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jueves, mayo 2, 2024

EL MOVIMIENTO INDÍGENA DURANTE LA DEROGACIÓN DEL 883. Javier Chiliquinga Amaya

¡El campo popular debe ser indígena, o no será popular!

El episodio de acción colectiva de octubre del 2019 en Ecuador tuvo un actor social fundamental y estructural: el Movimiento Indígena Ecuatoriano (MIE); su capacidad para frenar el ajuste económico lo ha puesto en el ojo de la agenda social y política nacional porque fue quien logró acumular el campo popular. Pudieron coordinar la acción colectiva y mediática al final de la protesta. Su capacidad de movilización no fue aislada sino nacional.

Si bien el primero de octubre se anunciaron las medidas del ajuste y varios sectores sociales alzaron la voz y ocuparon la calle para reivindicar su rechazo y resistencia a las medidas, el MIE lo hizo desde el primer día y resistió hasta el último en la calle. Los dos primeros días tuvo mayor impacto la paralización de los transportistas, pero este gremio no pensó en la sociedad en general. Su rol no es popular sino corporativo y bajó sus brazos cuando recibieron compensaciones económicas y otros beneficios para su sector específico.

Lo mismo intentó hacer el gobierno con el MIE ofreció pactar alguna prebenda coyuntural para salir del apuro, apoyo a la producción agrícola, entre otras. La respuesta fue tajante: “si quieren aplicar esas medidas como política de Estado para el agro está bien, porque es su deuda histórica, pero no nos vendemos por poco”. Su reivindicación retomó el viejo clamor del movimiento social desde sus orígenes e inicios de los años 2000: ¡Nada solo para los indios! Esta fue sin duda una muestra de su capacidad para pensar el país y también para ser la punta de la lanza frente al ajuste neoliberal.

Otros sectores, llamados por varios movimientos sociales como “oportunistas” pidieron la salida del actual gobierno y del Presidente de la República. Querían tomar la vía constitucional, que la asamblea destituya al primer mandatario y ellos también se vayan a la casa (muerte cruzada) para llamar a elecciones lo antes posible. Frente a ello, el MIE también mostró la altura democrática necesaria, Yaku Pérez, dijo: que por más inútil que sea un funcionario (incluyendo al Presidente) debe mantenerse en el cargo porque fue elegido por medio del voto popular y eso se respeta. ¿Qué mayor apoyo a las instituciones democráticas necesita un gobierno? Prueba de que no querían tumbar al gobierno es que una vez establecido el acuerdo para derogar el Decreto 883, la protesta finalizó y los siguientes pasos fueron sentarse en una mesa para establecer un nuevo decreto que focalice los subsidios de una manera tal que no beneficie a quienes más tienen. ¡Tal y como se planteó desde el principio! El MIE no solo acumuló la fuerza social, sino que lo hizo dentro del juego institucional de la democracia liberal. No existe ninguna duda que quien no vea esto es porque está ciego o solo quiere deslegitimar al MIE.

Su capacidad de coordinación de la acción colectiva y mediática fue fundamental. Por medio de un repertorio muy conocido, la marcha, llegaron al centro de Quito y a los edificios de las instituciones políticas nacionales. El apoyo popular urbano fue inmediato y no me refiero a lo que los medios de comunicación o el gobierno llamó “turbas” o “zánganos”, sino a los barrios, organizaciones barriales o ciudadanas que recolectaron alimentos, ropa, cobijas, formaron cocinas comunitarias, etc., para mantener la acción colectiva del MIE. Lo popular-urbano no solo estuvo en la barricada, también en la cocina y en frio de la noche cantando y contando cuentos que unieron lo popular-rural con lo popular-urbano.

El cerco mediático de los medios aliados al gobierno no permitió que se vea la capacidad de movilización real del MIE a nivel nacional y en la capital del Ecuador. Ellos no transmitían las reuniones en la Casa de la Cultura ni entrevistaban a los principales líderes sociales del MIE. Frente a ello existió dos respuestas populares, primero la organización de medios comunitarios rurales y urbanos para transmitir los principales acontecimientos de la protesta y la voz de sus líderes; segundo que, al caer en cuenta del cerco mediático nacional y la desinformación de los medios nacionales, convocaron a sus reporteros al Ágora de la Casa de la Cultura Ecuatoriana e hicieron que transmitan en vivo los principales postulados del bloque popular reunido.

Finalmente, su mayor éxito fue lograr que la negociación con el gobierno nacional para derogar el Decreto 883 y formar otro que focalice el subsidio al combustible sea transmitido en vivo y que sea mediado por los representantes de las Naciones Unidas en Ecuador. No solo que los medios de comunicación se vieron obligados a ser responsables con el público ecuatoriano, sino que lo hicieron porque fue condición del MIE para el diálogo. Los medios mostraron que por sí mismos no pueden regularse para mostrar información de calidad al público, deben ser regulados por un ente externo y el MIE mostró que también puede hacerlo muy bien, no para mostrar sus intereses sino por el bienestar general de todos los ecuatorianos y su derecho a estar bien informados.

