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“CON EL LIBRO HICIERON UNA GRAN TEMPESTAD”: Entrevista a Miguel Ángel Cabodevilla*.

por Estefanía Celi.?El Comercio <www.elcomercio.com>

28 septiembre 2013

 

El misionero Miguel Ángel Cabodevilla es uno de los principales estudiosos de los pueblos de la Amazonía ecuatoriana. Con la autoridad de ese conocimiento, junto con la directora de la Fundación Alejandro Labaka, Milagros Aguirre, y el investigador italiano Massimo de Marchi decidieron escribir la obra ‘Una tragedia ocultada’

Ni bien trascendió su publicación, empezó a generar polémica. A tal punto que Cabodevilla fue citado por la Fiscalía dentro de la indagación sobre la matanza de marzo pasado. A pocos minutos de la presentación del libro, una jueza decidió prohibir su circulación.

¿Cuál fue el objetivo que les motivó a publicar el libro ‘Una tragedia ocultada’? Evidentemente es recoger los hechos, tratar de averiguar por qué ocurrieron así. El fin era informar a la ciudadanía de una manera seria, es decir, después de hacer la investigación para cerciorarnos de qué y cómo habían ocurrido. Para mí hay cuatro protagonistas de los hechos: los pueblos ocultos, las comunidades huaorani directamente implicadas y su federación, la administración encargada de las Medidas Cautelares y lo que somos toda la sociedad.

¿Es tan peligroso este libro como para que la Defensoría del Pueblo haya pedido se prohíba su circulación?

Evidentemente no. Y digo evidentemente porque lo dicen ellos. Esta mañana (ayer) nos reunimos con funcionarios de la Defensoría del Pueblo y hemos firmado un documento en el que dice que, después de visto el libro, resulta que no tenía la portada que pensaban ni las fotos que se imaginaban. Entonces, naturalmente uno se pregunta: por qué y para quién han formado una gran tempestad en un vaso de agua, y les pregunté

¿Qué respondieron?

“No, nosotros no conocíamos el libro. No sabíamos que iba a aparecer”. Ellos dicen que fueron incitados a hacer esto por una funcionaria de Fiscalía y un juez. Entonces ahora han pedido que se vuelva atrás la prohibición. Todo esto se podía evitar con una llamada telefónica. El funcionario que pide la prohibición es conocido, podía pedirnos el libro. Y cuyo contenido les parece que no tiene ningún peligro para nada, ni para las niñas ni para nada. De tal forma, no sé si lo dijeron en broma o en serio, lo van a colgar en su página web.

¿Ya se puede comprar el libro?

La jueza dictó la medida provisional. Entonces ahora los mismos que pidieron esta medida, han pedido a la jueza que vuelva atrás de su pedido porque ven que no había motivo. Y la jueza levantó esta prohibición supuestamente.

¿Qué lectura ha hecho usted sobre la decisión de prohibir el libro?

Yo les he dicho que se ha armado un escándalo mediático, el Gobierno ha debido pronunciarse. Pero esto se podía haber evitado con una llamada telefónica. Porque además el que puso la denuncia (Wilton Guaranda, director nacional de Protección de la Defensoría del Pueblo) es un muy antiguo conocido nuestro del Coca. Hemos trabajado en grupos de Derechos Humanos. Entonces no sé si las mentalidades cambian, los ánimos se transforman o no sé lo que ocurre. Pero si era una persona tan conocida, no hubiera bastado con una llamada para preguntar si en verdad íbamos a poner esa portada. Y nosotros hubiéramos respondido que no. Asunto resuelto. Yo llevo en Ecuador 30 años, no es el primer libro que publico, tengo una trayectoria en estas cosas, ¿no podían simplemente haber presumido la inocencia hasta que se demuestre que se ha equivocado? Y ahora los hechos me han dado la razón.

¿Recibió alguna comunicación del Gobierno?

El presidente (Rafael) Correa me llamó el miércoles bastante tarde. Yo le agradezco esa llamada porque era un momento difícil para mí, es la primera vez en Ecuador que me acusaban de abusar de la imagen de niñas. Y para mí era muy desagradable. Además no tenía abogado, no sabía bien qué hacer. No tenía ni un papel de la jueza. Entonces el presidente me dijo que tuviera la seguridad de que era una acción que no fue dictada ni por la Presidencia ni por el Gobierno. Me dijo que él no quería coartar nuestra opinión. Pero que a él le parecía una gran torpeza.

Además fue en medio del acto, con un auditorio lleno… Claro. Estaban provocando a la gente. Además, en una presentación hay unas 200 personas, se venden unos 30 libros. Eso no significa nada a nivel de la nación, pero, ¿qué significa eso frente al escándalo que se armó? Nada. Eso no puede hacer nadie competente. Yo no me refiero a la jueza, pero el que ha dado la orden se ha disparado al pie. Esto solo nos hace perder tiempo y provocar utilizaciones políticas indeseables para mí.

¿Cómo lograron ustedes plasmar la investigación?

Yo hice el relato de los hechos directos y de los protagonistas, y Milagros (Aguirre, también autora) elaboró el contexto. En mi caso, hice la investigación desde España, es decir a través de gente conocida que me ha ido enviando datos, comentarios. He recibido miles de correos con grabaciones, fotografías, etc. A veces he recibido el mismo dato de muchas fuentes distintas, lo cual por una parte es una complicación pero por otra es una gran contribución porque te dan una seguridad en lo que estás diciendo. Como le dije al fiscal, el material que tenía está allá (en España).

