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viernes, mayo 3, 2024

LOES: ESTRATOSFÉRICOS. por Felipe Burbano de Lara

 

El Hoy <www.hoy.com.ec>

 02 Abri 2013

La reforma universitaria del Gobierno es un ejemplo nítido de lo que el rector de la Universidad Central, Edgar Samaniego, hoy tan cuestionado por haber levantado una voz crítica, califica como un manejo estratosférico por una tecnocracia iluminada. Una tecnocracia sin experiencia de gestión y sin todos los títulos académicos que exige al sistema universitario, se ha colocado en una postura tan intransigente, que cualquier posibilidad de diálogo queda bloqueada. Con razón, el análisis de HOY de este lunes se preguntaba ¿Cómo dialogar con René Ramírez? Y lo hacía frente a las reacciones de este funcionario a la marcha organizada por la Universidad Central para plantear los problemas a los que se ve abocada por la aplicación del reglamento de escalafón universitario. Ramírez acusó al rector de promover la mediocridad académica –la crítica más descalificadora que se puede hacer a un rector- de proteger a sus panas, de incapacidad administrativa, y de ineficiencia en el manejo de recursos de inversión.

Las críticas de Ramírez podrían ser tomadas con mayor rigor si vinieran de alguien con mucha experiencia en el manejo y la gestión académica, y que, en consecuencia, sabe cómo se hacen reformas exitosas. Pero no es, ni remotamente, su caso; él no ha dirigido centros de educación superior ni programas de estudios académicos, tampoco cuenta con un título de PhD, a pesar de lo cual reclama una suerte de paternidad alrededor de la excelencia. René Ramírez ha desarrollado su trayectoria de gestión –muy respetable ciertamente- gracias a los cargos desempeñados bajo el actual Gobierno en el sector público. Para alguien sin experiencia en el mundo universitario, no debe resultar fácil dimensionar lo que supone el manejo de un centro con 1500 profesores, 45 mil estudiantes, y 187 años a cuestas; y mucho menos lo que supone dar el salto propuesto por el gobierno hacia unos estándares de calidad tomados de experiencias de otros países, en tiempos muy cortos–que los revisan de modo constante- y en medio de un interminable listado de exigencias burocráticas. Remplazar 900 profesores en un año resulta una tarea gigantesca, sin duda. Y no se trata, como cree el secretario del SENASCYT, de soplar y hacer botellas: salir al mercado laboral y reclutar a los miles de profesionales con títulos de cuarto nivel listos a enrolarse en las universidades ecuatorianas. Lo ha dicho bien Samaniego: estratosféricos.

Las respuestas de la revolución a las demandas de diálogo son francamente deprimentes. Acusar a un respetable rector de estar defendiendo la mediocridad académica y política por organizar una marcha pacífica para reclamar diálogo, resulta, cuando menos, ofensivo y grosero, aparte de muy destructivo frente a un proceso de cambio interno iniciado apenas cuatro años atrás. Reaccionan como si toda crítica traería implícita un rechazo al cambio y la consiguiente defensa de los privilegios ligados al status quo. Actúan convencidos de ser los únicos interesados en la excelencia y los únicos comprometidos con la renovación universitaria.

 

Autor: Felipe Burbano – fburbano@hoy.com.ec

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