Por último, su coordinación de acción colectiva y de oposición al poder (mediático, político y económico) no estuvo concentrado en un solo lugar geográfico del territorio ecuatoriano. La movilización, aunque los medios no hayan querido mostrarla, fue en todo el país, aunque con mayor escala de violencia y presión en la sierra centro norte. El MIE logró presionar a las instituciones que representan al Ejecutivo (gobernaciones) en las principales ciudades de la sierra, en Chimborazo, Tungurahua, Bolívar; así como en la Amazonía en Morona Santiago, Napo, entre otros edificios públicos.  Este repertorio se parece al del movimiento Ocuppy en EEUU de hace unos pocos años.

La Costa no presentó la escala de violencia que, en las otras dos regiones, pero sí mostró apoyo abierto al MIE nacional, los transportistas mantuvieron su paralización después, los campesinos de la Costa reunieron víveres para enviarlos a Quito, iguales acciones se realizaron desde todas las provincias del país. La derecha organizó una marcha “de la paz” en Guayaquil sin mayor peso ni relevancia política frente a la acción nacional del MIE, es más, durante esa acción colectiva conservadora del puerto principal los sectores populares también ocuparon la calle y reclamaron que Nebot y el PSC no representan a los sectores populares de esa ciudad. Una muestra del grado de desigualdad que existe en Guayaquil es que mientras la élite llamaba a la paz, los sectores más marginales buscaban resolver su bienestar y escasez por vías no tradicionales (saqueos, que han sido tradicionales en las movilizaciones del puerto principal), el grado de desigualdad en Guayaquil hizo que se llegue a cierto descontrol.

Durante doce días las carreteras estuvieron cerradas y el MIE fue quien tuvo la capacidad de veto de tránsito en el territorio nacional.

Dos reflexiones dignas de tomar en cuenta son las de dos mujeres teóricas sobre el campo popular. Soledad Stoessel indica que en Latinoamérica el MIE logró un tipo de negociación inédita en la región, aunque considera que es una victoria parcial del campo popular porque la presión que el FMI va a tener sobre Ecuador va a seguir de forma permanente. Cree que el límite de gobierno contra el campo popular es que tiene una única agenda contra el correísmo, y considera que es peligro para el bloque popular que los principales aliados de Moreno sean los medios de comunicación, los grandes grupos económicos y las FFAA.

Por otro lado, Adoración Guamán señala que la acción colectiva también estuvo formada por los barrios más humildes de la ciudad que se unieron a las manifestaciones, reconoce que todas las provincias estuvieron movilizadas y le preocupa que la respuesta del gobierno haya sido la militarización y el uso de la fuerza para gestionar la protesta. Rescata el impulso popular que se mostró por medio de cacerolazo nacional (también este tuvo escala nacional) contra las medidas del ajuste económico.

A inicios del año 2000 no había duda que el MIE representaba la principal fuerza social y una potencia política nacional, llegaron a postular un candidato a la Presidencia de la República en 1998 y llegaron a ser parte del gobierno en el mandato de Lucio Gutiérrez.

Su acumulación de lo popular fue haciéndose cada vez más centrada en lo étnico y poco a poco este carácter hizo que las tendencias urbanas, de trabajadores y gremios se alejen de su línea y apareció una nueva fuerza política en 2006 que se fundó en la base de la lucha popular de las décadas pasadas y no tenía el sesgo étnico de selección de militancia representativa: Alianza País.

Los líderes de AP supieron capitalizar muy bien las luchas de décadas pasadas y cuando llegaron al gobierno le dieron la espalda al MIE (que no dejó de tener su sesgo etnocéntrico y quizá lo aumentó) y lo orillaron a ser oposición e incluso llegaron a criminalizarlos y judicializarlos por su protesta social. El correísmo cometió un grave error en su momento al ser perseguidores del MIE, después de este episodio de acción colectiva muchos de los dirigentes del correísmo lo dijeron abiertamente en redes sociales.

Por estos motivos, es imperativo que el MIE a nivel nacional se piense muy bien para lograr acumular las bases sociales de su exitosa acción colectiva de octubre 2019. Analizar muy bien el sesgo etnocéntrico que lo aísla, saber formar un discurso, políticas y actores sociales urbanos y rurales de toda índole para capitalizar social y políticamente su rol histórico en este país andino. La articulación y la negociación para formar un frente amplio está en sus manos, el MIE debe ser la fuerza que una la izquierda y hacer frente a la derecha que no va a descansar para impregnar de austeridad a los más desfavorecidos del país.

* Sociólogo y comunicador social. Ahora maestrante en Flacso – Ecuador.

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