien continuó con la política del socialismo del siglo XXI. Pasaron a manos del Estado empresas agrícolas e industriales, supermercados, compañías de transporte marítimo. Entre 2005 y 2017, a través de nacionalizaciones, expropiaciones, confiscaciones pasaron al control del Estado más de 1.300 empresas (El Nacional, 2018).
Venezuela tradicionalmente fue uno de los mayores exportadores de petróleo del mundo. En 2012, las exportaciones totales del país llanero fue de USD 153.000 millones. Sin embargo, a partir de 2015 se produce el desplome de los precios del petróleo en los mercados internacionales. En 2017, las exportaciones de petróleo crudo de Venezuela cayeron en picada, se sitúo en USD 27.800 millones, equivalente al 79,8% del total de sus exportaciones, seguidas de productos refinados, 10,3%; es decir, las ventas al exterior de petróleo crudo y derivados representan más del 90% del total de las exportaciones.
Venezuela registra las mayores de reservas de petróleo del mundo, en 2017, 300.900 millones de barriles que pueden ser extraías comercialmente; a continuación, se ubica Arabia Saudita con 266.500 millones, seguido de Canadá con 169.700 millones. (Agencia Central de Inteligencia, 2017). Igualmente, el país llanero, en el mismo año, se ubica en el octavo lugar con las mayores reservas probadas de gas natural en el mundo, 5,7 billones de metros cúbicos (Ibidem). En 2016, el 40% de las exportaciones de petróleo se destinaba a China, el 20% a India, 10% a América Central, el Caribe y Cuba (DW, 2016).
El PIB de Venezuela, en 2014, registraba USD 567.997 millones, se ubicaba en el tercer lugar entre las mayores economías de América Latina, por debajo de Brasil y Argentina. Poco tiempo después, en 2018, el PIB del país llanero se desploma a USD 96.328 millones, la economía se redujo por quinto año consecutivo, 15%, lo que supone una contracción acumulada de 44,3% respecto el PIB del 2013. Se estima que en 2019 la recesión alcance el 10% (CEPAL, 2018).
A partir de los gobiernos del socialismo del siglo XXI que emergieron en América Latina, se estrecharon las relaciones comerciales y políticas, especialmente con China y Rusia.
El gigante asiático, desde 2007 hasta 2018, suministró créditos a Venezuela por más de US$67.000 millones, según los últimos datos de financiación China-América Latina que maneja el centro de estudios Diálogo Interamericano y la Universidad de Boston (BBCMundo, 2019). China suministra financiamiento a cambió Venezuela compromete el envío de petróleo, pero al deteriorarse la economía y bajar los niveles de producción ha incumplido con las cuotas establecidas. Se estima que Venezuela debe USD 20.000 millones, pero para China el abastecimiento de crudo es fundamental para su economía, por eso mantiene una alianza estratégica con Venezuela.
Bajo consideraciones de que, en Crimea, que formaba parte de Ucrania, había una población mayoritaria de origen ruso y de que la península era parte inalienable de su territorio, el régimen de Vladímir Putin la anexo el 18 de marzo de 2014. Frente a este hecho el gobierno estadounidense en coordinación con la Unión Europea estableció la primera ronda de sanciones orientado aislar a Rusia de la comunidad internacional: congelación de activos y la prohibición de visados a altos funcionarios rusos y ucranios.
En este ambiente, Rusia necesitaba aliados estratégicos para mitigar las sanciones impuestas y el aislamiento internacional. En América Latina, los gobiernos considerados progresistas o de izquierda como Lula Da Silva, Néstor Kirchner, Daniel Ortega, Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa permitieron estrechar los vínculos comerciales, económicos y políticos con el gobierno de Putin.
El régimen de Putin y la gigante petrolera rusa Rosneft han suministrado líneas de crédito a Venezuela desde 2006 por USD 17.000 millones a cambio de petróleo. A fines de diciembre de 2018, el presidente de Venezuela Nicolás Maduro visitó a Vladimir Putin, donde acordaron un paquete de financiamiento por USD 6.000 millones adicionales destinados repotenciar los sectores petrolero y minero, pero institucionalizando relaciones de dependencia (BBCMundo, 2018).
Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea desde 2015 han impuesto 13 rondas de sanciones a más de 70 altos funcionarios, entre civiles y militares, del gobierno de Maduro, congelación de los activos, retiro de visas y la prohibición a las empresas de hacer negocios con PDVSA. La primera ronda de sanciones empezó con el gobierno de Barak Obama que declaró como una “amenaza inusual” a los intereses de Estados Unidos. Al siguiente día de la cuestionada reelección del presidente Maduro, 2017, Estados Unidos congeló los bienes y activos en ese país “por ser una dictadura que ignora la voluntad del pueblo venezolano” (Crónica uno, 2018).
En diciembre de 2018, aterrizaron en el Aeropuerto Simón Bolívar de Caracas dos bombarderos rusos, con capacidad para llevar armas nucleares, para realizar ejercicios militares con las Fuerzas Armadas locales, evento que evidenciaba el apoyo de Rusia a Venezuela. Este hecho en el otrora “patio trasero” de Estados Unidos provocó el rechazo airado del gobierno de Donald Trump.
Heriberto Cairo, 2010, decano de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid, luego del análisis de los aportes teóricos de Halford Mackinder, manifiesta: “Se puede deducir (de las) afirmaciones de Mackinder que comprende de forma bastante precisa el mecanismo fundamental del imperialismo: `exportar´ los conflictos sociales en el seno de la nación a una escala internacional. Esta es otra de las claves fundamentales para interpretar su obra.”
En las últimas semanas emergió el autoproclamado presidente de Venezuela Juan Guaidó que recibió el apoyo de Estados Unidos, la Unión Europea, Japón y varios países de América Latina, que se desempeñaba como presidente de la Asamblea Nacional, pero que no tiene el reconocimiento de las Fuerzas Armadas ni de la función judicial. A su vez, Rusia, China, Irán y Cuba han manifestado el apoyo al gobierno de Nicolás Maduro.
Como consecuencia de las sanciones que impusieron Estados Unidos y la Unión Europea a Rusia ha afectado a su economía y, por ende, ha bajado la popularidad del presidente Putin. A su vez, el partido del presidente Trump perdió la mayoría en la Cámara de Representantes y la nueva mayoría demócrata ha bloqueado, entre otras cosas, el financiamiento para la construcción del muro en la frontera con México. Además, el Fiscal Especial que investiga la trama rusa en relación a la connivencia con el círculo cercano del presidente podría derivar en el impeachment del inquilino de la Casa Blanca.
De lo anterior, se puede inferir que Venezuela se ha convertido en un nuevo escenario de los intereses geopolíticos de las potencias que tratan de imponer su hegemonía en el mundo, cuyos sistemas económicos con diversos matices son capitalistas. El problema de los dos presidentes en Venezuela podría prolongarse dado los intereses estratégicos de las superpotencias. En este tablero de ajedrez geopolítico, se impondrá quien mueva las piezas adecuadamente. Sin embargo, la posición de Maduro es la más débil porque los anhelos de cambio, transformación y mejoramiento de las condiciones de vida de la población se han desvanecido por los altos niveles de corrupción de la cúpula gobernante.
*Docente Universidad Central del Ecuador, Facultad de Ciencias Económicas, aicampana@uce.edu.ec
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