Pero, ¿qué tan complicado resulta, que hasta hora la Fiscalía no ha presentado resultados concretos?

Esa es una buena pregunta para el fiscal. Yo les pregunto a los periodistas: ¿cuántos meses les van a dar?, ¿cuántos meses, años, dura una indagación previa?, ¿hasta cuándo puede escudarse tras esa respuesta? Me pregunto si hubo algún caso en el Ecuador en el que se tarden más de siete meses en dar una respuesta a la ciudadanía. El señor fiscal tiene las fotografías en donde los expedicionarios se retrataron a sí mismos. Yo sé que la investigación fiscal es absolutamente diferente a una indagación antropológica. Pero, bueno, decir alguna cosa en seis meses…

En la Fiscalía dicen que es un tema “complejo”.

Hay una parte de complejidad cultural. Pero, ¿cómo puede ser complejo decir algo que se ha ejecutado en un lugar donde hay menos de 200 personas? Allí todo el mundo sabe qué ha hecho y las evidencias son palmarias. Por ejemplo, el fiscal general (Galo Chiriboga) habló de los envenenados desde el aire, que una de las niñas raptadas lo contó. ¿No les dijo nada más la niña en estos seis meses?, ¿ha estado muda desde entonces? Y ellos amenazan, dicen “cuidado vayan a interrumpir la indagación”. Están en indagación los casos del 2009: ninguna respuesta en cuatro años. Los del 2003: 10 años. ¿Van a pasar 10 años?

¿Alguien del Estado ha llegado a la zona de la matanza?

El Estado dice que todo es cuestión de la Fiscalía. La Defensoría dice: “nosotros no podemos meter a proteger las niñas”. La Fiscalía nos ha dicho “las dos muchachas son cosa nuestra”. El bajar al sitio también es cosa de la Fiscalía exclusivamente, perfecto. Si el fiscal se está ocupando exclusivamente en estas cosas, ¿por qué ha permitido que el grupo de asaltantes de marzo hayan regresado al lugar de los hechos? Y trajeron lanzas. No han podido hacer nada para evitar eso y ellos han mostrado esas lanzas. Yo se lo he dicho esto al fiscal. Entonces estos huorani han cometido una masacre horrible, y tienen conciencia de ello, pero reciben la visita de las autoridades, una gran fiesta.

¿Hay la posibilidad de que algún taromenane haya escapado de la matanza?

Creo que sí, espero que así sea. Porque eran bastantes dentro de la casa y son rápidos. Por supuesto es seguro que alguno se fue herido y murió después en la selva o por las heridas infectadas. Todo esto es parte del terrible drama. Lo cierto es que murieron más mujeres que hombres. Estos quedan sin pareja y necesitan una mujer. Así que tendrán que hacer una nueva violencia para conseguir parejas. Entonces la violencia en estos casos no para, se reproduce. Esto es lo que yo llevo años tratando de contar a la gente.

En el libro usted advierte que hay el riesgo de una nueva matanza. ¿Lo dice por esto?

No, los principales puntos para afirmar esto son otros dos. Uno, que las venganzas son sin fin. Ellos, a su vez, deben cobrarse la represalia de esta tremenda matanza. Y el segundo punto es que tienen dos niñas de su grupo secuestradas. Si pudieran, tratarían de rescatarlas. Ellos saben que las niñas están ahí, con certeza, porque les han seguido las huellas. Entonces que las niñas se queden allí es un problema muy grande. Y tiene que ver con la mentalidad de los captores. Si queremos que los huaorani avancen en un camino, digamos, de ciudadanía, deben saber los límites y deben decirles a los secuestradores que no pueden quedarse con la niña.

En ‘Una tragedia ocultada’ se plantean propuestas de salida a este problema. ¿Cuáles son? Lo principal es obvio. Para solucionar un problema, lo primero es que debemos entenderlo. ¿Quién sabe de eso en el Ecuador? ¿Por qué no hemos creado un grupo de especialistas? A mi parecer, si queremos tomar una medida más adecuada sobre el problema, necesitamos gente capacitada. Y lo necesitamos urgentemente.

Hoja de vida Su trayectoria.

Nació en Navarra, 1949. Entre 1984 y el 2000 estuvo en el Vicariato de Aguarico como miembro de la Orden religiosa Capuchina. Su punto de vista.?Una nueva matanza entre huaorani y taromenane está cerca.

Las frases

“Hay cosas que si no fueran trágicas, serían risibles. La incompetencia es tan grande que produce asombro”. “Me pregunto si hubo algún caso en Ecuador en el que se tarden más de siete meses en dar una respuesta”.

* Miguel Ángel Cabodevilla es misionero capuchino, autor del libro ‘Una tragedia ocultada’.

Este contenido ha sido publicado originalmente por Diario EL COMERCIO en la siguiente dirección: http://www.elcomercio.com/seguridad/Cabodevilla-Yasuni-libro-matanza-nocontactados-taromenane-libro_0_1001299979.html

 

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2 COMENTARIOS

  1. No hay una persona más contundente y con la autoridad de sus argumentos para alertar sobre este problema y sus interrelaciones en un contexto más amplio…

  2. Por favor Econ. Correa, Presidente de la república del Ecuador, paremos la explotación petrolera en el Yasuní, la vida de los TAROMENANE está en riesgo.

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