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sábado, mayo 4, 2024

EL ESTADO PLURINACIONAL EN EL OLVIDO. por Ileana Almeida *

Con la respuesta que implican los resultados del 23-F, parecería que se han diluido las expectativas que en un principio despertaron la “revolución ciudadana” y el “Socialismo del siglo XXI”. Quizás estos membretes, de sentido utópico, ya no responden a la línea  pragmática que ha ido adoptando el gobierno. Al lado de tales proyectos se presenta una tercera tarea más fácil, en apariencia, de llevarse a la práctica, y que está incluida, además, en la Constitución: la del Estado Plurinacional, un estado que garantice el derecho de los pueblos indígenas a tener representación en las distintas áreas del aparato gubernamental. Pero el régimen no considera con la perspicacia necesaria el asunto de la plurinacionalidad y se limita a reclutar funcionarios entre los indígenas que han alcanzado una buena preparación, ofreciéndoles puestos en distintas instituciones. Así, los jóvenes se convierten en colaboradores eficientes y no deliberantes y acaban por perder su identidad nacional en aras de las conveniencias de la “revolución ciudadana”. Algunos piensan, inclusive, que al integrarse a la nómina fiscal contribuyen a la formación del Estado Plurinacional.

Los organismos oficiales, tal como están concebidos, no responden a los intereses de los pueblos indígenas ¿Se han incluido en los textos educativos los levantamientos indígenas, de importancia histórica no solo para aquellos y, en general, para todo el país? No. ¿Se admite la existencia de nacionalidades que deberían estar representadas en la Asamblea Nacional? No. ¿Son consultadas las comunidades antes de  emprender en la extracción de recursos y riquezas que existen en sus territorios ancestrales? No. ¿Se atienden las necesidades básicas de aquellas, que mantienen una visión contraria al desarrollo económico que va en desmedro de la naturaleza? No. ¿Se enseña en las escuelas, colegios y universidades la historia de los pueblos indígenas? No. ¿Se aceptan,   como dioses creadores a los dioses indígenas? No. ¿Se admite en la práctica la justicia indígena? No. ¿Se rescatan y  protegen, de acuerdo a la técnica y la ciencia, los vestigios de las culturas ancestrales? No. En las leyes atinentes al agua y la tierra, ¿se conciben estos elementos como la base de la economía indígena? No. Desentendiéndose de lo que dispone la carta política, ¿se consideró la presencia de pueblos originarios en el Yasuní para decidir la explotación petrolera? No.

Al resaltar estas evidencias no se pretende sostener que el Estado y los pueblos indígenas siempre se encuentran en posiciones  opuestas. Entre uno y otros existen nexos y relaciones concordantes. Pero construir el Estado Plurinacional acarrea problemas, como se comprueba luego de siete años de mandato del actual gobierno, que ha preferido fortalecer un estado-nación único y desinteresado en los aportes con que pueden contribuir los pueblos indígenas.

 

                                                                    

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